La lucha por el trono

5 coronaciones que acabaron en guerra

Cuando hay un solo trono y más de un pretendiente, el conflicto está asegurado.

Guerra de las Dos Rosas (City Museums and Art Gallery, Birmingham)

Guerra de las Dos Rosas (City Museums and Art Gallery, Birmingham)

City Museums and Art Gallery, Birmingham
Vídeo: Las tres coronas británicas más importantes

Vídeo: Las tres coronas británicas más importantes

A lo largo de la historia, la coronación de un nuevo monarca podía ser motivo de alegría o de preocupación; sin embargo, si en vez de uno había más, con toda seguridad era motivo de preocupación. Las luchas por el trono han dado lugar a más de una guerra, a veces entre candidatos de un mismo país y otras a auténticas guerras continentales. Estas son cinco coronaciones que acabaron en un conflicto a gran escala.

Felipe VI de Francia y Enrique III de Inglaterra: La Guerra de los Cien Años

En 1328 subió al trono de Francia Felipe VI, primer rey de la casa de Valois, que reinó hasta 1589. Un año antes, Inglaterra también había tenido nuevo rey: Eduardo III, de la casa Plantagenet, que llevaba casi dos siglos gobernando. Inicialmente ambos monarcas tuvieron una buena relación e incluso planearon una Cruzada conjunta en Tierra Santa.

Coronaciones conflictivas  Eduardo III (British Library)

Coronaciones conflictivas Eduardo III (British Library)

Eduardo III de Inglaterra

British Library
Coronaciones conflictivas  Felipe VI de Francia (Museo de Historia de Versalles)

Coronaciones conflictivas Felipe VI de Francia (Museo de Historia de Versalles)

Felipe VI de Francia

Museo de Historia de Versalles

Pero la situación se deterioró cuando en 1337 ambos reclamaron los derechos sucesorios sobre el Ducado de Aquitania. El ducado había pertenecido al rey de Francia Felipe IV, abuelo de Eduardo III y tío de Felipe VI; por lo tanto, ambos creían tener derecho a heredarlo. Enrique, no contento con reclamar el ducado, proclamó también su derecho a heredar la corona de Francia en detrimento de Felipe VI.

Esta cuestión sucesoria dio lugar a la guerra más larga de la historia europea: la Guerra de los Cien Años, que en realidad duró 116. Finalmente la dinastía Valois pudo conservar el poder e incluso engrandecer su territorio, anexionando cerca de la mitad del territorio del ducado de Borgoña, uno de sus grandes rivales.

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La Guerra de las Dos Rosas y el final de la dinastía Plantagenet

La dinastía Plantagenet había gobernado Inglaterra durante tres siglos, dando lugar a dos ramas cadete rivales: la casa de York y la de Lancaster. En 1453 el rey Enrique VI, de los Lancaster, padeció un brote de esquizofrenia que lo dejó incapacitado para gobernar; por ello, se estableció un Consejo de Regencia encabezado por el popular duque de York, Ricardo, que utilizó su posición para apoyar sus pretensiones al trono.

En 1455, el enfrentamiento entre las casas Lancaster y York desembocó en una guerra civil conocida como la Guerra de las Dos Rosas, ya que los blasones de ambas casas lucían esta flor. El conflicto se prolongó de forma intermitente hasta 1487 y terminó con la extinción de los herederos masculinos de ambas casas y el ascenso al poder de una nueva casa, los Tudor.

Los Tudor, de hecho, eran en cierto modo herederos de las dos casas que se habían enfrentado en la guerra. Su primer rey, Enrique VII, descendía de una rama de los Lancaster por parte de madre y se casó con Isabel de York, unificando de nuevo los dos linajes y terminando con un conflicto de tres décadas. Es por ese motivo que el blasón de los Tudor es una combinación de la rosa blanca de los York y la rosa roja de los Lancaster.

Coronaciones conflictivas  Enrique VII (National Portrait Gallery)

Coronaciones conflictivas Enrique VII (National Portrait Gallery)

Enrique VII, primer rey de la dinastía Tudor.

National Portrait Gallery

Isabel y Juana de Castilla: La Guerra de Sucesión Castellana

A la muerte de Enrique IV de Castilla en 1474, dos mujeres aspiraron a sucederle en el trono: una era su hermana Isabel, que pasaría a la historia como “la Católica”; la otra era su hija Juana, que las malas lenguas consideraban hija de su hombre de confianza, Beltrán de la Cueva, y por ello la llamaban “la Beltraneja”.

Los partidarios de ambas candidatas las proclamaron reinas, dando lugar a una guerra civil que se prolongó hasta 1479. No solo estaba en juego el trono de Castilla, sino una alianza entre reinos: Juana estaba casada con el rey de Portugal, Alfonso V; e Isabel con el heredero al trono de Aragón, el que sería conocido como Fernando el Católico.

Coronaciones conflictivas  Isabel I (Colegiata de Santa María la Mayor de Toro)

Coronaciones conflictivas Isabel I (Colegiata de Santa María la Mayor de Toro)

Isabel la Católica.

Colegiata de Santa María la Mayor de Toro
Coronaciones conflictivas  Juana Beltraneja (CC)

Coronaciones conflictivas Juana Beltraneja (CC)

Juana la Beltraneja.

CC

La guerra terminó con la victoria de la facción isabelina y con un acuerdo que en principio debía beneficiar a ambos bandos: Portugal dejaba perder el trono de Castilla y, a cambio, los Reyes Católicos renunciaban a reclamar cualquier posesión portuguesa. Pero Juana, herida en su orgullo, se sintió abandonada y se retiró al convento de Santa Clara en Coímbra; durante el resto de su vida siguió firmando su correspondencia como “yo, la Reina”.

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Isabel contra Juana: la lucha por el trono

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Felipe de Borbón y Carlos de Austria: La Guerra de Sucesión Española

En 1700 el último rey de la rama española de los Habsburgo, Carlos II, murió sin descendencia. En su testamento legaba todos sus territorios a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, lo que suponía el traspaso de las coronas hispánicas y todas las colonias americanas a la dinastía de los Borbones.

La chispa que desencadenó el conflicto fue que, en principio, para obtener el trono español Felipe de Anjou debía renunciar a su derecho sobre el francés, algo que no se respetó. Los rivales históricos de Francia – principalmente Inglaterra y el Sacro Imperio Romano – temieron que esto pudiese dar demasiado poder a la dinastía Borbón y decidieron apoyar al candidato de la rama austríaca de los Habsburgo, el archiduque Carlos. La guerra dividió a la nobleza hispánica: la castellana abrazó mayoritariamente la causa borbónica, mientras que en la Corona de Aragón las grandes ciudades y la nobleza apoyaron al candidato Habsburgo.

Sin embargo, cuando el archiduque Carlos heredó el trono del Imperio tras la muerte de su hermano, sus valedores pensaron que para ellos sería más peligroso que heredase el trono español él que Felipe y le retiraron su apoyo. En 1713 se firmó el Tratado de Utrecht entre Felipe V y los antiguos partidarios del archiduque, que obtuvieron notables concesiones a cambio de retirarse del conflicto. Un año más tarde el pretendiente austricista aceptó, mediante el Tratado de Baden, renunciar al trono de España.

Coronaciones conflictivas  Carlos archiduque (Museo Palacio Mercader)

Coronaciones conflictivas Carlos archiduque (Museo Palacio Mercader)

Carlos VI del Sacro Imperio Romano, considerado por los austricistas como Carlos III de España.

Museo Palacio Mercader
Coronaciones conflictivas  Felipe V (Museo del Prado)

Coronaciones conflictivas Felipe V (Museo del Prado)

Felipe V de España.

Museo del Prado

Maximiliano de Habsburgo y el breve Segundo Imperio Mexicano

En octubre de 1863, los monárquicos mexicanos ofrecieron a Maximiliano de Habsburgo, hermano menor del emperador austríaco Francisco José, convertirse en emperador de México. Después de mucho dudar, el archiduque cruzó el Atlántico con su esposa Carlota de Bélgica para ocupar un trono que duró apenas tres años.

El Segundo Imperio Mexicano fue reconocido por varias de las principales potencias europeas, pero no por sus vecinos estadounidenses, que apoyaban a los republicanos liderados por Benito Juárez debido a la vigente “doctrina Monroe”, según la que cualquier intervención armada en América – y Francia había enviado a su ejército para apoyar al emperador – sería vista como un acto de agresión y provocaría una respuesta por parte de Estados Unidos.

Coronaciones conflictivas  Maximiliano (Museo Nacional de Historia de México)

Coronaciones conflictivas Maximiliano (Museo Nacional de Historia de México)

Retrato oficial de Maximiliano I como emperador de México.

Museo Nacional de Historia de México

Sus aliados europeos, que no deseaban entrar en conflicto con EEUU, retiraron el apoyo a Maximiliano y lo abandonaron a su suerte; algunos le aconsejaron que huyera, pero él prefirió quedarse para luchar por el trono que le habían dado. Pero el 15 de mayo de 1867, uno de sus oficiales le traicionó: rindió la ciudad de Querétaro, donde se habían atrincherado las tropas imperiales, y reveló a los republicanos el lugar en el que se encontraba el emperador.

Maximilano fue capturado y juzgado por un tribunal de guerra, que debía decir entre ejecutarlo o desterrarlo: la pena de muerte ganó por cuatro votos a tres. A pesar de las peticiones de varios monarcas europeos – incluyendo a su hermano – para que se le perdonase la vida, el tribunal no se dejó persuadir y, el 19 de junio, fue ejecutado junto con los dos últimos generales que le habían sido leales.