El flashback es un recurso utilizado en todo tipo de narrativas desde hace siglos, y consiste en detener el presente de la historia que se está contando para exponer algo ocurrido en el pasado y que guarda relación con la trama del presente.
Se trata de un recurso empleado con frecuencia en el mundo del cine y de las series de televisión, pues nos permite conocer de un vistazo el pasado de nuestros personajes. Y es que por lo general, los flashbacks suelen responder a dos preguntas muy concretas sobre ellos: cómo eran en el pasado, y qué suceso traumático les hizo convertirse en lo que son.
En las últimas semanas hemos recibido varias consultas con respecto al uso de este recurso narrativo en el ámbito del guión. Con respecto al formato, no existe una norma a la hora de introducir los flashbacks en la historia, aunque en la mayoría de casos se introducen como una secuencia más a la que se le añade al final del encabezado de secuencia la palabra “(Flashback)” o “FB”.
Estas nomenclaturas se utilizan sobretodo en guiones que van a ser rodados, pues ayuda al equipo de producción de cara a la planificación de la secuencia, aunque también son de gran utilidad para los lectores aunque se trate de un guión que está buscando su hueco de producción. Ejemplo:
INT. CASA. HABITACIÓN HIJA – DÍA – (FB)
INT. CASA. HABITACIÓN HIJA – DÍA (FLASHBACK)
Su función en la historia
Como hemos mencionado previamente, el flashback sirve para comprender más sobre el pasado de nuestros personajes, aunque solo es útil en los aspectos que conciernen al presente de la historia que queremos contar. Por ejemplo, Manchester frente al mar cuenta la historia de un padre atormentado por la pérdida de sus hijos. Y a través del flashback, a mitad de la película descubrimos qué ocurrió el día en el que murieron sus hijos y cómo era nuestro protagonista antes de lo ocurrido.
¿En qué momento debemos recurrir al flashback en nuestra historia?
Esta es la pregunta que más nos ha llegado, y es que nunca parece el momento perfecto para introducir el flashback sin que pueda resultar algo “tramposo”. El porqué es simple: el flashback funciona como un giro para el espectador porque descubre información que no conocía, pero no lo es para el personaje porque es algo con lo que ha vivido durante cierto tiempo. Por tanto, introducirlo en un tramo cercano al final de la historia quizás no sea la mejor opción si no queremos que el giro resulte efectista y forzado.
Ahora bien, el flashback es un elemento narrativo cada vez más libre. Hasta hace unos años se solía insertar con un lenguaje de dirección bien diferenciado, ya sea a través del color o del estilo de dirección con el fin de diferenciarlo de la historia principal.
El presente nos demuestra que el espectador está cada vez más acostumbrado al lenguaje audiovisual, por lo que los flashback pueden convivir a la perfección dentro de una historia en cualquier momento y sin importar el metraje que se dedique al mismo (siempre que aporten algo a la trama principal).
¿Y el flashforward?
El recurso contrario es el flashforward, una cápsula del futuro de los personajes. En algunas historias se emplea como arranque para dejar claro al espectador hacia dónde vamos a conducir al protagonista como premisa de la historia. Por ejemplo: la imagen de un hombre en calzoncillos en una caravana y con una pistola en la mano en medio del desierto. Ese es un flashforward de Breaking Bad, que nos lleva al inicio de la historia a conocer a un tímido profesor de química, con la promesa de que sabemos que la serie nos va a llevar hasta ese punto.