Fiebre tifoidea

12 de mayo de 2020 | Preguntas y respuestas

La fiebre tifoidea es una infección potencialmente mortal causada por la bacteria Salmonella typhi.  Por lo general se transmite por la ingesta de alimentos o agua contaminados.  Los síntomas pueden ser fiebre prolongada, fatiga, cefalea, náuseas, dolor abdominal y estreñimiento o diarrea. Algunos pacientes muestran erupciones. Los casos graves pueden provocar complicaciones importantes o incluso la muerte.

La fiebre tifoidea puede tratarse con antibióticos, aunque la resistencia creciente a diferentes tipos de estos hace que el tratamiento sea más complicado.  Incluso tras la desaparición de los síntomas, el enfermo puede seguir siendo portador de la bacteria y transmitirla a través de las heces.

Se calcula que cada año enferman de fiebre tifoidea entre 11 y 21 millones de personas y mueren entre 128 000 y 161 000. Las comunidades sin acceso a agua potable salubre ni sistemas de saneamiento adecuados y los grupos vulnerables, en particular los niños, son los que más riesgo corren de padecer la enfermedad.

La fiebre tifoidea es una enfermedad habitual en lugares con sistemas de saneamiento deficientes y sin agua potable. El acceso a agua salubre y el saneamiento adecuado, la educación sanitaria, las medidas de higiene entre los encargados de la manipulación de los alimentos y la vacunación contra la fiebre tifoidea son estrategias eficaces para prevenir y controlar la enfermedad.

Las vacunas se han utilizado muchos años para prevenir la fiebre tifoidea. Las disponibles actualmente son:

  • una nueva vacuna conjugada inyectable, con el antígeno Vi vinculado a la proteína anatoxina tetánica, para niños y adultos de seis meses a 45 años de edad;
  • una vacuna inyectable basada en el antígeno purificado para sujetos mayores de dos años de edad;
  • una vacuna viva atenuada oral en forma de cápsula para sujetos mayores de seis años de edad.

En diciembre de 2017, la OMS precalificó la primera vacuna conjugada contra la fiebre tifoidea. Esta nueva vacuna proporciona una inmunidad más duradera que las vacunas más antiguas, requiere menos dosis y se puede administrar a partir de los seis meses de edad.

La vacuna se utiliza actualmente en la inmunización sistemática de países afectados por la fiebre tifoidea, con prioridad de aquellos con mayor carga de la enfermedad o niveles superiores de resistencia a los antimicrobianos. Con unos buenos niveles de cobertura, la vacuna ayudará a reducir el uso frecuente de antibióticos, lo que retrasará la progresión de la resistencia de la Salmonella typhi a los antibióticos.