Un sueño guajiro
Alberto Vieyra G. jueves 26, Ene 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Después de que Alexander Von Humboldt regresó a España tras haber explorado vastas regiones del continente americano, especialmente México, allá por 1804, el ilustre expedicionario haría una escala en Washington para poner a los pies del Tío Sam información privilegiada sobre las riquezas naturales de la nación azteca. ¿Humboldt, un traidor?
En Madrid, España, Humboldt fue objeto de calurosos recibimientos a cargo de la crema, la nata y el jocoque de la sociedad española. En una de esas tertulias asistió un joven de escasos 21 o 22 años, que en todo momento permaneció expectante y atento a todo lo que decía Humboldt sobre América. Le preguntaron si veía próxima una revuelta libertaria continental, a lo que el estudioso respondería palabras más, palabras menos: “Durante todo mi viaje no supe, ni vi a ningún ciudadano sediento de libertad y con ganas de levantarse en armas”. En 1810, estallaría la lucha libertaria.
Aquel apuesto joven respondía a nombre de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, nuestro nunca bien ponderado Simón Bolívar “El libertador de América”, hijo de españoles. Después de ese episodio aquel apuesto joven latinoamericano decidió regresar a nuestro continente para iniciar la lucha libertaria.
Se cuenta también que, a partir de entonces, Simón Bolívar comenzaría a hablar del sueño bolivariano para integrar a toda la América Latina en un solo bloque de naciones como si se tratara de lo que un siglo después ocurriría en Europa con la Unión Europea.
Hasta hoy, el sueño bolivariano ha quedado en un sueño guajiro porque allá por 1825, James Monroe acuñaría aquella infame filosofía de que “América para los americanos”. Muy pronto se despejaría aquella incógnita sobre quién mandaba y quién mandaría por siempre en el continente americano: Estados Unidos.
En 1867, y luego de aciagos años, Benito Juárez García logro con la ayuda directa de Estados Unidos echar de México al ejército francés de Napoleón III y fusilaría a Fernando Maximiliano de Habsburgo, a Miguel Miramón y Tarelo, a Mejía y otros traidores de aquella época que fueron capaces de irle a pedir al Napo III que mandara a la nación azteca a ‘un príncipe’ porque México era ingobernable. De lo que se trataba era que Francia buscaba instaurar en México un protectorado o colonia francesa. Lógico que no lo permitirían los Halcones de Washington, ni lo permitirán jamás en alguna nación latinoamericana.
Hoy, el presidente azteca, AMLO, ha propuesto a los Estados Unidos hacer realidad el sueño de Bolívar para integrar en todos los órdenes al continente americano en materia económico, político y quizá hasta militar con lo cual ha dado sobradas muestras de ser un neoliberal tecnofondomonetarista como pocos lo imaginaron. Lógicamente que esa postura neoliberal de AMLO no gustó en Latinoamérica, pues ni de relajo desean ser tutelados económicamente por Washington ya que ellos, los pueblos latinoamericanos tienen su corazoncito y su tutela bajo los dominios de China, Rusia e India. Con una fundamentalista izquierda, que mal gobierna en Argentina y Brasil, comenzó a darse lo que podría ser una integración económica del ‘cono sur’, instaurando el sur, como moneda de uso corriente entre Argentina y Brasil.
Está por verse cuáles serán las acciones y los pasos de los tutores de ambas naciones, pero sobre todo cuál será la mano pachona y metichona de Estados Unidos que podría recurrir a ingobernables desestabilizaciones políticas y sociales, como hoy lo vemos en Perú, Venezuela, Bolivia y otras naciones latinoamericanas en las que el capitalismo imperial ha dado su beneplácito a gobiernos de izquierda como el de Gustavo Petro, en Colombia, o Brasil con Lula da Silva y Argentina, con Alberto Fernández. Por lo visto, AMLO se queda solo dentro y fuera de México y todo por su errática e infame política exterior mexicana.