Los Austrias, Felipe II
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una Ventana desde Madrid

Legado de los Austrias

Felipe II (1556-1598)


Madrid, Felipe II, Iglesia del Monasterio de las Descalzas Reales

Iglesia del Monasterio de las Descalzas Reales. Siglo XVI.

El 21 de mayo de 1527, nace, en la ciudad de Valladolid, hijo de Carlos I (Gante, B�lgica, 24 de febrero de 1500 - Cuacos de Yuste, C�ceres, 21 de septiembre de 1558) y de Isabel de Portugal (Lisboa, 1503 - Toledo, 1539), quien luego reinar�a en Espa�a como Felipe II "el Prudente". El futuro rey fue preparado para esta alta labor desde muy joven, encarg�ndose de ello, por orden del Emperador, Juan Mart�nez Siliceo (1486-1557), persona dotada de una gran cultura, fil�sofo y futuro Arzobispo de Toledo entre 1545 y 1557; y Juan de Z��iga Avellaneda y Velasco (1488-1546), Comendador Mayor de Castilla de la Orden de Santiago. Su padre particip� igualmente en esta esmerada educaci�n, instruy�ndole en diplomacia y pol�tica, y comenzando a transmitirle responsabilidades de gobierno.

En 1540, tras la muerte del Duque de Mil�n, y para evitar la guerra con Francia que no lo hubiera aceptado a �l como nuevo mandatario milan�s, Carlos I obtiene para su hijo Felipe el Ducado de Mil�n; en 1553, para facilitarle la boda con la reina de Inglaterra, Mar�a I (1516-1558), que no podr�a casarse con quien s�lo era pr�ncipe y duque, le cede el Reino de N�poles, obteniendo as�, adem�s, el nombramiento, aunque poco m�s que como consorte, de rey de Inglaterra e Irlanda. Este trono lo abandonar�a pocos a�os despu�s, conforme a las capitulaciones matrimoniales, tras el fallecimiento de la soberana inglesa. En 1555, el Emperador Carlos abdica de los Pa�ses Bajos y del Ducado de Borgo�a en favor de su hijo, y en 1556, le cede la Corona Espa�ola, los reinos italianos (N�poles y Sicilia), las posesiones africanas (Or�n) y los territorios hasta entonces descubiertos de las Indias Occidentales. A estos reinos hay que a�adir el de Portugal y todos sus territorios, al hacer valer en 1581 sus derechos como sucesor a esta Corona tras la muerte sin herederos del soberano portugu�s Sebasti�n I en Marruecos durante la Batalla de Azalquivivir. En el Pac�fico, tambi�n durante este reinado se ampliaron las posesiones espa�olas, conquist�ndose las islas Filipinas, a las que se les dio tal denominaci�n en honor al rey; una ampliaci�n que continu� en �frica con, entre otros territorios, el Pe��n de V�lez de la Gomera.

Aunque hasta su llegada al trono espa�ol Felipe II hab�a vivido fuera de Espa�a en distintos pa�ses (Inglaterra, Mil�n, Flandes, etc.), tras acceder a �l elige vivir en Madrid, convirti�ndola en capital del Imperio. El gobierno de la monarqu�a espa�ola estaba entonces organizado a base de Consejos (Consejo de Castilla, de Arag�n, de Portugal, de Flandes, de Italia, de Indias) y Secretarios Reales como cabezas de una potente y centralizada administraci�n. Con Felipe II, estos funcionarios se caracterizaron por tener una formaci�n universitaria, y es que el rey convirti� a Espa�a en una naci�n moderna, con mejores infraestructuras y caminos. Sin embargo, todos estos recursos no pudieron evitar, dados los gastos originados por las continuas guerras, varias bancarrotas (1557, 1575 y 1596) en las finanzas reales.

Madrid, Felipe II, Fachada Este de la Casa de las Siete Chimeneas

Fachada Este de la Casa de las Siete Chimeneas. Siglo XVI.

En pol�tica interior, hubo dos serios problemas que lo marcaron de por vida. Uno fue la muerte de su hijo, el pr�ncipe Carlos (Valladolid, 8 de julio de 1545 - Madrid, 24 de julio de 1568), un enfermo mental que se encontraba arrestado por haber estado conspirando junto a los rebeldes flamencos. El otro fue la fuga y refugio en Arag�n de su secretario, Antonio P�rez (Valdeconcha, Guadalajara, 1540 - Par�s, Francia, 7 de abril de 1611), acusado de haber abusado de la confianza de Felipe II y haber organizado el asesinato del secretario de Don Juan de Austria (Ratisbona, Baviera, 24 de febrero de 1545 � 1547 - Bouge, Valonia, 1 de octubre de 1578), hermanastro del rey. El hecho de querer llevarlo a juicio mediante el Tribunal de la Inquisici�n, ya que la justicia aragonesa era independiente al poder real, provoc� una revuelta en Zaragoza y una dura represi�n por parte de las fuerzas reales. Posteriormente, Antonio P�rez colaborar�a en una fracasada invasi�n francesa, en el ataque ingl�s a C�diz de 1596 y colabor� en difundir la leyenda negra1 en contra del rey. Otro problema interior fue la Sublevaci�n de las Alpujarras, en 1568, por parte de los moriscos2 del antiguo Reino de Granada a causa de una limitaci�n en su religi�n, forma de vida y costumbres. Fue una guerra corta, pero en extremo cruenta por ambas partes, que finaliz� en 1571 con la victoria de las armas reales al mando de Don Juan de Austria.

En pol�tica exterior, Felipe II intent� conservar todos los territorios del Imperio, lo que le ocasion� un enfrentamiento b�lico casi constante que consumi� gran parte de los recursos castellanos. Luch� contra el avance otomano3 en el Mediterr�neo, venciendo en 1565, en Malta, a los piratas berberiscos4, y en 1571, en la batalla de Lepanto, donde las fuerzas de Espa�a, Venecia, G�nova y los Estados Pontificios, coaligadas en la Liga Santa al mando de Don Juan de Austria, infringieron una severa derrota a la flota turca que fren� su expansi�n mediterr�nea. El enfrentamiento entre los dos imperios finaliz� por los otros conflictos que ambos manten�an, Espa�a en Flandes y el Imperio Otomano en guerra con Persia.

Madrid, Felipe II, Puente de Segovia

Puente de Segovia. Siglo XVI.

Otro frente de batalla para el rey espa�ol fueron los territorios flamencos, y es que los Pa�ses Bajos, cuya herencia no proced�a de la de los Reyes Cat�licos, consideraban a Felipe II como un rey extranjero. A este problema hay que a�adir la cuesti�n religiosa, con los enfrentamientos entre cat�licos y protestantes. Tras diversos reveses por ambas partes, haber enviado all� a sus mejores hombres (Duque de Alba, Don Juan de Austria, Luis de Requesens y Alejandro Farnesio) y haber gastado m�s dinero del que pod�a permitirse, el final de su reinado llega con parte de los territorios independientes de facto, aunque no reconocidos como tales, y todos ellos cedidos, el 6 de mayo de 1598, poco antes de su muerte, a su hija Isabel Clara Eugenia (Valsa�n, Segovia, 12 de agosto de 1566 - Bruselas, 1 de diciembre de 1633) y a su marido, el Archiduque Alberto de Austria (Wiener Neustadt, Austria, 15 de noviembre de 1559 - Bruselas, 13 de julio de 1621). Con Francia libr� varios enfrentamientos, tanto por el inter�s franc�s en los territorios italianos pertenecientes a la Corona espa�ola, como por el apoyo de Francia a los rebeldes flamencos. Tras los triunfos espa�oles de San Quint�n en 1557, en cuyo recuerdo se construy� el Monasterio de El Escorial, de las Gravelinas en 1558, y los grandes gastos ocasionados, los franceses aceptaron firmar la Paz de Cateau-Cambr�sis, favorable para Espa�a en sus territorios italianos, aunque no en Flandes, ya que los hugonotes5 franceses siguieron ayudando a estos rebeldes. Con Inglaterra tuvo problemas, desde la muerte de su esposa, la reina inglesa, a causa del apoyo de esta naci�n a los rebeldes franceses y de los continuos ataques de la pirater�a inglesa a los nav�os espa�oles que hac�an la carrera de Indias. En 1588, se produce la derrota de la Armada Invencible, derrota equilibrada, al a�o siguiente, con la de la Contraarmada inglesa. La paz no lleg� hasta el reinado de Felipe III y el Tratado de Londres de 1604.

Felipe II se cas� en cuatro ocasiones:: en 1543, contrajo matrimonio con la Infanta Mar�a Manuela de Portugal (Co�mbra, Portugal, 15 de octubre de 1527 - Valladolid, Espa�a, 12 de julio de 1545), con quien tendr�a un �nico hijo en 1545, el Pr�ncipe Carlos, muriendo la madre pocos d�as despu�s del nacimiento de �ste; en 1554, con la reina Mar�a I de Inglaterra (Greenwich, Inglaterra, 18 de febrero de 1516 - Londres, 17 de noviembre de 1558), con la que no tuvo hijos; en 1559, con Isabel de Valois (Fontainebleau, Francia, 13 de abril de 1546 - Madrid, 3 de octubre de 1568), con quien tuvo dos hijas, las Infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela (Madrid, 10 de octubre de 1567 - Tur�n, 6 de noviembre de 1597); y finalmente, en 1570, contrae el �ltimo matrimonio con la Archiduquesa Ana de Austria (Cigales, Valladolid, 1 de noviembre de 1549 - Badajoz, 26 de octubre de 1580), con quien tendr�a cinco hijos, Fernando (Madrid, 4 de diciembre de 1571 - Ib�dem, 18 de octubre de 1578), Carlos Lorenzo (12 de agosto de 1573 - 30 de junio de 1575), Diego F�lix (Madrid, 15 de agosto de 1575 - Ib�dem, 21 de noviembre de 1582), el futuro Felipe III (Madrid, 14 de abril de 1578 - Ib�dem, 31 de marzo de 1621) y Mar�a (14 de febrero de 1580 - 5 de agosto de 1583).

Madrid, Felipe II, Fachada principal de "Casa a la Malicia"

Fachada principal de "Casa a la Malicia". Siglo XVI.

El 13 de septiembre de 1598, en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, muere Felipe II, y con �l, fallece el m�s poderoso soberano de su �poca.

Para Madrid, el reinado de Felipe II signific�, sobre todo, que con �l lleg�, en julio de 1561, la capitalidad del Imperio a la ciudad. Hasta entonces, la capital no hab�a tenido un sitio fijo, no as� diferentes organismos, como la Real Audiencia y Chanciller�a, el tribunal m�s importante de Castilla, con sede en Valladolid, o la Real Chanciller�a de Granada, de creaci�n m�s reciente, durante el reinado de Isabel I de Castilla (Madrigal de las Altas Torres, �vila, 22 de abril de 1451 - Medina del Campo, Valladolid, 26 de noviembre de 1504). �Por qu� el rey decide trasladar la Corte desde la importante ciudad de Toledo a una villa de mediana entidad como era Madrid? �O por qu� no escogi� a otras como Alcal�, �vila, Salamanca, Segovia o Valladolid? Jos� del Corral, en su libro "El Madrid de los Austrias", nos lo razona descartando a cada una de ellas por un motivo: Toledo por su antiguo pasado comunero6; Alcal� y Salamanca por el bullicio estudiantil; Segovia por comunera y con bastantes moriscos en ella; �vila por haber montado en 1465 la "Farsa de �vila", en donde se destron� una efigie que representaba al rey Enrique IV de Castilla; y Valladolid por contar con gran n�mero de herejes7. Pero Del Corral igualmente reconoce no saber el porqu� verdadero de la elecci�n real.

La llegada de la capital a Madrid no signific� para la ciudad s�lo una ganancia por la calidad de sus nuevos habitantes, sino tambi�n diversos perjuicios por el brusco cambio que signific� para la estructura urbana y sus alrededores. Desapareci� gran parte del bosque que la rodeaba, al utilizar la madera en las nuevas e imprescindibles obras a que obligaba la repentina superpoblaci�n, la cual impon�a, a su vez, un desbordante crecimiento alejado de todo planteamiento urban�stico. Se demolieron las puertas del Arco de Santa Mar�a y de Guadalajara, se proyect� la Real Calle Nueva (actual Calle Segovia) y se traz� una importante transformaci�n para la Plaza Mayor, con el fin de celebrar en ella diversos acontecimientos, en la que acabar�a construy�ndose la Casa de la Panader�a.

Madrid, Felipe II, Restos del Alcantarillado del Arenal y de la Fuente de los Ca�os del Peral

Restos del Alcantarillado del Arenal y de la Fuente de los Ca�os del Peral. Siglo XVI.

Igualmente, en este reinado hubo importantes construcciones y fundaciones, muchas de ellas ya desaparecidas hoy: en 1561, el Convento de la Victoria, de m�nimos franciscanos, a la entrada de la Carrera de San Jer�nimo y derribado en 1836; en 1562, el Convento de la Sant�sima Trinidad, de trinitarios, en la Calle Atocha; en 1564, el Convento de la Merced, que ten�a a fray Gabriel T�llez como fraile y estaba situado en lo que hoy es la Plaza de Tirso de Molina, seud�nimo por el que es m�s conocido fray Gabriel y llamada as� l�gicamente por �l; en 1564, el Convento de Santa Mar�a de los �ngeles, de religiosas franciscanas, en la Calle de los �ngeles; en 1567, el rey inaugura un peque�o templo con colegio anexo en la Calle de Toledo; en 1569, el Convento de la Magdalena, de monjas agustinas, en la calle Atocha; en 1573, el Convento de San D�maso Papa o del Carmen Calzado, que se construy� ya en el reinado de Felipe III y del que hoy queda la Iglesia del Carmen, en la calle del mismo nombre; en 1586, el Convento de San Hermenegildo, m�s conocido como del Carmen Descalzo y del que queda la Iglesia de San Jos�, del siglo XVIII, en la Calle Alcal�; en 1586, el Convento de Santa Ana, en la plaza de igual nombre; en 1588, el Convento de Pinto, de monjas bernardinas, en la Calle Mayor; en 1593, el Convento de Agustinos Recoletos, parte de cuyo solar est� hoy ocupado por el palacio que aloja la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueol�gico Nacional; en 1596, el Convento de monjes de San Bernardo, en la calle de igual nombre; y en 1597, el Convento del Esp�ritu Santo, de cl�rigos menores, en el lugar que hoy ocupa el Congreso de los Diputados.

Hay otras importantes obras que, aunque s� se han conservado, est�n tan reformadas, cuando no reconstruidas, y en algunos casos demolidas y vueltas a levantar, que hemos decidido mostrarlas formando parte de aquellos posteriores reinados en los que se les hicieron las intervenciones m�s se�aladas. �stas son: la Casa de Don Fadrique de Vargas, en la Casa de Campo; la Casa de la Panader�a, en la Plaza Mayor; la Casa de Iv�n de Vargas, en la Calle Doctor Letamendi; el Colegio de la Encarnaci�n, o Monasterio de Mar�a de Arag�n, hoy Palacio del Palacio del Senado; el Colegio Imperial de los Jesu�tas, en la Calle de Toledo; la Plaza Mayor; el Convento de Santa Isabel, en la Calle Santa Isabel; el Hospital de Incurables de Nuestra Se�ora del Carmen; o el Palacio del Duque de Alba, en la Calle Duque de Alba.

Veamos a continuaci�n las construcciones que quedan en Madrid del reinado de Felipe II y que a�n mantienen caracter�sticas, formas, o elementos propios del momento en que se levantaron.


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Madrid, Felipe II, Puente de Segovia

Puente de Segovia desde su margen derecha. Al fondo se distingue la Catedral de la Almudena, a la izquierda, y el Palacio Real, a la derecha. Siglo XVI.

El renacentista Puente de Segovia era parte del proyecto de embellecimiento de la nueva Capital del Reino. Construido seg�n los planos del mismo arquitecto de El Escorial, Juan de Herrera (Roiz, Cantabria, 1530 - Madrid, 1597), se convirti� en la entrada general a la ciudad desde todos los caminos del Norte, siendo el primero de los grandes puentes de piedra que se realizar�an dentro de la ciudad antigua y dando lugar a la Calle Nueva, o Calle de la Puente, actual Calle Segovia. Sirvi� asimismo de comunicaci�n entre el Alc�zar, residencia real y lugar de trabajo del monarca, y la Casa de Campo, lugar de recreo.

Anteriormente, exist�a otro puente medieval, de canter�a, algo m�s hacia el Sur, del cual nos han quedado como testigos los dibujos de Wyngaerde. Debido al aumento del tr�fico y ante la necesidad de mejora del puente, en 1569 el arquitecto real Gaspar de Vega (1523-1575) aporta unos dise�os para reedificarlo; posteriormente, en 1572, el maestro Rodrigo Gil de Honta��n (Rascafr�a, Segovia, actualmente Comunidad de Madrid, 1500 - Segovia, 1577) traza un nuevo puente y lo presupuesta en treinta mil ducados8; m�s adelante, en 1574, es nuevamente Gaspar de Vega quien realiza otro proyecto; y es en 1577 cuando interviene Juan de Herrera , dise�ando el puente que finalmente se construy�. Las obras costaron un total de alrededor de doscientos mil ducados y se terminaron hacia 1588. Sin embargo, y lamentablemente, poca es la documentaci�n que de su construcci�n se ha conservado.

Madrid, Felipe II, Puente de Segovia visto desde su margen izquierda

Puente de Segovia visto desde su margen izquierda.

Ha sido reparado y modificado en diversas ocasiones a lo largo de los siglos. Destacan las obras llevadas a cabo en 1648 de la mano del arquitecto Jos� de Villarreal y en 1775 por parte del tambi�n arquitecto Ventura Rodr�guez (Ciempozuelos, Madrid, 1717 - Madrid, 1785); ambas consistieron en consolidar el suelo y el empedrado, y encauzar la entrada y la salida del puente y el llamado camino de la huerta de Aluche, lugar en el que se iniciaba el Real Camino a Extremadura. Ya en el siglo XX, concretamente entre 1934 y 1943, los cambios que conlleva el paso del tiempo en las ciudades y el incremento del tr�fico hicieron que se ejecutaran unas obras, guiadas por el ingeniero Vicente Olmos, por las cuales se aument� la anchura de su tablero9 desde los originales 8,65 metros hasta los actuales 31 metros, separando los dos frentes laterales e introduciendo entre ellos una estructura interna nueva. Unos a�os m�s tarde, entre 1955 y 1960, ser�a Vicente Olmos quien tambi�n restituyera una parte de los alzados que permanec�an ocultos por la canalizaci�n del r�o Manzanares, adem�s de a�ad�rsele al puente los diques10, rampas y d�rsenas11 que podemos ver en la actualidad. El trazado de la M-30 conllev� que en 1985, los arquitectos Jaime P�rez-Aciego Mendoza y Jos� Antonio Quesada Hidalgo de Caviedes remodelaran nuevamente sus accesos y sus laterales.

Con una altura de unos 10 metros y una longitud de 172, est� construido por completo con sillares12 de granito y cuenta con un total de nueve ojos de diferentes medidas, siendo el arco central de 13,22 metros y los laterales de 10,35, decreciendo su anchura de manera gradual. Sus paramentos son almohadillados13 y cuenta con tajamares16 apuntados a bisel17 en el lado que est� aguas arriba, mientras que son semicirculares en el lado de aguas abajo; �stos est�n rematados con sombreretes piramidales, o c�nicos, en el punto en el que arrancan los arcos, siendo aqu� donde tienen su base las pilastras que traban la estructura de la cornisa. Dicha cornisa queda rematada con un pretil18 moldurado coronado por bolas de granito, detalle caracter�sticamente t�pico del estilo herreriano19 o renacentista.

El 6 de junio de 1996, el Puente de Segovia fue declarado Bien de Inter�s Cultural con la categor�a de Monumento.

Localizaci�n: Sobre el R�o Manzanares, enlaza la Calle Segovia con el Paseo de Extremadura. 28011 Madrid.


Madrid, Felipe II, Casa a la Malicia

Casa a la Malicia.

El traslado de la Corte a Madrid a principios de julio de 1561 trajo consigo para la nueva capital diversos problemas, siendo uno de ellos el de facilitar alojamiento a los miembros de la misma; un contratiempo, y no de car�cter menor precisamente, agravado adem�s por no considerarse el traslado como definitivo, sino temporal, y no prever la realizaci�n de construcciones que adecuasen la ciudad como sede de la Corte. Y es que hasta la llegada de Carlos I, rey de Espa�a entre 1516 y 1556, quien situ� la Corte en Toledo, �sta hab�a tenido un car�cter itinerante, sin sede estable. As�, este traslado, que trajo consigo que Madrid triplicase la poblaci�n en pocos a�os, oblig� a imponer la denominada Regal�a de Aposento, una antigua disposici�n medieval que obligaba a que los propietarios cedieran gratis la mitad de su vivienda para el alojamiento de los servidores reales. Era una medida transitoria que s�lo se aplicaba durante el tiempo que la Corte y el soberano permanecieran en la ciudad, algo que al no suceder en Madrid oblig� a sus propietarios a buscar soluciones que les evitara el tener que cumplirla, surgiendo as� la casa de inc�moda partici�n, tambi�n llamada por el pueblo Casa a la Malicia, como la que mostramos en la fotograf�a adjunta, de la que, aunque se desconoce su fecha cierta de construcci�n, se cree que fue levantada entre los a�os 1565 y 1590, habiendo sido posteriormente restaurada y reformada en diferentes ocasiones.

La Casa a la Malicia era normalmente una vivienda de dos plantas que s�lo mostraba una de ellas en su fachada principal, algo logrado mediante un gran tejado inclinado que disimulaba la diferencia de altura entre el frente y la trasera del edificio; igualmente, los vanos de la plantas que se deseaban ocultar eran peque�os y situados de manera desordenada, lejos de cualquier ordenaci�n arquitect�nica, o pareciendo ser peque�as sobreventanas de la planta mostrada y reconocida en lugar de lo que realmente eran, las ventanas de la planta oculta situada sobre aquella. As�, ante la imposibilidad de dividir su uso de manera independiente entre el propietario y el miembro de la Corte alojado en ella, quedaba marcada por la Junta de Aposento como de inc�moda partici�n, y pasaba a engrosar la lista de las casas no materiales, las cuales se libraban del alojamiento obligatorio de las casas materiales, aunque no de de pagar, a cambio, un tributo anual que depend�a del estado y clase de la finca, as� como de su localizaci�n; �ste pod�a ser a perpetuidad, temporal e incluso, en algunos casos, inexistente como premio por los servicios prestados a la Corona.

La Junta de Aposento era el organismo municipal encargado de la administraci�n de lo que se llam� Aposentamiento de la Corte y, por tanto, de resolver si una vivienda se declaraba como material o no material, y en este �ltimo caso el impuesto que deb�a pagar por ello. Su creaci�n se debe al Licenciado Don Diego de Corral y Arellano, quien tras su nombramiento como Visitador de Aposento en 1618, realiz� importantes reformas en la Visita de Apostento, incluyendo la anterior Junta y unas nuevas Ordenanzas. Don Diego permaneci� en el cargo hasta el momento de su muerte, ocurrida en 1632; tras su desaparici�n, la Junta dej� de realizar, en parte por la d�bil situaci�n econ�mica de la Corona, la Visita General que deb�a efectuar cada seis a�os y en la que se inspeccionaba, y revisaba en su caso, la condici�n de los inmuebles.

Localizaci�n: Calle Redondilla, 10, esquina con la Calle Mancebos. 28005 Madrid.


Madrid, Felipe II, Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provincias (FEMP)

Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provincias (FEMP). Siglo XVI.

En la Calle Segovia, aunque con entrada por la Calle del Nuncio, encontramos el edificio que hoy es sede de la Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provincias (FEMP). A pesar de que no se conocen los datos exactos sobre su fecha de construcci�n, s� se sabe que fue levantado en el siglo XVI, antes de que Madrid obtuviera la capitalidad, siendo por tanto uno de los poqu�simos edificios de car�cter civil que ha llegado a nuestros d�as, motivo por el cual hemos decidido incluirlo en esta p�gina.

Las primeras referencias cartogr�ficas que tenemos sobre esta casa palaciega aparecen en el Plano de Texeira, de 1656, donde est� representada con algunas caracter�sticas arquitect�nicas que a�n en la actualidad pueden apreciarse, como la torre y la fachada que da a la Calle del Nuncio; m�s adelante, en otro plano, en este caso de Ib��ez de Ibero de 1870, se puede ver el patio central y su planta casi pentagonal. Sin embargo, no hay documentaci�n que hable de ella, ni que explique cu�l era su funci�n, tanto entonces, como a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Ya en el siglo XIX, viene se�alada en los planos que de Madrid se hicieron en el a�o 1804, en los cuales se apunta que pertenece al Barrio de San Andr�s, en la manzana20 151, posiblemente en el n�mero 4 � 6. Las dem�s referencias de este siglo sobre el edificio tienen que ver con solicitudes de licencias de obras. De este modo, en mayo de 1854, la Condesa de San Rom�n pidi� al Ayuntamiento y al Ministerio de la Gobernaci�n, a trav�s de su apoderado, poder construir un nuevo tramo de vivienda para ampliar el edificio n�mero 10 de la Calle del Nuncio para poder unirlo con la pared del n�mero 8 de esa misma v�a, tambi�n de su propiedad; el consistorio aprob� la licencia en abril de 1855 y la obra estuvo dirigida por Sim�n Mart�nez Abad, arquitecto de la Academia de Nobles Artes de San Fernando, afectando a la fachada de la Calle Segovia de ambas casas. Poco m�s se sabe del edificio durante los �ltimos a�os del siglo XIX.

En cuanto al siglo XX, y seg�n podemos leer en el reportaje "La sede de la FEMP, un edificio con cuatro siglos de historia", publicado en la revista de la FEMP "Carta Local" n� 75 del mes de Octubre de 1996, algunos vecinos de m�s edad apuntan que fue residencia de los Condes de Maceda, relacionados con la Casa Real como asistentes de los reyes, y que incluso los hijos de los condes jugaban con los pr�ncipes e infantes en el jard�n adosado a la casa. Durante la Guerra Civil Espa�ola (1936-1939), tanto el edificio que ahora nos ocupa como su contiguo, en el n�mero 5 de la Calle Segovia, sirvieron como hospital de sangre21. De fecha posterior, concretamente de 1956, es una licencia de obra conservada en el Archivo de Madrid, gracias a la cual se conoce que por aquel entonces una parte de la casa era utilizada como almac�n de vidrio, solicit�ndose en la licencia poder sustituir las vigas de madera de la puerta que se abre en la Calle del Nuncio por una estructura de hierro y ladrillos, ya que aquellas se encontraban en estado de putrefacci�n, fijando el precio los arquitectos responsables en un total de 9.251,50 pesetas. La Direcci�n General de Edificaciones Privadas del Ayuntamiento de Madrid, organismo responsable de esta materia, no concedi� la licencia, argumentando para ello que "la finca" estaba "totalmente afectada", caso en el que "las ordenanzas municipales" prohib�an llevar a cabo "obras que impliquen consolidaci�n en fincas fuera de la alineaci�n oficial". Un mes despu�s, la Secci�n de Fomento de la Secretar�a General del Ayuntamiento ratificar�a la denegaci�n, pero a�adir�a algunas matizaciones a lo anterior, apuntando que "ha de hacer resaltar el firmante que las obras que se pretende realizar no se han de reflejar en el importe de la expropiaci�n de la finca, si -en su d�a- se llevara a cabo"; pero a�ade que "dada la escasez actual de vivienda, ciertas obras de reparaci�n -como las del presente caso- deber�an ser permitidas, ya que con ello se evita cualquier accidente que pueda sobrevenir al no autorizarlas. Por ello, la Superioridad resolver� si procede o no conceder la licencia que en el presente se solicita". Y la Superioridad, es decir, la Comisi�n de Fomento, resolvi�, pues el 22 de febrero de ese mismo a�o de 1956 aprob� la licencia. En la segunda mitad del siglo XX, el interior del edificio fue dividido en varias viviendas, y desde los a�os 70 cont� con dos casas familiares en r�gimen de alquiler m�s una tercera cuyo uso era el de pensi�n para hombres, mientras que en los s�tanos hab�a instalado un taller de lanas. El hundimiento de una de las plantas hizo que la casa tuviera que ser desalojada, pasando al abandono a comienzos de los a�os 80 hasta que en 1985 fue adquirida por la Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provincias, que hoy contin�a instalada en ella.

Madrid, Felipe II, Torre del edificio de la Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provincias

Torre del edificio de la Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provincias.

En la actualidad, el edificio principal tiene una superficie de unos 700 metros cuadrados y cuenta con tres plantas que pasan a ser cuatro en la zona de la casa con forma de torre, adem�s de lo que tiempo atr�s fue un jard�n que colindaba con el n�mero 5 de la Calle Segovia; cada planta tiene una superficie ocupada de m�s de 600 metros cuadrados, teniendo el patio central cerca de 70 y siendo �ste, con sus columnas toscanas22, el t�pico de las casonas del Renacimiento y el Barroco en Espa�a. En 1985, tras su compra por la FEMP, comenz� la tan necesaria restauraci�n para un inmueble que en aquel entonces se encontraba catalogado con un grado de protecci�n 1 dentro del Plan General de Ordenaci�n Urbana de Madrid. Los arquitectos encargados de la rehabilitaci�n, con Francisco Pol al frente, no dudaron en calificar su estado como p�simo, con amenaza de ruina y con graves da�os en los muros de carga interiores, hechos, al parecer, de adobe32; adem�s, la fachada de la Calle Segovia comenzaba a caerse, mientras que los elementos de forja se hund�an. Teniendo todo esto en cuenta, y haciendo especial hincapi� en la necesidad de respetar el car�cter hist�rico y cultural de la casa, se llev� a cabo una profunda restauraci�n en la que se respetaron varios de sus elementos interiores originales, adecuando el inmueble a su nuevo uso. As� pues, se restauraron las fachadas exteriores (que hasta ese momento se encontraban enfoscadas33 y ocultaban el aspecto original, con el aparejo34 de ladrillo y mamposter�a35, etc.), el patio central, la escalera y el acceso principal; se reestructuraron los espacios construidos, manteniendo, eso s�, la distribuci�n original de las dependencias en torno al patio; y se aument� la superficie �til, sustituyendo los muros interiores de carga que se hallaban ruinosos e incorporando entreplantas ligeras.

Localizaci�n: Entrada principal por la Calle del Nuncio, 8. 28005 Madrid.


Madrid, Felipe II, Casa de las Siete Chimeneas

Casa de las Siete Chimeneas. Siglo XVI.

En la Plaza del Rey hallamos la que es conocida como Casa de las Siete Chimeneas. De estilo renacentista, algunos autores apuntan que se trata de un proyecto de 1577 que el arquitecto Antonio Sillero realiz� para Don Pedro Ledesma (a quien unos describen como montero37 de Felipe II y otros como secretario del Consejo de Indias), si bien otros afirman que Sillero s�lo trabaj� en ella como ayudante, siendo el trazado en realidad de Juan Bautista de Toledo (Toledo (o quiz�s Madrid, 1515 - Madrid, 1567) y las obras de Juan de Herrera; sin embargo, de aquel edificio original s�lo ha llegado a nuestros d�as la construcci�n de menor altura del conjunto que hoy vemos, aquella que da a la plaza, el cual se encuentra retranqueado respecto a la Calle Infantas debido a que hab�a un patio por el que ahora se desarrolla la entrada.

En el a�o 1590, la casa la adquiere la familia de los Colmenares, que m�s adelante, ya en el siglo XVII y siendo Condes de Polentinos, construyen el edificio anexo de mayor altura, aquel que da a la Calle Colmenares. Posteriormente, ha tenido diferentes modificaciones, destacando las realizadas entre los a�os 1877 y 1878 por Agust�n Ortiz de Villanos; y en 1881 por Manuel Antonio Capo para el financiero Jaime Girona, que quer�a instalar en la casa el Banco de Castilla y el cr�dito general de Ferrocarriles. En el a�o 1957, adquiere el edificio el Banco Urquijo, siendo restaurado por los arquitectos Fernando Chueca Goitia y Jos� Antonio Dom�nguez Salazar.

Madrid, Felipe II, Entrada principal de la Casa de las Siete Chimeneas

Entrada principal de la Casa de las Siete Chimeneas.

La Casa de las Siete Chimeneas es un edificio lleno de misterio, pues varias son las leyendas que se han forjado en torno a �l, como aquella que cuenta que la noche del 17 de marzo del a�o 1623, �poca en la que en la casa viv�a el Conde de Bristol, embajador de Inglaterra, se presentaron en sus puertas dos caballeros que resultaron ser, nada m�s y nada menos, que el Pr�ncipe de Gales, que reinar�a como Carlos I, y el Duque de Buckingham, su favorito38, que hab�an venido a la capital con el fin de conocer a la infanta Do�a Mar�a, con la que se iba a casar el pr�ncipe. Tambi�n se dice que un montero (sin citar nombre alguno en este caso) del rey compr� el terreno sobre el que se alza para construir en ella la casa que ser�a la dote40 de su hija, en la que el rey Felipe II se hab�a fijado, y quien quer�a casarse con un capit�n apellidado Zapata; al parecer, seg�n las historias, la casa se habr�a terminado en 1570, luciendo las siete chimeneas que le han dado el nombre. Al a�o siguiente, Zapata morir�a en Flandes, y tras la misteriosa muerte tambi�n de la mujer y al no tener descendencia, el edificio pasar�a a manos de la Casa Real, despu�s de lo cual se llevar�a a cabo una subasta por la que se quedar�a con el edificio el secretario de Antonio P�rez, Juan de Ledesma. Siete a�os despu�s, en 1577, Ledesma convencer�a a Juan Arias Maldonado, de nacionalidad peruana, y a su mujer, Do�a Ana, de que adquirieran la casa, pero pronto estar�an arruinados y sus acreedores la pondr�an a la venta, siendo entonces, en 1583, comprada por un mercader italiano llamado Baltasar Cata�o (Baltasar Cattaneo, seg�n otras fuentes), quien encargar�a al arquitecto Andrea de Lurano que la ampliara en 1586 y se la ofrecer�a a Do�a Ana, ya viuda, por estar enamorado de ella, pero la rehus�, entrando como monja en las Teresas. La casa pas� hasta finales de 1881 en manos de la familia Colmenares, Condes de Polentinos, momento en que la adquirir�a Jaime Girona, como ya apuntamos anteriormente.

Declarada Monumento Hist�rico-Art�stico en 1948, desde 1980 es sede del Ministerio de Educaci�n, Cultura y Deporte.

Localizaci�n: Plaza del Rey, 1, con vuelta a la Calle de las Infantas, 31. 28004 Madrid. Madrid.


Madrid, Felipe II, Restos de la Iglesia del Buen Suceso, cimientos de la fachada principal y arranque de los latarales

Restos de la Iglesia del Buen Suceso, cimientos de la fachada principal y arranque de los latarales. Siglo XVI.

Los or�genes de la Iglesia y Hospital del Buen Suceso los encontramos en una peque�a ermita medieval relacionada con el Hospital de San Andr�s, del siglo XV, este �ltimo creado para combatir los efectos de una epidemia que asolaba Madrid. Posteriormente, en 1529, Carlos I fij� en el mismo lugar el hospital itinerante que acompa�aba a la Corte, hecho sancionado por Clemente VII en dicho a�o mediante una bula43. El hospital itinerante no tiene claro sus or�genes, dudando si su fundaci�n se debe a Juan II (Toro, 1405 - Valladolid, 1454), en 1438, o a los Reyes Cat�licos, en 1489, cuando sitiaron Baza (Granada) y se gener� una epidemia durante el asedio que oblig� a crear una hermandad que, con sus propios recursos, crearan un hospital ambulante que socorriera a los enfermos y heridos del ej�rcito, de tal modo que dicho hospital siguiera a la Corte en todas sus expediciones; ser�a as� como los monarcas pondr�an este hospital bajo su patronazgo, fund�ndose as� una cofrad�a-hospital que llevar�a el nombre de "Concepci�n y Asunci�n de la Virgen Mar�a", tambi�n conocido como "Hospital de la Corte".

Ya con la Corte establecida en Madrid y estando el hospital itinerante instalado en el de San Andr�s, en 1560 se piensa en su reforma y ampliaci�n, decidiendo finalmente su ubicaci�n en la Puerta del Sol, entre la Carrera de San Jer�nimo y la Calle de Alcal�, con la fachada principal mirando a la plaza. Asimismo, Paulo IV confirmar�a dos a�os m�s tarde las exenciones, las preeminencias, los privilegios y las concesiones de su antecesor, adem�s de aumentarlas, lo cual favorecer�a que ingresaran nuevos fieles en la cofrad�a. Con el traslado de la Corte a Valladolid, en el a�o 1600, el hospital ser�a nuevamente cambiado de ubicaci�n, acogido finalmente por el Hospital de la Concepci�n, en la ciudad castellana.

Madrid, Felipe II, Vista lateral de los restos de la Iglesia del Buen Suceso, cimientos de la fachada principal y arranque de los latarales

Vista lateral de los restos de la Iglesia del Buen Suceso, cimientos de la fachada principal y arranque de los latarales. Siglo XVI.

En cuanto a la historia particular de la Iglesia, podemos decir que a finales del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, el templo original es profundamente modificado y reformado por Francisco de Mora, convirti�ndose en un edificio de estilo clasicista. Es a partir de 1611 cuando, tras ser colocada en una de sus capillas la imagen de la Virgen del Buen Suceso, empezar� a ser conocida por dicho nombre. Es nuevamente reformada y ampliada en el siglo XVII, termin�ndose en 1700 seg�n un proyecto de Jos� Del Olmo. Sin embargo, sufrir�a numerosos da�os durante el levantamiento del 2 de mayo de 1808, cuando los madrile�os buscaron cobijo en el hospital y en la Iglesia, pensando que al ser un lugar sagrado no les pasar�a nada; lamentablemente no fue as�, y los franceses no s�lo profanaron el templo, sino que asesinaros a aquellos que se hallaban en su interior. Finalmente, en 1854, es derribada junto al hospital por la ampliaci�n de la Puerta del Sol.

En 1868, son inaugurados una nueva Iglesia y un nuevo hospital del mismo nombre, en estilo ecl�ctico44, en la Calle Princesa, que ser�an tambi�n derribados, esta vez en 1975, y sustituidos por un edificio de oficinas y otra Iglesia del Buen Suceso, inaugurada en 1982 por S. M. la Reina Do�a Sof�a.

Es en mayo de 2006 cuando aparecen los restos de la primitiva Iglesia con las obras de la nueva estaci�n de Cercan�as en la Puerta del Sol. Dichos restos consisten en los cimientos de la fachada principal y de los arranques de los laterales. Asimismo, aparecieron tambi�n restos humanos, posiblemente relacionados con la Guerra de la Independencia y los fusilamientos de mayo de 1808. Los restos arqueol�gicos se retiraron para poder proseguir las obras y fueron colocados nuevamente en un espacio musealizado, tal y como se ve en las fotograf�as.

Localizaci�n: En el intercambiador subterr�neo de la Plaza Puerta del Sol, en la estaci�n de tren de Cercan�as. 28013 Madrid. Madrid.


Madrid, Felipe II, Monasterio de las Descalzas Reales

Monasterio de las Descalzas Reales. Siglo XVI.

El Monasterio de las Descalzas Reales, fundado durante el reinado de Felipe II, se asienta sobre parte del solar en el que estuvo el que, posiblemente, fuera el palacio m�s antiguo de Madrid y que algunos historiadores datan de tiempos de Alfonso VI45, aunque otros lo fechan m�s tarde. Adem�s, seg�n las cr�nicas, se cuenta que en �l tuvieron lugar las primeras Cortes celebradas en Madrid, en 1339. Posteriormente, en el siglo XVI, ocupa el antiguo palacio, rehabilitado, el tesorero de Carlos I, Alonso Guti�rrez46, quien a su vez hab�a adquirido el edificio despu�s de que �ste fuera confiscado por la Corona a Pedro de Sotomayor, hist�rico comunero madrile�o ajusticiado en 1522. El palacio sirvi� entonces de residencia al Rey y su esposa, Isabel de Portugal, y en �l, en 1535, naci� su hija, Do�a Juana de Austria (Madrid, 24 de junio de 1535 - El Escorial, 7 de septiembre de 1573).

Fue Do�a Juana quien, una vez viuda del pr�ncipe Juan Manuel de Portugal, fund� el convento que hoy conocemos de franciscanas descalzas. Era el a�o 1557 y Do�a Juana, infanta de Castilla y princesa de Portugal, comunica su deseo al Duque de Gand�a, futuro San Francisco de Borja y en aquel entonces General de los Jesuitas, quien orden� que vinieran algunas monjas del Convento de Santa Clara de Gand�a, del que su hermana Sor Juana de la Cruz era abadesa, las cuales se alojaron en la Capilla del Obispo de manera provisional mientras conclu�an las obras en el convento. El 15 de agosto de 1559, las religiosas ocuparon el monasterio, bautiz�ndolo como de Nuestra Se�ora de la Consolaci�n, m�s conocido desde siempre como de las Descalzas Reales. Como dato curioso, cabe se�alar que en �l residi� Santa Teresa de Jes�s cuando iba camino de Pastrana (Guadalajara), ciudad donde fundar�a un convento para frailes.

El arquitecto que acondicion� el palacio fue Antonio Sillero, siendo �ste sustituido por Juan Bautista de Toledo, quien derribar�a parte del palacio para levantar la Iglesia. As�, el �mbito de la princesa dentro del monasterio era como un peque�o palacio, con amplias salas bien iluminadas y decoradas con yeser�as47 g�tico-renacentistas, y con sus habitaciones al lado del Altar Mayor, como era deseo de Do�a Juana; por su parte, las monjas hac�an su vida alrededor del patio, teniendo el refectorio48 y las celdas en las que dorm�an en la zona Norte del claustro. Al Este de la Iglesia, se situaba el llamado Patio de Capellanes, alrededor del cual se alojaban los sacerdotes que atend�an el monasterio.

Madrid, Felipe II, Portada del antiguo palacio de Alonso Guti�rrez

Portada del antiguo palacio de Alonso Guti�rrez. Siglo XVI.

El exterior es de ladrillo y mamposter�a, con una portada que cuenta con un front�n49 curvo con flameros50 y que perteneci� al antiguo palacio, del que en el interior del convento a�n quedan varias dependencias. Entre ellas, est� el zagu�n51, por donde entraban los carruajes y del que salen dos puertas, una de entrada al convento y otra al palacio, siendo �sta la porter�a religiosa, con tallas platerescas52 y lienzos del siglo XVII. La escalera pertenece igualmente al antiguo edificio, aunque los frescos que vemos en los muros son de la segunda mitad del siglo XVII; terminados en 1684, fueron patrocinados por Sor Ana Dorotea, hija del emperador Rodolfo II, encontr�ndose entre sus autores Antonio Pereda, Claudio Coello, Dionisio Mantuano, Jos� Jim�nez Donoso y Francisco Ricci. Las dependencias del palacio se organizaban alrededor del patio que hoy es el Claustro Alto, acristalado en el a�o 1773 por Francisco Sabatini (Palermo, Italia, 1722 - Madrid, 1797) por orden de Carlos III (1716 - 1788) y alrededor del cual se fueron abriendo posteriormente las capillas con que cuenta en la actualidad. Tambi�n tenemos el Sal�n de Reyes, donde a�n se conserva la yeser�a mud�jar53; decorado con cuadros de la realeza, vemos un altar con una imagen de Santa Clara, obra de Gregorio Fern�ndez, y una hornacina con el Arc�ngel San Miguel, de Luisa Rold�n; las dos coronas de bronce que hay sobre la mesa son las que se colocaron en las tumbas de la Infanta de Espa�a y Emperatriz de Alemania Do�a Mar�a de Austria, hija de Carlos I casada con el emperador Maximiliano II, y de sor Ana Dorotea, hija del emperador Rodolfo II.

Madrid, Felipe II, Iglesia del Monasterio de las Descalzas Reales

Iglesia del Monasterio de las Descalzas Reales. Siglo XVI.

La Iglesia fue terminada m�s tarde, en el a�o 1564, inaugur�ndola Felipe II, hermano de Do�a Juana. El templo se levanta en una sola nave cubierta con b�veda de ca��n54. Su exterior sigue un esquema escurialense55, con pa�os56 de ladrillo y placas lisas de granito. La portada est� formada por tres cuerpos: en el primero, se abre la puerta, un vano que remata un front�n triangular; en el segundo, vemos el escudo de la fundadora; por �ltimo, el tercer cuerpo est� coronado por otro front�n triangular en cuyo centro se abre un �culo57 y sobre el que se disponen pedestales con bolas de piedra que sirven de base a sendas cruces. En su interior, podemos ver la capilla donde est� enterrada Juana de Austria, con escultura orante58 funeraria obra de Pompeyo Leoni, siendo realizada la decoraci�n de la capilla sepulcral por Jacopo da Trezzo con coloridos m�rmoles y capiteles de bronce. Por su parte, la Emperatriz Mar�a de Austria quiso ser enterrada de forma modesta bajo una l�pida en alguna de las capillas del claustro, como una monja m�s; sin embargo, Felipe IV quiso ensalzar su figura, por lo que orden� trasladar sus restos al coro de la Iglesia, donde se levant� un nuevo sepulcro, obra del arquitecto Giovanni Battista Crescenzi. El monasterio alcanzaba as� unas proporciones enormes, con grandes terrenos para huertas, en el que era el Arrabal de San Mart�n y que llegaban hasta la actual Calle de Preciados; sin embargo, la comunidad de monjas vendi� parte de �l en el siglo XIX a la Sociedad "La Peninsular"59, donde se construyeron casas.

A lo largo de los siglos, el monasterio ha sido restaurado en numerosas ocasiones, de las que destacan la llevada a cabo por Diego Villanueva en 1756 y, sobre todo, la realizada tras el grave incendio que sufri� en 1862, donde se perdi� el retablo mayor, obra de Gaspar Becerra. El actual, labrado en Italia por orden de Felipe V, proviene del antiguo Noviciado de Jesuitas, en la Calle de San Bernardo, hoy Paraninfo60 de la Universidad Central desde el siglo XIX, y es una obra que el monarca encarg� al pintor italiano Camilo Rusconi. En dicho incendio se perder�a tambi�n la decoraci�n original con que contaba, realizada por los hermanos Luis y Antonio Gonz�lez Vel�zquez en el siglo XVIII; �sta ser�a restaurada en 1863 por Antonio Garc�a. La Guerra Civil ocasion� igualmente da�os en el edificio, siendo restaurado posteriormente por Patrimonio Nacional.

Aunque a�n est� habitado por religiosas de clausura, franciscanas clarisas descalzas, el templo pertenece a Patrimonio Nacional y son visitables algunas de sus dependencias, acondicionadas como museo y donde se puede admirar una gran colecci�n de obras de arte. Ejemplo de ello es la sala que acoge una magn�fica colecci�n de tapices, tejidos en Bruselas sobre cartones de Rubens y cuyo encargo orden� la hija de Felipe II, la infanta Isabel Clara Eugenia, Gobernadora de los Pa�ses Bajos, quien los don� al monasterio en 1627. Dichos tapices, en los que se representa la "Apoteosis de la Eucarist�a", est�n ubicados en el espacio que antiguamente ocupaban las celdas o dormitorios de las religiosas, por ser �ste el lugar que posee los techos m�s altos. Imaginar� el lector, as�, el tama�o de las telas. Las dos salas-museo del monasterio, el candil�n (sala para calentarse en invierno y donde tambi�n se velaba a las monjas fallecidas), o la sala capitular, todas ellas con las paredes recubiertas con lienzos de pintores como S�nchez Coello, Van Der Weyden, o Tiziano, sirven de ejemplo para mostrar la riqueza art�stica que guarda en su interior el monasterio. Esto se debe a que era lugar habitual de retiro de algunas damas de la Casa de Austria. Adem�s, las novicias que ingresaban al convento sol�an ser nobles, por lo que era com�n que entregaran como dote elementos de gran valor (muestra de ello son las numerosas esculturas que podemos ver en las capillas del Claustro Alto). La llegada de los Borbones al trono trae consigo la prohibici�n de residir en el monasterio a miembros de la realeza, por lo que Felipe V decidir� dar a la abadesa la categor�a de Grande de Espa�a y el t�tulo de Excelent�sima Se�ora.

El 18 de febrero de 1994, el Monasterio de las Descalzas Reales fue declarado Bien de Inter�s Cultural con la categor�a de Monumento, comprendiendo esta declaraci�n el monasterio, su Iglesia, sus dependencias y la huerta.

Localizaci�n: Plaza de las Descalzas, s/n. 28013 Madrid. Madrid.


Madrid, Felipe II, Restos de la Alcantarilla del Arenal

Restos de la Alcantarilla del Arenal. Siglo XVI.

En el a�o 2009, durante unas obras de mantenimiento en la Estaci�n de �pera del Metro de Madrid, aparecieron a unos 8 metros de profundidad diferentes restos arqueol�gicos, algunos de ellos ya conocidos desde 1925, cuando se constru�a la L�nea 2 del Metro. Las ruinas halladas correspond�an a las de la Fuente de los Ca�os del Peral y a las de la Alcantarilla del Arenal, ambas del siglo XVI, y a las del Acueducto de Amaniel, del siglo XVII. Dada la importancia de los restos localizados, se decidi�, tras la modificaci�n de las obras proyectadas, su preservaci�n y musealizaci�n en el lugar de su hallazgo, previo desmonte, limpieza y restauraci�n de las piezas. Veamos a continuaci�n los dos elementos recuperados del siglo XVI.

Tras la instauraci�n de la capital en Madrid, comenzaron a surgir las carencias de una villa no preparada, como cualquier otra a la que le ocurriera lo mismo, para el s�bito y desordenado aumento de poblaci�n. Entre dichas penurias, destacaban las relacionadas con el agua, tanto la falta de la potable como el sobrante de las fecales, ya que hasta entonces estas �ltimas desaparec�an absorbidas por los distintos arroyos (Abronigal, Arenal, Embajadores, Leganitos, etc.) existentes entonces en la superficie de la ciudad y hoy ya desaparecidos, bien colmatados61 o bien canalizados por el subsuelo. Y es que no exist�a alcantarillado en Madrid, las aguas sucias eran tiradas por las ventanas de las viviendas al grito de "�Agua va!" para llegar hasta unas zanjas abiertas en las calles, las esguevas62, que igualmente recorr�an las aguas de lluvia. Debido a ello, en el siglo XVI, una vez convertida en capital de Espa�a, se encauz� el arroyo del Arenal en una ca�er�a subterr�nea llamada la Alcantarilla del Arenal, ya que la construcci�n desordenada a su alrededor hab�a provocado que el mismo se desbordara con frecuencia. Este arroyo, que recorr�a la Plazuela de los Ca�os del Peral, procedente de la Puerta del Sol y en direcci�n a la Calle Arrieta, hab�a ido erosionando el terreno y creando un barranco, luego colmatado por su canalizaci�n, que defini� durante siglos la habitabilidad del sitio. En el siglo XVII, y en previsi�n de que el contin�o trasiego de agua da�ara la Plazuela de los Ca�os, se traslad� la embocadura de la alcantarilla existente junto a los lavaderos de los Ca�os hasta los l�mites de esta plaza. En el siglo XVIII, es modificado el trazado de la Alcantarilla del Arenal durante las obras de canalizaci�n realizadas en el reinado de Carlos III, ampli�ndose su recorrido hasta la Calle de Alcal�.

Localizaci�n: Estaci�n de �pera, L�neas 2, 5 y Ramal de Metro. Acceso por la Plaza de Isabel II. 28013 Madrid. Madrid.


Madrid, Felipe II, Restos de la Fuente de los Ca�os del Peral

Restos de la Fuente de los Ca�os del Peral. Siglo XVI.

Por otro lado, a finales del siglo XVI, se canaliz� un manantial existente junto a la Puerta de Balnad�, en el barranco del Arenal, para la construcci�n de la Fuente de los Ca�os del Peral (llamada as� por un peral existente junto a la misma que le daba sombra), siendo tan abundante el agua que llegaba hasta ella que se pudo aprovechar para un lavadero anexo a �sta, dotado de 57 pilas, y para el riego en verano de los jardines del Alc�zar Real. La construcci�n de esta fuente debi� ser una obra de gran importancia para el municipio, como se puede deducir del hecho de que en la misma colaborase el Arquitecto Real Juan Bautista de Toledo.

La fuente, que contaba con una monumental fachada de sillares almohadillados de granito en estilo renacentista, tiene 34 metros de longitud, planta en forma de L y cuenta con seis ca�os sobre el mismo n�mero de pilas. Desde �stas, el agua sobrante era canalizada mediante ca�er�as subterr�neas, o alba�ales63, hasta el arroyo del Arenal.

Alrededor de la fuente se estructur� la Plazuela de los Ca�os del Peral, enlosada de piedra y rodeada perimetralmente por muros de considerable altura. En ella, se reun�an los vecinos y aguadores en espera de que les tocara el turno para llenar sus recipientes,

"Los aguadores llenar�n sus cubas cuando les toque la vez, sin dar lugar a disputas ni porf�a; en inteligencia de que cada turno equivale a un viaje, ya sea de un c�ntaro grande, ya de dos medianos, ya de cuatro que se llamen de carga" (Ordenanza de Polic�a Urbana y Rural para la Villa de Madrid y su entorno, 1847).

Era el de los aguadores un gremio64, formado mayoritariamente por asturianos y gallegos, existente hasta principios del siglo XX. Su labor consist�a en trasladar el agua para su venta desde las fuentes hasta los domicilios particulares, para lo cual la cargaban en burros.

En la Plaza de �pera, por encima de estos restos, podemos ver una reconstrucci�n a tama�o real de uno de los ca�os de la Fuente y en el suelo, dibujada, la planta original de �sta.

Localizaci�n: Estaci�n de �pera, L�neas 2, 5 y Ramal de Metro. Acceso por la Plaza de Isabel II. 28013 Madrid. Madrid.


Madrid, Cerca de Felipe II

Cerca de Felipe II. Siglo XVI.

Ante el crecimiento de la ciudad, en 1566 el soberano ordena construir la que ser�a conocida como Cerca de Felipe II, levantada no con fines militares, sino sanitarios, al poder limitar el tr�nsito de personas en caso de epidemias, y sobre todo fiscales, al poder as� controlar las entradas y salidas de personas y mercanc�as con los derechos de portazgo65 a que hubiera lugar. Esta cerca, de muy sencilla construcci�n, recorr�a perimetralmente una superficie de unas 125 hect�reas de extensi�n a trav�s de las calles de las Aguas, �guila, Calatrava, Santa Ana, Juanelo, Cabeza y Magdalena; atravesaba las manzanas que hoy se levantan entre la Plaza de Matute y la Calle Le�n, y entre las calles Echegaray y Ventura de la Vega; continuaba por las de Cedaceros, Arlab�n, Virgen de los Peligros, Aduana, Montera, Jacometrezo (por el tramo que actualmente forma parte de la Gran V�a), Preciados y la Plaza de Santo Domingo, pudiendo ser que aqu� finalizara, uni�ndose a la anterior Cerca del Arrabal, construida con id�nticos fines en 1438 bajo el gobierno de Juan II, rey de Castilla entre los a�os 1426 y 1454. Aunque de las dos anteriores cercas no quedan restos confirmados, s� que en el a�o 1991, durante la intervenci�n llevada a cabo para ampliar el edificio del Senado, apareci� un trozo de cerca que para algunos expertos, como el difunto profesor Don Manuel Montero Vallejo, Doctor en Historia y especialista en Arte y Urbanismo Medieval, sobre todo de Madrid, es posible que s� formara parte de la de Felipe II, si bien para otros es m�s l�gica su pertenencia a la del Arrabal.

La Cerca de Felipe II ten�a las siguientes siete puertas: las de la Vega, de Segovia, de Toledo, de Ant�n Mart�n, del Sol, de la Red de San Luis y de Santo Domingo, y un postigo, el de San Mart�n, situado entre las dos �ltimas.

La Puerta de la Vega, abierta a la vega del r�o y a las carreteras de Castilla y de Extremadura, era la misma que se hab�a levantado a la par que la muralla cristiana, entre finales del siglo XI o principios del XII. Se demoli� en el a�o 1708 para construir otra que desapareci� definitivamente en 1814.

La Puerta de Segovia, de la que part�an las carreteras de Castilla y Extremadura, estaba situada originalmente bajo el Viaducto de la Calle Segovia, frente a la Casa del Pastor, un edificio del siglo XVIII existente en el n�mero 21 de dicha calle que en los a�os 70 del pasado siglo XX fue derribado. La puerta desapareci� en 1570 tras las reformas realizadas durante el reinado de Felipe II, para ser construida de nuevo a principios del siglo XVII en otra posici�n, m�s cerca del Puente de Segovia. Considerada desde finales del siglo XVIII como una de las seis puertas de registro, o principales de Madrid, fue tirada en el a�o 1849 para construir otra al a�o siguiente que fue definitivamente derribada, junto a la Cerca de Felipe IV, en 1868.

La Puerta de Toledo, en donde comenzaban las carreteras de Toledo y Andaluc�a, se construy� en la calle de igual nombre, entre las calles de Calatrava y de Santa Ana, para sustituir a otra anterior de la Cerca del Arrabal, la de la Latina, levantada igualmente en la Calle de Toledo, junto a la Plaza de la Cebada. Fue trasladada, tras la construcci�n de la Cerca de Felipe IV, a una nueva posici�n frente a la Calle Capit�n Salazar Mart�nez, en donde permaneci� hasta 1813, a�o en que fue nuevamente derribada y trasladada su posici�n hasta el emplazamiento de hoy, en donde se yergue la actual Puerta de Toledo, construida entre los a�os 1813 y 1827.

Madrid, Felipe II, Mapa de las murallas, cercas y puertas de Madrid

Mapa de las murallas, cercas y puertas de Madrid tomado de nuestra p�gina de igual nombre. La l�nea verde muestra la muralla y el alc�zar �rabe; la azul, la cristiana; la roja, la cerca del Arrabal; la violeta, la Cerca de Felipe II; y la naranja, la Cerca de Felipe IV.

La Puerta de Ant�n Mart�n tomaba su nombre, al igual que la plazuela donde estaba situada, del cercano Hospital de San Juan de Dios, fundado por el religioso y m�dico Ant�n Mart�n de Dios (Mira, Cuenca, 1500 - Madrid, 1553).

La Puerta del Sol conserv� el mismo nombre que ten�a cuando formaba parte de la Cerca del Arrabal, a pesar de no ser la misma y haber trasladado su emplazamiento desde su anterior posici�n, entre las Calles de Carretas y de Montera, hasta otra situada en la Calle de Alcal�, aproximadamente frente a la Calle Virgen de los Peligros.

A su vez, la anterior sustitu�a a la Puerta de Guadalajara, ubicada en la Calle Mayor, junto a la Plaza Comandante de las Morenas, y que como parte de la muralla cristiana era la principal entrada, y la m�s fortificada, de Madrid. Por orden de Carlos I, fue derribada en 1538 para ensanchar la calle, y sustituida, en el mismo lugar, por otra que estuvo considerada como una de las m�s lujosas de Castilla. Estaba construida en estilo plateresco, y dos torreones de pedernal66 enmarcaban el arco de medio punto central que dejaba paso al camino de entrada, en forma de doble codo y tres revueltas. La puerta ten�a adosado, sobre una de sus torres, un reloj en el interior de un chapitel, levantado sobre cuatro pilares de ladrillo y dividido en dos cuerpos, uno para la esfera y otro para la campana. Sin embargo, a pesar de su fortaleza, tras la construcci�n de la Cerca de Felipe II perdi� su utilidad defensiva al quedar sobrepasada por �sta, quedando como una puerta ornamental, tal y como ocurri� en 1570 cuando fue engalanada con motivo de una entrada del rey. Otras caracter�sticas arquitect�nicas suyas eran el arco, de dimensiones m�s reducidas, existente sobre el arco de entrada, dispuesto como una capilla con las im�genes de la Virgen con el Ni�o en brazos y la del �ngel de la Guarda. Tambi�n se utilizaba, al igual que la de Santa Mar�a, como lugar en donde publicar los pregones, siendo su uso p�blico de celebraci�n o comunicaci�n lo que originar�a su final, ya que tras la victoria sobre Portugal, en 1580, fueron tantas las luminarias67 dispuestas sobre ella en se�al de celebraci�n que se declar� un incendio que la arruin�, siendo derribada en 1582. Tras su desaparici�n, las im�genes de la Virgen y del �ngel se trasladaron a la Iglesia de San Salvador, el mismo lugar a donde tambi�n fue llevado el reloj antes de su definitivo traslado a la Iglesia de Santa Cruz.

Pero �y qu� fue de la Puerta del Sol? Pues que desapareci� con el crecimiento de la ciudad para ser sustituida por la Puerta de Alcal�, no por la actual, sino por otra anterior levantada o bien en 1599, o bien entre 1636 y 1639 (las fechas depende de la fuente a consultar) en la Calle de Alcal�, aproximadamente frente a la Calle de Alfonso XI, y que constitu�a m�s un arco monumental que una puerta realmente, ya que hasta la construcci�n de la Cerca de Felipe IV no estuvo unida a ninguna. �sta, a su vez, ser�a sustituida en 1764 por la Puerta de Alcal� hoy existente para celebrar la llegada del nuevo rey Carlos III a Madrid. Con estos datos, podemos sumar hasta seis puertas que han existido a lo largo de la historia en el eje Calle Mayor - Calle Alcal�: Puerta de Guadalajara (I), Puerta de Guadalajara (II), Puerta del Sol (I), Puerta del Sol (II), Puerta de Alcal� (I) y Puerta de Alcal� (II).

La Puerta de la Red de San Luis, situada en la Red de San Luis, nombre con el que se conoce el tramo Norte de la Calle Montera en su uni�n con la Gran V�a, se abr�a a los caminos de Hortaleza y de Fuencarral. El nombre de 'red' proviene de un mercado de pan existente en este lugar y que utilizaba redes para proteger el producto del robo, mientras que el nombre 'de San Luis' lo ten�a por la Iglesia de San Luis Obispo que se levantaba en la Calle Montera.

La Puerta de Santo Domingo, levantada en la plazuela de igual nombre, es la misma puerta anterior de id�ntica denominaci�n de la Cerca del Arrabal. Tanto la plazuela como la puerta tomaban el nombre del Convento de Santo Domingo el Real, actualmente desparecido, fundado en este lugar en 1212 por Santo Domingo de la Calzada.

El Postigo de San Mart�n, ubicado entre las dos puertas anteriores e igualmente que la �ltima de ella, perteneciente a la Cerca del Arrabal. Primero se encontraba a la altura de la esquina de la Calle del Postigo de San Mart�n con la Calle de las Navas de Tolosa, y posteriormente se traslad� hasta la altura de la Plaza del Callao. El nombre lo tomaba tanto por la cercan�a del tambi�n inexistente Convento de San Mart�n, como por servir este postigo de entrada al arrabal de San Mart�n.

Varias de estas antiguas puertas han conservado sus nombres en diversos lugares del Madrid actual, tales como plazas o calles, siendo quiz�s el m�s caracter�stico la Plaza de la Puerta del Sol.

Localizaci�n: En la Calle Bail�n, entre el Palacio del Senado y el antiguo Palacio del Secretario de Estado. 28013 Madrid. Madrid.


Madrid, Felipe II, Grutas de Felipe II

En la imagen vemos la estructura que actualmente (diciembre de 2015) est� protegiendo los restos de las Grutas de Felipe II, del Siglo XVI.

En 1562, Felipe II le compra a Don Fadrique de Vargas, miembro de la importante familia madrile�a de los Vargas, entre cuyos miembros cabe destacar a Don Iv�n, se�or de San Isidro, o a Don Francisco, importante pol�tico durante los reinados de Isabel I y de Carlos I, una casa de campo de peque�as dimensiones que pose�a al Oeste del r�o Manzanares, en la actual Casa de Campo de Madrid, a la que le ha dado nombre. De dicha vivienda hablamos en la p�gina de Carlos III, ya que fue durante su reinado y de manos de su arquitecto favorito, Francisco Sabatini, cuando la casa tom� gran parte de su imagen actual. La construcci�n que aqu� nos interesa, situada junto a esta misma casa, por su lateral Oeste, es la conocida como Grutas de Felipe II, o La Lonja, realizada, al parecer, por Juan Bautista de Toledo o Gaspar de la Vega, ambos arquitectos. Estas grutas, construidas en estilo renacentista al igual que el jard�n, llamado el Reservado Chico, con que tras la adquisici�n real se rode� la antigua posesi�n de Don Fadrique, constituyen el �nico vestigio de un jard�n del Renacimiento existente en la ciudad de Madrid.

El pabell�n de las grutas, construido con ladrillos (de una gran exquisitez �stos, propia de trabajadores orientales) y cubierto con pizarra, era de planta rectangular �nica, con �bsides en ambos extremos y dividido en cinco tramos independientes, separados de los muros perimetrales y comunicados unos con otros al igual que, por su costado oriental, con el jard�n del palacete. Cada tramo estaba rematado por una b�veda rebajada apoyada sobre columnas (toscanas con bases peraltadas68) y pilares, las primeras para los espacios centrales y los �ltimos para los extremos. Cada uno de los cinco espacios estaba profusamente decorado, quedando en algunos de sus pa�os molduras decoradas con sirenas, u hornacinas vac�as que han podido contener esculturas en otros tiempos. Las grutas contaban con la Sala del Mosaico, c�lebre por su rica policrom�a, y la Sala de Burlas, en donde diferentes surtidores escondidos sorprend�an al visitante. En su parte exterior, por el lateral que comunicaba con el jard�n, contaba con una exedra69 de planta poligonal por la que se pod�a descender hasta las huertas a trav�s de un tramo de escalones situado al fondo de la misma.

Lamentablemente, de los cinco tramos originales s�lo han quedado los dos situados m�s al Sur; hay que tener en cuenta que en el siglo XVIII, sobre las grutas se construyeron viviendas, ya desaparecidas, para los jardineros y guardas de los jardines, mientras que en el XIX se derrumb� parte del conjunto y se construy�, junto a uno de sus bordes, un edificio para los guardias. En la actualidad, tras las intervenciones llevadas a cabo para evitar que contin�e su deterioro, hay previstas otras de restauraci�n de lo que se ha conservado, sin perjuicio de que en un futuro se recuperen, al menos en parte, los jardines de Felipe II.

Localizaci�n: En el Reservado Chico del parque de la Casa de Campo. 28011 Madrid. Madrid.


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Lourdes Morales Farf�n es Licenciada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. ↑



GLOSARIO

- 1 Leyenda Negra: Relato desfavorable y generalmente infundado sobre alguien o algo.
- 2 Morisco: Dicho de una persona: Musulmana, que, terminada la Reconquista, era bautizada y se quedaba en Espa�a.
- 3 Otomano: Natural de Turqu�a, pa�s de Europa y Asia.
- 4 Berberisco: Bereber. // Natural de Berber�a, regi�n del norte de �frica. // Perteneciente o relativo a Berber�a o a los bereberes. // Dicho de una persona: De la raza que habita el �frica septentrional desde los desiertos de Egipto hasta el oc�ano Atl�ntico y desde las costas del Mediterr�neo hasta el interior del desierto del Sahara.
- 5 Hugonote: Seguidor de la doctrina de Calvino en Francia.
- 6 Comunero: Nombre que se les da a aquellos que participaron en el levantamiento armado de Castilla, de 1520 a 1522, que se conoci� como Guerra de las Comunidades.
- 7 Hereje: Persona que niega alguno de los dogmas establecidos en una religi�n.
- 8 Ducado: Moneda de oro que se us� en Espa�a hasta fines del siglo XVI, de valor variable.
- 9 Tablero: Estructura que sostiene la calzada de un puente.
- 10 Dique: Muro o construcci�n para contener las aguas.
- 11 D�rsena: Parte de un puerto resguardada artificialmente y adecuada para el fondeo y la carga y descarga de embarcaciones.
- 12 Sillar: Piedra labrada, por lo com�n en forma de paralelep�pedo rect�ngulo, que forma parte de un muro de siller�a.
- 13 Almohadillado: Que tiene almohadillas14.
- 15 Almohadilla: Parte del sillar que sobresale de la obra, con las aristas achaflanadas o redondeadas.
- 16 Tajamar: Parte de un apoyo o pila de un puente para cortar el agua y disminuir su empuje.
- 17 Bisel: Corte oblicuo en el borde o en la extremidad de una l�mina o plancha, como en el filo de una herramienta, en el contorno de un cristal labrado, etc.
- 18 Pretil: Murete o vallado de piedra u otra materia que se pone en los puentes y en otros lugares para preservar de ca�das.
- 19 Herreriano: Perteneciente o relativo a Juan de Herrera, arquitecto espa�ol del siglo XVI.
- 20 Manzana: Espacio urbano, edificado o destinado a la edificaci�n, generalmente cuadrangular, delimitado por calles por todos sus lados.
- 21 Hospital de sangre: Sitio o lugar que se destina a la primera cura de los heridos en campa�a.
- 22 Columna toscana: Columna perteneciente al orden toscano, con altura de catorce m�dulos23, fuste24 liso con mucho �ntasis25, capitel26 de molduras y basa27 �tica28 simplificada.
- 23 M�dulo: Medida que se usa para las proporciones de los cuerpos arquitect�nicos. En la antigua Roma, era el semidi�metro del fuste en su parte inferior.
- 24 Fuste: Parte de la columna que media entre el capitel y la basa.
- 25 �ntasis: Parte m�s abultada del fuste de algunas columnas.
- 26 Capitel: Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentaci�n, seg�n el orden arquitect�nico a que corresponde.
- 27 Basa: Asiento sobre el que se pone la columna o la estatua.
- 28 Basa �tica: Basa formada por una escocia29 entre dos filetes30 y dos toros31, muy usada y de la que se derivaron otras.
- 29 Escocia: Moldura c�ncava cuya secci�n est� formada por dos arcos de circunferencias distintas, y m�s ancha en su parte inferior.
- 30 Filete: Componente de una moldura en forma de lista larga y angosta.
- 31 Toro: Bocel. // Moldura convexa lisa, de secci�n semicircular y a veces el�ptica.
- 32 Adobe: Masa de barro mezclado a veces con paja, moldeada en forma de ladrillo y secada al aire, que se emplea en la construcci�n de paredes o muros.
- 33 Enfoscado: Capa de mortero con que est� guarnecido un muro.
- 34 Aparejo: Forma y modo de disponer, tallar y enlazar los materiales de una construcci�n.
- 35 Mamposter�a: Obra hecha con mampuestos36 colocados y ajustados unos con otros sin sujeci�n a determinado orden de hiladas o tama�os.
- 36 Mampuesto: Piedra sin labrar que se puede colocar en obra con la mano.
- 37 Montero mayor: Oficial de palacio que ten�a a su cargo las cacer�as reales.
- 38 Favorito: Persona que tiene privanza39 con un rey o personaje.
- 39 Privanza: Primer lugar en la gracia y confianza de un pr�ncipe o alto personaje, y, por extensi�n, de cualquier otra persona.
- 40 Dote: Conjunto de bienes y derechos aportados por la mujer al matrimonio, que tiene como finalidad atender al levantamiento de las cargas comunes y que le deber� ser devuelto una vez disuelto aquel. // Congrua41 o patrimonio que se entrega al convento o a la orden en que va a tomar estado religioso una profesa.
- 41 Congrua: Renta m�nima de un oficio eclesi�stico o civil o de una capellan�a42 para poder sostener dignamente a su titular.
- 42 Capellan�a: Fundaci�n en la que ciertos bienes quedan sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas p�as.
- 43 Bula: Documento pontificio relativo a materia de fe o de inter�s general, concesi�n de gracias o privilegios o asuntos judiciales o administrativos, expedido por la Canciller�a Apost�lica y autorizado por el sello de su nombre u otro parecido estampado con tinta roja.
- 44 Eclecticismo: Combinaci�n de elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades.
- 45 Alfonso VI: Alfonso VI el Bravo, 1040-1109. Como rey de Castilla y Le�n, conquist� Madrid y Toledo, la antigua capital visigoda. Es el monarca afrentado por el Cid en el Cantar del M�o Cid.
- 46 Alonso Guti�rrez: En el a�o 1493, fue nombrado Tesorero de la Hermandad por los Reyes Cat�licos; dos a�os despu�s, en 1495, se le design� Tesorero de la Casa de la Moneda de Toledo; en 1504, fue nombrado Tesorero Real de Carlos I. El 24 de diciembre de 1538, falleci�, instal�ndose su tumba en la desaparecida Iglesia de San Mart�n, en Madrid.
- 47 Yeser�a: Obra hecha de yeso.
- 48 Refectorio: En las comunidades y en algunos colegios, habitaci�n destinada para juntarse a comer.
- 49 Front�n: Remate triangular o curvo de una fachada, un p�rtico, una puerta o una ventana.
- 50 Flamero: Candelabro que, por medio de mixtos contenidos en �l, arroja una gran llama.
- 51 Zagu�n: Espacio cubierto situado dentro de una casa, que sirve de entrada a ella y est� inmediato a la puerta de la calle.
- 52 Plateresco: Dicho de un estilo espa�ol de ornamentaci�n: Empleado por los plateros del siglo XVI, aprovechando elementos de las arquitecturas cl�sica y ojival. // Dicho de un estilo arquitect�nico: Que se desarroll� en Espa�a en el siglo XVI y que se caracteriza por una ornamentaci�n que recuerda las filigranas de los plateros.
- 53 Mud�jar: Dicho de un estilo arquitect�nico: Que floreci� en Espa�a desde el siglo XIII hasta el XVI, caracterizado por la conservaci�n de elementos del arte cristiano y el empleo de la ornamentaci�n �rabe.
- 54 B�veda de ca��n: B�veda de superficie generalmente semicil�ndrica que cubre el espacio comprendido entre dos muros paralelos.
- 55 Escurialense: Perteneciente o relativo al monasterio de El Escorial.
- 56 Pa�o: Lienzo de pared.
- 57 �culo: Ventana peque�a redonda u ovalada.
- 58 Orante: Dicho de una figura humana: Representada en actitud de orar.
- 59 Sociedad "La Peninsular": Se puede decir, como explica Isabel R. Chumilla en su libro "Vivir de las rentas: el negocio del inquilinato en el Madrid de la restauraci�n", que fue una inmobiliaria precoz, propiedad de Pascual Madoz, pol�tico del siglo XIX que llev� a cabo la famosa Ley de Desamortizaci�n en 1855 con la que se declaraban en venta, entre otras, todas las propiedades del Estado y del clero, salvo algunas excepciones. "La Peninsular" compr� suelo entre 1861 y 1865. En el caso que nos ocupa, las nuevas alineaciones de casas provocaron derribos en la Calle de Preciados, donde se edific� obra nueva.
- 60 Paraninfo: En algunas universidades, sal�n de actos.
- 61 Colmatado: Rellenar una hondonada o depresi�n del terreno mediante sedimentaci�n de materiales transportados por el agua. // Rellenar una hondonada mediante procedimientos artificiales.
- 62 Esgueva: Zanja de desag�e.
- 63 Alba�al: Canal o conducto que da salida a las aguas residuales.
- 64 Gremio: Corporaci�n formada por los maestros, oficiales y aprendices de una misma profesi�n u oficio, regida por ordenanzas o estatutos especiales. // Conjunto de personas que tienen un mismo ejercicio, profesi�n o estado social.
- 65 Portazgo: Derechos que se pagan por pasar por un sitio determinado de un camino.
- 66 Pedernal: Variedad de cuarzo, compacto, trasl�cido en los bordes y que produce chispas al ser golpeado.
- 67 Luminaria: Luz que se pone en ventanas, balcones, torres y calles en se�al de fiesta y regocijo p�blico.
- 68 Peraltar: Levantar la curva de un arco, b�veda o armadura m�s de lo que corresponde al semic�rculo.
- 69 Exedra: Construcci�n descubierta, de planta semicircular, con asientos fijos en la parte interior de la curva.

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BIBLIOGRAFIA Y ENLACES EXTERNOS:
- Ram�n Guerra de la Vega: "Madrid de los Austrias. Gu�a de Arquitectura"; ISBN: 84-398-1478-X; Dep�sito Legal: M.16286-84.
- Ram�n Guerra de la Vega: "Gu�a para visitar las Iglesias y Conventos del Antiguo Madrid"; ISBN: 84-88271-12-3; Dep�sito Legal: M-43866-1996.
- Pedro Francisco Garc�a Guti�rrez y Agust�n Francisco Mart�nez Carbajo: "Iglesias de Madrid"; Ediciones La Librer�a; Madrid, 2006; ISBN-10: 84-96470-48-2; ISBN-13: 978-84-96470-48-4; Dep�sito Legal: M-34219-2006.
- Pedro Francisco Garc�a Guti�rrez y Agust�n Francisco Mart�nez Carbajo: "Iglesias conventuales de Madrid"; Ediciones La Librer�a; Madrid, 2011; ISBN: 978-84-9873-105-7; Dep�sito Legal: S-28-2011.
- VV.AA. bajo la direcci�n de Amparo Berrinches Ac�n: "Arquitectura de Madrid. Tomo 1: Casco hist�rico"; Edita la Fundaci�n COAM; Madrid, 2003; ISBN (obra completa): 84-88496-68-0; ISBN (Tomo 1): 84-88496-70-2; Dep�sito Legal: M-50.484-2003.
- Jos� del Corral: "El Madrid de los Austrias"; Editorial El Avapies, S.A.; Madrid, 1984; ISBN:84-86280-01-X; Dep�sito Legal: M-40.465/1983.
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- Mar�a Isabel Gea Ortigas: "Las murallas de Madrid"; n� 2 de la Colecci�n 'La Peque�a Biblioteca de Madrid'; Ediciones La Librer�a; Madrid, 2008; ISBN: 978-84-89411-29-6; Dep�sito Legal: M-1112-2008.
- Fidel Revilla y Rosal�a Ramos: "Historia breve de Madrid"; n� 7 de la Colecci�n 'Madrid de Bolsillo'; Ediciones La Librer�a; Madrid, 2007; ISBN: 978-84-87290-2007; Dep�sito Legal: M-42000-2007.
- Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provicias - http://www.femp.es/_Q5p40P49iLjmNSCIC0-9Jw
- Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - Austrias
- Francisco Javier S�nchez Cant�n: "La Casa de las Siete Chimeneas"; Edici�n digital a partir de Bolet�n de la Real Academia de la Historia, tomo 117 (1945), pp. 165-169.
- "La sede de la FEMP, un edificio con cuatro siglos de historia", Carta Local n� 75, Octubre 1996, Revista de la Federaci�n Espa�ola de Municipios y Provincias, pp. 30-34.
- REAL DECRETO 317/1994, de 18 de febrero, por el que se declara bien de inter�s cultural, con categor�a de monumento, el monasterio de las Descalzas Reales, sito en la plaza de las Descalzas, n�mero 1, Madrid. Bolet�n Oficial del Estado (BOE) n� 64, de mi�rcoles, 16 de marzo de 1994.
- DECRETO 84/1996, de 6 de junio, por el que se declara Bien de Inter�s Cultural en la categor�a de Monumento el Puente de Segovia de la Villa de Madrid. Bolet�n Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) n� 153, pp. 16 y 17, de viernes, 28 de junio de 1996.
- RESOLUCI�N de 1 de julio de 1996, de la Secretar�a General T�cnica de Presidencia, por la que se corrigen errores a la publicaci�n de los Decretos 82, 83, 84, 85 y 86/1996, de 6 de junio. Bolet�n Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) n� 161, p�g. 6, de lunes, 8 de julio de 1996.
- Patrimonio Nacional
- Memoria de Madrid
- Monumentamadrid
- DRAE

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