Lo he vuelto a hacer. Por curiosidad, sobre todo, porque la conocía de antes y me había encandilado . He visto los nueve capítulos de Vernon Subutex, la adaptación de la última novela de Virginie Despentes. La autora de esta magistral adaptación se llama Cathy Verney, una actriz, guionista y directora francesa, enfocada especialmente en series de televisión. Si vais a su Instagram, veréis que apenas ha hecho promoción de su serie, sólo tiene tres publicaciones, y su página de la Wikipedia es mínima y se encuentra en construcción. Yo no la perdería de vista. La puesta en escena, el trabajo sobre los actores y actrices, los diálogos entre imágenes y música especialmente, son apasionantes. Lógicamente quedan fuera muchas cosas, pero la esencia está ahí.

Aquí el trailer:

A diferencia de los tres tomos de la novela, he ido dosificando los capítulos, de unos cuarenta y cinco minutos, para disfrutarlos.

Vernon Subutex es un antiguo vendedor de discos desahuciado, un melómano que, por incapacidad o indolencia o vete a saber, no ha sido capaz de adaptarse al cambio de paradigma social y económico del siglo XXI. De repente, nadie compra más discos. Y así ha perdido a todos sus clientes, se ha visto obligado a cerrar la tienda y por último, es expulsado del piso donde vivía de alquiler.

Este loser con nombre de suavizante, encarnado por Romain Duris (lo conoceréis de L’auberge espagnole, Una casa de locos) un tipo simpático, repelente y conmovedor a partes iguales, que tiene que buscarse la vida ocupando los sofás de los amigos, resulta muy creíble.

En esta historia vais a encontrar un amplio escaparate sociológico, aderezado con una banda sonora excepcional, una buena dosis de intriga, amistad, humor y sexo. A propósito de tensión sexual, no perdáis de vista la relación entre la tierna Anaïs con la Hiena, un personaje oscuro y polifacético, lleno de matices: la Hiena es una mujer fuerte, dura (incluso violenta) e independiente, detective privado y motera, pero con su puntito sensible y honesto. A esta relación lésbica, un poco diluida en el ambiente tan cargado de la novela, le han dado un especial protagonismo en la serie. Más allá de cómo es la relación entre ellas, se agradece la exposición normalizada de sus vaivenes afectivos y sexuales. En cualquier caso, el encuentro con Anaïs, ¿cambiará muchas cosas?

Mujeres rebeldes, burguesas, sumisas, bipolares, sin techo, transexuales, ex extrellas de porno, desfilan por esta galería de personajes. La Hiena es medio atravesada, pero es la única, dentro de todo lo que se ve, que tiene agallas para llevar su vida adelante. Es promiscua, pero no es una depredadora, ni se deja avasallar. Es el personaje con más carácter de esta historia coral. No es un personaje para admirar, pero nadie le pasa por encima. El resto, hombres y mujeres, andan bastante vapuleados. Se agradece infinito un personaje así.

¿Qué tiene la serie que no ofrece la novela? La posibilidad de disfrutar del universo musical que rodea al protagonista, la música tiene la facultad de establecer transiciones entre sus pensamientos y sus estados de ánimo: como bien señala Ángeles Gómez Sinde, nuestra ex Ministra de Cultura, en su adaptación cinematográfica, la serie permite más lenguajes superpuestos. Pero no vamos a ahondar en comparaciones porque, en definitiva, la serie es un exquisito reconcentrado de una gran novela.

Leed Vernon Subutex y ¡hacedlo antes para gozar más de la serie! A Virginie Despentes hay que acercarse con precaución. Es impredecible y brutal. No os recomendaría ni sus películas ni sus cuentos, a no ser que hayáis leído y digerido al marqués de Sade y cosas de ese calibre. En cambio, su ensayo Teoría King-Kong y Vernon Subutex son de una brutalidad deliciosa. Por cierto, la traducción española de la Teoría King-Kong, a cargo de una tal Beatriz Preciado, es una auténtica maravilla.

Último aviso, y disculpadme el mini-spoiler, la novela es brillante, adictiva y absorbente. La serie abarca únicamente los dos primeros tomos. No se sabe si habrá una segunda temporada. Pero para mí, llega bien así.