Fernando �lvarez de Toledo y Pimentel - Biograf�a de Fernando �lvarez de Toledo y Pimentel

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Fernando �lvarez de Toledo y Pimentel

Fernando �lvarez de Toledo y Pimentel

  • (1507 - 1582) Fernando �lvarez de Toledo y Pimentel, 3er duque de Alba
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Datos sobre Fernando �lvarez de Toledo y Pimentel

Naci�: 29 Octubre 1507 | Espa�a
Falleci�: 11 Diciembre 1582
Signo del zodiaco: Scorpio

Biografía de Fernando �lvarez de Toledo y Pimentel

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, 3er duque de Alba, nació el 29 de octubre de 1507, en Piedrahita, Castilla Vieja, España. Fue un soldado y estadista español famoso por su conquista de Portugal (1580) y notorio por su tiranía como gobernador general de los Países Bajos (1567-73). En los Países Bajos instituyó el Tribunal de los Tumultos (apodado el Tribunal de Sangre o Tribunal Sangriento), que dejó de lado las leyes locales y condenó a miles de personas.

Alba nació en una rica familia con un largo historial de servicio a los reyes de Castilla. En 1524 se unió a las fuerzas españolas luchando contra los franceses en Fuenterrabía y tanto se distinguió que fue nombrado gobernador de la ciudad después de su captura. Las campañas subsecuentes le hicieron el comandante militar más completamente profesional de su edad. Insistia en un riguroso entrenamiento y disciplina para sus tropas y desarrolló el uso táctico de armas de fuego. Era un maestro de la logística, y su mayor activo era una inquebrantable confianza en sí mismo que le permitía resistir los precipitados consejos de sus oficiales más impetuosos. 

Comandó una parte del ejército del emperador Carlos I de España y V de Alemania en la exitosa expedición contra Túnez en 1535 y, en 1546-47, dirigió los ejércitos imperiales contra los príncipes protestantes alemanes de la Liga Schmalkaldic. Con su victoria en Mühlberg (24 de abril de 1547), Alba colocó a Carlos V en el pináculo de su poder. Fue nombrado comandante en jefe de las fuerzas imperiales en Italia en 1552 y, después de la sucesión de Felipe II de España, fue nombrado virrey de Nápoles (1556). En la última fase de la guerra franco-española en Italia, superó a François de Lorraine, duque de Guise, y obligó al Papa Pablo IV a llegar a un acuerdo con España (1557).

Después de la paz de Cateau-Cambrésis (1559), Alba se convirtió en uno de los dos principales ministros de Felipe II. Carlos V, excelente juzgando el carácter de las personas, en un testamento secreto de 1543 había recomendado a su hijo Felipe contar con Alba como asesor fiable en todos los asuntos militares y de estado, pero desconfiar de él en otros asuntos, porque era enormemente ambicioso, deseaba mandar en todo, empleando cualquier medio para lograr sus ambiciones. Felipe II nunca confió totalmente en Alba. Sin embargo, lo convocó regularmente al Consejo de Estado, donde, en oposición al otro de sus principales consejeros del rey, Ruy Gómez de Silva, Alba presionaba por una vigorosa política exterior.

Ya en 1563 Alba aconsejó al rey cortar las cabezas de los líderes de la oposición aristocrática en los Países Bajos. Pero si esto no fuera posible de inmediato, dijo, el rey debía disimular y ejecutarlos en un momento más oportuno. En 1565, Felipe lo envió, junto con su reina Isabel de Valois, a encontrarse con la madre de Isabel, Catalina de Médicis, regente de Francia. Alba se las arregló para defenderse de aquella virtuosa política, bloqueando los esfuerzos de Catalina para arreglar un matrimonio español para su hijo con el que Felipe II no deseaba comprometerse. Comprensiblemente, Alba por su parte no consiguió comprometer a Catalina con una política antihugonotes más activa con la ayuda española. La posterior acusación protestante de que en Bayona, él y Catalina planearon la Masacre de Protestantes del Día de San Bartolomé en 1572, no tuvo bases en la realidad.

Siguiendo los movimientos populares de 1566, Felipe envió a Alba con un gran ejército a los Países Bajos, para castigar a los rebeldes, erradicar la herejía y restablecer la agitada autoridad del rey (agosto de 1567). Alba arrestó a Lamoraal, Graaf van Egmond y Filips van Montmorency, Graaf van Horne, los dirigentes más bien indiferentes de la oposición, y estableció un nuevo tribunal, el Tribunal de los Tumultos  (que pronto seria conocido como el Tribunal de Sangre). Este tribunal dejó a un lado todas las leyes locales y condenó a unas 12.000 personas por rebelión, muchas de las cuales, sin embargo, habían huido del país. Alba se permitió participar en una guerra comercial con Inglaterra que causó grandes daños al comercio holandés. 

En 1572, los Gueux (guerrilleros holandeses) capturaron la mayor parte de Holanda y Zelanda, y William, príncipe de Orange, y su hermano Louis de Nassau invadieron Holanda desde Alemania y Francia, respectivamente. Alba derrotó las invasionesy recapturó parte de Holanda, donde sus tropas cometieron terribles atrocidades. A falta de dinero y poder marítimo adecuado para oponerse a la flota de los Gueux, Alba no logró recuperar el resto de Holanda y Zelanda.

El fracaso de Alba y las intrigas del partido de Gómez en la corte, indujeron a Felipe a encarcelarlo (1573). En 1579 Alba fue puesto bajo arresto domiciliario en sus propiedades después de que su hijo se hubiera casado contra los deseos del rey. En 1580 el cardenal Granvelle persuadió a Felipe para que Alba comandara la invasión de Portugal. En unas semanas, en una de sus más brillantes campañas, Alba tomó Lisboa, donde falleció dos años despupes, el 11 de diciembre de 1582. Nunca recuperó el favor de Felipe.

En los países protestantes, el nombre de Alba se convirtió en un pretexto para la crueldad y la tiranía religiosa. Fuera de España nunca se le ha perdonado su desprecio por la legalidad, por su política de terror y por los ultrajes cometidos por sus tropas en los Países Bajos y Portugal. De la responsabilidad de estos actos no puede ser exonerado ni aceptado universalmente por la opinión católica en el siglo XVI. En la historia española Alba es importante como representante de la vieja nobleza, independiente y orgullosa de sus derechos y privilegios, pero dispuesta a servir como defensora de una monarquía absoluta.

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