La cruel venganza de España contra Francia en San Quintín por la que se construyó Monasterio del Escorial - Archivo ABC
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La cruel venganza de España contra Francia en San Quintín por la que se construyó Monasterio del Escorial

El 10 de agosto de 1557, el Ejército imperial protagonizó una de las grandes batallas de la historia de España, al aplastar a los franceses en la pequeña localidad francesa. Una hazaña en cuyo honor se construyó el impresionante Monasterio del Escorial

La Victoria de San Quintín (2020), por Augusto Ferrer-Dalmau
La Victoria de San Quintín (2020), por Augusto Ferrer-Dalmau
Israel Viana
MadridActualizado:

«El nombre de esta famosa batalla ha pasado a ser un modismo popular. El triunfo logrado en dicho día de San Lorenzó por las armas españolas tiene un recordatorio eterno en el famoso Monasterio de El Escorial. Pocas veces se han visto frente a frente dos ejércitos tan aguerridos y brillantes», contaba ‘Blanco y Negro’, en agosto de 1898, sobre la batalla de San Quintín. El artículo iba acompañado por un dibujo del gran ilustrador Marcelino de Unceta. En 1944, Francisco de Cossío describía el mismo enfrentamiento en ABC como «un momento decisivo para el mundo» y «el punto más culminante del poder imperial español».

La victoria de España contra los franceses aquel 10 de agosto de 1557, el día de San Lorenzo, fue apabullante.

Tal es así que el joven Felipe II mandó construir en su honor el mencionado monasterio de la sierra de Madrid, el mismo en el que hoy están enterrados todos los reyes españoles de las dinastías Austria y Borbón, a excepción de Felipe V y Fernando VI. Uno a la altura del enfrentamiento más importante entre las dos grandes potencias del mundo en el siglo XIV, con todas aquellas riquezas que llegaban de la recién descubierta América en juego.

La batalla se entabló en el marco de las Guerras italianas, un año después de que las tropas francesas del duque de Guisa hubieran invadido el Reino de Nápoles. Aquella afrenta provocó que Felipe II iniciara su venganza y ordenara de inmediato a las tropas que tenía en los Países Bajos españoles que invadieran Francia. En ese momento, la guerra abierta entre Enrique II de Francia y el Rey de España entraba en su fase más crucial. El primer enfrentamiento se produjo en Italia, donde los galos contaron con el apoyo del Papa Pablo IV, pero los principales se libraron en la frontera entre Francia y Flandes.

Representación de la batalla de San Quintín, por Marcelino de Unceta
Representación de la batalla de San Quintín, por Marcelino de Unceta - ARCHIVO ABC

82.000 guerreros españoles

La ofensiva se inició antes de que acabara el mes de julio de 1557, con un movimiento de distracción del hombre al mando de la tropas españolas, Manuel Filiberto, para hacer creer a los franceses que él y todos sus aliados iban a invadir la Champaña para luego dirigirse hacia Guisa. Eso motivó que los franceses enviaran a un gran contingente para defenderla, aunque en realidad, el mando español se dirigió a toda velocidad al camino de San Quintín, localidad de la Picardía situada a orillas del río Somme.

Felipe II formó un Ejército de 42.000 soldados, 30.000 infantes y 12.000 jinetes, con los que fue al asalto de San Quintín

Ruy Gómez de Silva, aristócrata portugués de gran relevancia en la corte de Felipe II, logró reclutar 8.000 infantes y cuantiosos fondos para el Rey de España. Este, por su parte, visitó Inglaterra para recibir ayuda de su segunda esposa, María I Tudor, de la que obtuvo 9.000 libras y 7.000 hombres. Todos ellos marcharon hacia Bruselas, donde formaron un Ejército de 42.000 soldados, 30.000 infantes y 12.000 jinetes, así como ochenta piezas. De estos, solo 6.000 eran españoles; el resto, flamencos, borgoñones, saboyanos, húngaros, italianos y, sobre todo, alemanes.​

La toma de la ciudad, sin embargo, no fue fácil. San Quintín dominaba desde una colina una zona de más de dos leguas, y su parte sur suroeste estaba inundada aquellos días por algunos pantanos y el río Somme. Por el contrario, la guarnición francesa de la ciudad se componía de tan solo unos pocos cientos de soldados al mando de un capitán. El ejército español empezó el ataque el 2 de agosto, apoderándose del arrabal situado al norte, formado por unas cien casas y defendido por algunos fosos y baterías.

Reportaje sobre San Quintín, publicado en 1951+ info
Reportaje sobre San Quintín, publicado en 1951 - ARCHIVO ABC

La emboscada

La respuesta francesa fue enviar rápidamente al almirante Gaspar de Coligny al mando de un contingente de socorro formado por apenas 500 hombres que se introdujo en San Quintín la noche del 3 de agosto. Sabía que detrás venía el Ejército francés al completo, con unos 22.000 infantes, 8.000 jinetes y 18 cañones bajo las órdenes del condestable De Montmorency y su hermano Andelot. Cuando este intentó asaltar la muralla, no lo consiguió como consecuencia de una emboscada preparada por el conde alemán Ernesto de Mansfeld al mando de una parte de las tropas de Felipe II.

Felipe II recibió la noticia de la victoria el 11 de agosto en Cambray y el 13 acude al campamento a dar la gracias a sus soldados

El 10 de agosto, Montmorency decidió intentarlo de nuevo e hizo que sus hombres cruzaran el Somme en barca con el objetivo de penetrar en la ciudad, mientras el grueso del Ejército francés se mantenía a la espera, oculto en un bosque cercano. Subestimando la dotes militares de Filiberto, finalmente ordenó a sus tropas que abandonasen su escondite y se desplegaran ante el enemigo cruzando el río. Ese fue su gran error, pues permitió que los españoles atravesaran el puente de Rouvroy y sorprendieran a los galos en medio de la operación. La matanza fue espectacular: únicamente 200 franceses lograron alcanzar la ciudad.

Fue una carnicería en la que ni siquiera Montmorency pudo evitar ser capturado por un simple soldado de caballería que recibió 10.000 ducados en premio de su acción. Felipe II recibió la noticia el día 11 en Cambray y el 13 acude al campamento a dar la gracias a sus soldados por haberle brindado su primera victoria desde que fue coronado. Ese día se ganó el calificativo de Rey Prudente, pues en vez de arrasar la ciudad de inmediato, atravesando la gran brecha que se había abierto en la muralla tras la explosión de un polvorín, decidió esperar hasta el 27 de agosto.

Aquel fatídico día para los supervivientes galos, los españoles y sus aliados asaltaron San Quintín por el norte, el sur y este. Fue la acción que cerró la operación y puso el punto y final a una batalla que se había ganado con la inteligencia y la gran destreza a la hora de organizar las estrategias militares por parte del duque de Saboya, que protagonizó una carnicería de dimensiones históricas. La mayor parte de los sitiados acabaron pasados a cuchillo. Se calcula que murieron 12.000 franceses, 2.000 resultaron heridos y otros 6.000 hechos prisioneros. A estos hay que sumar unos mil nobles, incluyendo al propio Montmorency. Y fueron capturadas más de 50 banderas y toda la artillería.

Al conocer el resultado, Felipe II lamentó no haber estado presente en la aplastante victoria de San Quintín. De sus hombres tan solo murieron 500. «No me hallé allí y me pesa lo que Vuestra Majestad pueda pensar, pero solo puedo dar relación de lo que pasó de oídas», le comentaba a su padre, Carlos I, retirado ya en el Monasterio de Yuste, por carta.

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