Y ning�n d�a le aclamaron tantos y tanto como aquel 29 de octubre de 2017. Pero no eran los suyos. Tal vez no haya aplauso m�s indeseable para un pol�tico. Pero...
Francisco Frutos, que falleci� este domingo en Madrid a los 80 a�os, enfermo de c�ncer desde largo, nunca atendi� a reveses sino a convicciones, radicalmente as�. Vivi� a pecho descubierto y lo hizo hasta las �ltimas. Ese d�a de octubre de 2017, 48 horas despu�s de la declaraci�n de independencia, en tanto que ex secretario general del PCE (1998-2009), fue la mayor novedad en la marcha �por la convivencia� y contra el separatismo. Relevante e inesperado, como representaci�n de esa izquierda m�s all� del PSOE por donde el soberanismo no ha dejado de ampliar su base, engullendo palmo a palmo la herencia del PSUC, los comunistas catalanes, la sigla con la que Frutos fue diputado en las primeras auton�micas.
29 de octubre de 2017. Desde la tribuna, con ese dedo al aire que para el pulso en un comit� central, el ex l�der comunista lanz� su verdad, tan fundamentada en hechos, un reproche a "esa izquierda c�mplice que se dice que no es nacionalista, pero que se va detr�s de los nacionalistas y les baila el agua�. Clam�: "�Qu� hace esta izquierda que no esta aqu�, como lo est� la izquierda real?". Habl� "en nombre de la izquierda no nacionalista", y aclar�, con el internacionalismo y el marxismo intactos: "Suponiendo, permitidme la iron�a, que exista la izquierda nacionalista". Y quiso ser, "utilizando el lenguaje del enemigo, un botifler" [traidor] al "sectarismo" separatista, pero quiso, sobre todo, dar voz a "la gente trabajadora a la que enfrent�is sin motivo alguno".
Sus palabras le sirvieron una catarata de elogios de antiguos enemigos y no supusieron ning�n efecto en la izquierda donde fue dirigente durante cuatro d�cadas, tan decantada hacia el 'derecho a decidir'. Pero esas palabras recordaron a una parte silenciada y/o reconvertida, casi extinta, de la sociedad catalana, aquella de cintur�n rojo, de hoz y martillo festivo, que en Catalu�a fue masa, con casi el 20% en las primeras elecciones generales y decenas de alcald�as tras la Transici�n. Legendario PSUC, al que Frutos se uni� en 1963, antes de volcarse en Comisiones Obreras..
Nacido en Calella (1939), hijo de campesinos, eso fue hasta los 25 y no dej� de serlo: de camisa sencilla y lustre en el porte, siempre parec�a un agricultor aseado despu�s de una jornada de fatigas, ajeno a toda solemnidad. Y siempre claro y directo, tambi�n con los adversarios en casa, entre purgas a las que no fue ajeno. Fue su rutina de partido, en una lucha de d�cadas contra la decadencia.
Porque fue secretario general del PSUC unos meses de 1981-82, cuando las fugas prominentes se encadenaban con los d�as. Porque viaj� a Madrid poco despu�s, cuando Gerardo Iglesias intentaba salvar la salida de Santiago Carrillo y evitar la propia desaparici�n del PCE. Y porque los primeros 90, esperanzadores para la izquierda de estirpe comunista en Espa�a, con Frutos como diputado (de 1993 a 2004), fueron la �ltima brazada del ahogado.
En esa fase, se puso al frente, como cartel electoral de Izquierda Unida en 2000, cuando Anguita se apart� por sus problemas card�acos. En la desesperaci�n, Frutos firm� un pacto con el PSOE de Joaqu�n Almunia, un programa de gobierno que nunca ser�a. Perdi� ocho de sus 21 diputados. En la pugna interna por dirigir IU, cedi� ante Gaspar Llamazares. Primer adi�s de Frutos.
Ese pacto de gobierno, por cierto, provoc� que un joven llamado Pablo Iglesias, prometedor militante de las Juventudes Comunistas, rompiese su carnet. Se volver�an a cruzar 15 a�os despu�s. La noche que llev� a Manuela Carmena, con el aval de Podemos, a la Alcald�a de Madrid, fue la del adi�s (casi) definitivo de Frutos, que hasta ese momento defendi� una IU independiente, incluso frente a los dirigentes nacionales de la formaci�n y hasta el punto de la ruptura. Esa IU desapareci� aquella noche del Ayuntamiento de la capital y de la Comunidad de Madrid. Y sentado en una esquina del escenario con el logo de la formaci�n, solo, se qued� Paco Frutos. La siguiente vez que subi� a una tribuna, se hizo justicia.
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