Mal cuando reaccionamos a un evento y no actuamos ante la mínima sospecha de que este ocurrirá, y lo digo porque la simple degradación hace ya casi un año (25 mayo 2021) de categoría 1 a 2 del sistema aeroportuario mexicano por las autoridades norteamericanas por razones de seguridad, bastaba para actuar con sentido de urgencia.
Nada se hizo ni se hace; y ahora, ante el incidente que afortunadamente no terminó en colapso en el AICM la noche del sábado 7 de mayo entre dos aviones de Volaris, se prenden las alarmas y hasta se pide reordenar el espacio aéreo. ¿Pues qué no lo habían hecho ya?
Para el gobierno federal existen dos prioridades: llevar vuelos a Santa Lucía y recuperar la seguridad aérea, hoy en tela de juicio. Para lograrlo ordena reducir las operaciones en el Benito Juárez, y migrar al AIFA los vuelos de carga doméstica y charters. En tres meses más se tiene previsto trasladar a la nueva terminal aérea los vuelos de carga internacional.
Sin embargo no veo cómo esto ayude a solucionar la grave crisis en el cielo del Valle de México. No se está atendiendo la raíz del problema. Hacen falta 300 controladores aéreos, un déficit provocado por Víctor Hernández, recién separado de la Dirección General de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, según me comentó María Larriva, primera controladora aérea mexicana.
Me dijo además que resulta vital recuperar la categoría 1 en seguridad, aunque eso no parece inquietarle mucho al gobierno federal, que sigue concentrado en alcanzar la operación simultánea AIFA-AICM, al tiempo en que los expertos del sector reportan cada vez más incidentes y temen interferencias cuando crezca el número de vuelos en Santa Lucía.
Los controladores aéreos, víctimas de la mala administración en el Seneam, reportan 30 incidentes ocurridos en los últimos cuatro meses y cien desde marzo del año pasado.
El caos se agudiza cuando vemos la falta de comunicación institucional al interior del propio gobierno, con un subsecretario de Transportes, Rogelio Jiménez Pons que anuncia la publicación de un decreto para enviar 30 por ciento de los vuelos del AICM a Santa Lucía y Toluca; y días después el Presidente lo niega. ¡Dónde está el piloto en un sector tan vulnerable!
Un caos que se extiende a las cadenas de mando: ¿Por qué el renunciado director del Seneam obligaba a los controladores aéreos a trabajar hasta 14 horas seguidas, violando con ello las normas internacionales de seguridad? ¿Por qué no impulsó la capacitación de nuevos controladores?
El espacio aéreo del centro de México es hoy zona de alto riesgo y eso que aún no inicia la operación formal del Felipe Ángeles. Es evidente que las reglas de seguridad no están ni deben estar sujetas a la política ni al capricho. No esperemos la primera tragedia aérea para entenderlo.
Paco Ramírez
@ramirezpaco