Francisco I. Madero, Biograf�as, Banco de M�xico

Francisco I. Madero nació en Parras, Coahuila, el 30 de octubre de 1873, en el seno de una de las familias más acaudaladas del norte del país. Realizó parte de sus estudios en Francia y Estados Unidos.

En 1893 se estableció en San Pedro de las Colonias, con la finalidad de hacerse cargo de los negocios familiares. En su faceta de empresario, Madero se caracterizó por buscar una mayor justicia social. Por ejemplo, pagaba buenos salarios a sus trabajadores y estableció escuelas de enseñanza básica, comedores públicos y un hospital. Además, aprendió y ejerció la homeopatía para ayudar a los jornaleros de su hacienda. En 1903, contrajo matrimonio civil y religioso con Sara Pérez Romero, quien a partir de entonces se convirtió en su compañera en la labor de promoción del cambio social y político.

En 1904 incursionó en el periodismo y la política. En el periódico local El Demócrata, Madero publicó artículos en los que plasmó sus ideas sobre los derechos humanos, el sufragio y la libertad. En 1908 escribió su libro La sucesión presidencial en 1910, en el cual hizo una dura crítica al poder absoluto y a la perpetuación de Porfirio Díaz en la presidencia y propuso la creación de un régimen democrático, convocando a la creación del Partido Nacional Democrático para contender en las elecciones de 1910.

Al año siguiente constituyó el Centro Antirreeleccionista de México y fundó el periódico El Constitucional. A mediados de 1909 inició una serie de giras que lo llevaron a recorrer gran parte del país. El 15 de abril de 1910, durante la “Gran Convención del Partido Antirreeleccionista”, fue nombrado candidato a la Presidencia de la República. En su campaña, que fue la primera campaña electoral moderna en la historia del país, Madero viajó a varias ciudades, convocando multitudes a su paso y convirtiéndose en un serio desafío para el gobierno de Porfirio Díaz, por lo que éste decidió detenerlo con el argumento de que alteraba el orden, siendo aprehendido en Monterrey el 7 de junio de 1910. Las elecciones se llevaron a cabo mientras él estaba cautivo, como resultado de ellas se declaró el triunfo de Porfirio Díaz para un nuevo periodo. A finales del mes, Madero fue trasladado a San Luis Potosí, donde fue puesto en libertad bajo caución.

Madero denunció y documentó el fraude electoral, pidiendo la anulación de las elecciones. Su reclamo no fue atendido, por lo que escapó de San Luis y se dirigió a San Antonio, Texas, lugar donde, el 5 de octubre de 1910, se publicó el Plan de San Luis, documento que fue distribuido de manera clandestina. En dicho Plan, se desconocía el gobierno de Porfirio Díaz al declarar nulas las elecciones para presidente y vicepresidente, así como para magistrados de la Suprema Corte, diputados y senadores. Además, señalaba que la vía de las urnas ya no era el camino para sustituir a Díaz, por lo que convocaba a la insurrección para hacer valer los derechos democráticos del pueblo mexicano, fijando las 6 de la tarde del 20 de noviembre de 1910 como la fecha señalada para iniciar la revolución, y prometiendo convocar a un nuevo proceso electoral una vez que terminara la rebelión.

Los primeros levantamientos armados se presentaron en el norte del país, propagándose por otras entidades del centro y sur de la República. El golpe de gracia para el gobierno porfirista se dio el 10 de mayo de 1911, cuando Pascual Orozco y Francisco Villa capturaron Ciudad Juárez. Las negociaciones llevaron a la firma del Convenio de Ciudad Juárez, en el que se estipulaban, como condiciones para retomar la paz, la renuncia de Díaz y la convocatoria a nuevas elecciones. Se nombró presidente interino a Francisco León de la Barra y Madero se comprometió a licenciar a las tropas revolucionarias.

Porfirio Díaz renunció a la presidencia el 25 de mayo y, al día siguiente, entró en funciones León de la Barra. Madero ingresó a la capital del país el 7 de junio de 1911, en medio de una gran algarabía. En agosto fundó el Partido Constitucional Progresista, del que fue candidato a la presidencia. Aunque consiguió una aplastante victoria en las elecciones realizadas en octubre, y su gobierno fue un ejemplo de democracia y libertades políticas, que trató de resolver los problemas nacionales a través de la ley y las instituciones, sólo pudo gobernar 15 meses. El gobierno de Madero enfrentó cuatro rebeliones, la de Bernardo Reyes y Félix Díaz, que buscaban restaurar el régimen porfirista y la de Emiliano Zapata y Pascual Orozco, sus antiguos aliados. El gobierno de Madero no pudo consolidarse y enfrentó una quinta rebelión de un sector del ejército federal, el ejército al que había derrotado pero al que le había permitido permanecer, dándole un papel protagónico para combatir las rebeliones.

Al estallar la llamada Decena Trágica el 9 de febrero de 1913, Lauro Villar, jefe militar de la plaza de la ciudad de México, resultó herido y Madero no tuvo otra opción que nombrar comandante militar a Victoriano Huerta, quien entró en negociaciones con los insurrectos, y tras diez días de combates en la capital, consumó la traición hacia Madero. El 18 de febrero, en el Palacio Nacional, Madero y su vicepresidente José María Pino Suárez fueron aprisionados, aislados y obligados a firmar su renuncia mientras Huerta asumía la presidencia. El 22 de febrero de 1913, Madero, en compañía de Pino Suárez fue trasladado a la Penitenciaría de Lecumberri, y ambos fueron asesinados a espaldas de dicho edificio. La muerte de Madero, el apóstol de la democracia, originó una segunda etapa de la Revolución Mexicana que buscaba recuperar sus ideales y culminar la obra iniciada por él.

Fuentes:
Francisco I. Madero, Epistolario, México, INEHRM, 1985

Ross, Stanley, Francisco I. Madero, apóstol de la democracia, México, Grijalbo, 1959.

Ávila, Felipe y Salmerón, Pedro, “La revolución democrática”, en Breve historia de la Revolución Mexicana 1910-1920, México, Crítica, 2017.