Por qué Érase una vez en Hollywood es la película más completa de Tarantino

Más Tarantino que nunca.

Por qué Érase una vez en Hollywood es la película más completa de Tarantino

Quentin Tarantino lleva desde los inicios de su carrera obsesionado con el western y con una manera de hacer cine muy concreta que actualmente ya no existe. Hablamos de un director nacido en los sesenta y criado prácticamente en un videoclub que hasta lleva en el nombre a un personaje de Gunsmoke –obra muy importante para conocer a fondo Érase una vez en Hollywood, que a su vez hace referencia al film Once Upon a Time in the West- la serie de televisión más longeva en los Estados Unidos superada únicamente por Los Simpson. De un director que consiguió remover el estómago de todo un festival con su ópera prima. La proyección de Reservoir Dogs en el festival de Sundance fue tildada por algunos como enfermiza y macabra. Se le recomendó a Tarantino, incluso, que retirase la secuencia en la que se le corta la oreja a uno de los personajes por hacer espectáculo a raíz de una mutilación. El mismo director que, posteriormente, tuvo el coraje de introducir animación dentro de Kill Bill. Convirtiendo dicha obra en una pieza artesanal a la que pocos podrían compararse.

En los años cincuenta la televisión aterrizo sobre la cultura americana como un puñetazo en la cara. Un puñetazo que iba dirigido al cine y a las formas de expansión que este podía tener más allá de las salas de proyección con pantalla gigante. A medida que iban pasando los años, cada vez era más habitual ver televisores en las casas como si se tratase de un familiar más. Fue entonces cuando las series empezaron a agrupar a las personas días determinados de la semana a una hora concreta para ver qué era lo que pasaba con los personajes de sus ficciones seriales favoritas. Tarantino, aparte de vivir encerrado en un videoclub, también mamo de esa cultura popular que se extendía como la pólvora en una época en la que Hollywood era intratable.

En Érase una vez en Hollywood, el director de Pulp Fiction hace homenaje a productos como la mencionada Gunsmoke y la decadencia a la que se enfrentan sus protagonistas al ver que la cinematografía avanza hacia otros derroteros en los que ellos no parecen tener cabida. La inadaptación de viejas glorias que tuvieron que buscar la fama fuera de sus hogares para poder seguir esgrimiendo sus habilidades interpretativas. Y esa decadencia viene en forma del demonio de Hollywood: la secta de Charles Manson y el asesinato de Sharon Tate. Acto que supuso el cambio definitivo de la industria hacia nuevos caminos.

Érase una vez en Hollywood es una culminación de su estudio y oda al western; tanto americano como europeo. Del fenómeno que supuso para que Hollywood alcanzase una época dorada a la que jamás ha regresado. Y de la que cada vez se aleja más. Django: Desencadenado y Los Odiosos Ocho son quizá los ejemplo más claros dentro de su carrera por intentar sumarse a esa corriente de magnos directores del lejano oeste, y para plasmar su amor por obras de Sergio Leone, Sergio Corbucci o Enzo G. Castellari.

<body>Fotografía de Andrew Cooper/©2019 Sony Pictures Entertainment.<br /></body>
Fotografía de Andrew Cooper/©2019 Sony Pictures Entertainment.

Durante el siglo XXI lo que más ha movido a las más ha movido a las masas han sido las películas de superhéroes. Tanto, que hasta funcionan como eventos que sirven de punto de reunión para que los seguidores de dicho contenido audiovisual celebren cada obra que llega a la pantalla grande. Es un plano similar a lo que ocurría en la época dorada de Hollywood, esos años sesenta a los que Tarantino dedica su film, con los westerns.

Era el género de moda y por excelencia en el cine. Fue uno de los géneros que estructuró las bases sobre las que se rige a día de hoy el cine tal y como lo conocemos. Asalto y robo a un tren de Edwin S. Porter fue dicho precursor de maquetar todos los elementos típicos del género con unos recursos primitivos y unas bases cinematográficas que aun estaban naciendo: los bandidos, un asalto a un tren en movimiento, el atraco a mano armada, la huida y posterior captura de los maleantes. Todo está en ese film de 1903.

Directores posteriores como John Ford, King Vidor, Sergio Leone o el más reciente, Clint Eastwood -y muchísimos otros importantes que nos dejamos en el tintero- se encargaron de ir puliendo el género estipulando las formas estéticas y de composición sobre las que se regiría.

 

Reglas que, por otro lado, Tarantino ha homenajeado -o plagiado, ya depende de hasta dónde tenga cada cual la percepción de homenaje en el cine- con sus obras posteriores. Las referencias de Tarantino se introducen en su obra como vías narrativas. Como elementos que ayudan a enriquecer el valor del largometraje y que sirven para expresar ideas que se manifestaban en los films que introduce en su historia. En Érase una vez en Hollywood ha alcanzado el cénit de esa obsesión por hacer alusión a los grandes films del cine americano y mezcla parte de su película con rodajes que se llevan a cabo dentro de la misma historia. Pero no lo hace a modo de cliché o de meta-cine, sino como si sus personajes, y por ende él mismo y su estilo de hacer cine, formaran parte de ese modus operandi cinematográfico que estaba al borde de la extinción. Tarantino es un fetichista, sí, pero del cine clásico.

Érase una vez en Hollywood es la obra más completa de Tarantino porque consigue aunar en un solo continente todo el contenido al que lleva haciendo referencia durante años de profesión. El recipiente donde sí ha podido fusionar ese sentimiento de amor hacia obras como Gunsmoke con sus alocados guiones que suelen culminar en matanzas sangrientas. Uno de los directores contemporáneos más importantes de la historia crea su cine en base a obras poco conocidas por un público mainstream. Les da la vuelta, hace que ese mismo público se enamore de lo que desconoce y sienta lo mismo que el director hacia ellas a través de su manera de dirigir.

Érase una vez en Hollywood es un viaje en el tiempo a los años sesenta; sin filtros, sin cambios de reglas contemporáneas, sin contexto histórico ni ritmos acelerados. Es la película más pura y sincera que Tarantino ha hecho desde, seguramente, Kill Bill -aquella era una oda al cine asiático de todo tipo-. Y es por ello por lo que, quizá, es la que tiene más números para desagradar a los que vayan a disponerse a ver “lo nuevo de Tarantino”. Pero eso no quita que sea, puede que no la mejor, pero sí la más compleja que ha firmado hasta ahora.

En este artículo

Érase una vez en Hollywood

Sony Pictures Entertainment | 15 de agosto de 2019
Comentarios