Federico de Dinamarca y la vida loca del heredero

Federico de Dinamarca y la vida loca del heredero

"El corazón y no la tradición es lo que decide", afirmó para defender su relación con una modelo

Una película sobre la agitada y enamoradiza juventud del príncipe resucita viejos fantasmas

En 1992, tras una fiesta desenfrenada, fue detenido con su novia por conducir con demasiada alegría

La Familia Real de Dinamarca de vacaciones en Suiza

La Familia Real de Dinamarca de vacaciones en Suiza

Propias

Federico y María de Dinamarca acaban de despedir un año dichoso para adentrarse en un 2015 mucho más incierto. En el 2014 se cumplieron sus primeros diez años de matrimonio. Un aniversario que celebraron rodeados de sus cuatro hijos y visiblemente enamorados. Sin embargo, el nuevo año empieza con nubarrones. El inminente rodaje de una película sobre la alocada juventud del príncipe amenaza con resucitar incómodos fantasmas de un pasado en el que la rebeldía y el espíritu enamoradizo del príncipe le llevaron a embarcarse en múltiples romances con bellas modelos y cantantes.

La película, en la que participarán Nordisk Film y la televisión privada TV2/Danmark, cuenta con la financiación de las instituciones públicas a través del Instituto de Cine Danés (DFI). Una garantía, por tanto, de que las cosas no deberían torcerse demasiado. A ello se suma la declaración de buenas intenciones del director del biopic, Christian Tafdrup, que se ha comprometido a huir del sensacionalismo, insistiendo en que su objetivo no es entristecer a los monarcas. Sin embargo, nada puede evitar cierta inquietud entre los miembros de la corte, pues por todos es sabido que hubo unos años en que, a pesar de estar destinado a ser rey, el príncipe no demostraba estar a la altura de las circunstancias.

"En la película se presenta a un heredero que tiene que asumir su tarea, pero también es una historia universal sobre un joven que se convierte en adulto. Un veinteañero que busca su propia identidad y el reconocimiento de su familia y del mundo exterior", avanzaba hace poco el propio Tafdrup. Lo cierto es que la primera juventud de Federico se convirtió en un auténtico quebradero de cabeza para sus padres. Corrían los años noventa y el intrépido delfín de la monarquía más antigua de Europa mostraba más ganas de divertirse y de vivir la vida que de heredar algún día la corona de su madre, la reina Margarita II. Los deberes y comportamientos propios de su condición pesaban sobre sus hombros como una losa en medio de la lucha que libraba consigo mismo para aceptar su destino.

A esa época se remonta, por ejemplo, el apodo de Príncipe Turbo con el que la prensa le bautizó por su afición a la velocidad. Sin duda, el episodio más embarazoso fue el que protagonizó junto a una de sus primeras novias, la modelo y, entonces, joven universitaria Malou Aamund. La pareja fue detenida el fin de año de 1992 por conducir con demasiada alegría por el centro de Copenhague tras una desenfrenada noche de fiesta. A pesar de ir ella al volante, la tormenta cayó sobre él. Hubo quien propuso que se le retiraran los derechos de sucesión y el escándalo llegó incluso al Parlamento. Fue la reina la que finalmente puso freno al asunto enviando a su hijo a estudiar a Harvard y alejándolo así de la mala influencia de la peligrosa modelo. La estrategia surtió efecto y los jóvenes no volvieron a verse. Malou, que a pesar de tener sólo 21 años ya estaba divorciada de su primer marido, recondujo su vida. Casada con el periodista danés Mikael Bertelsen, hoy tiene tres hijas y es directora de marketing de Microsoft.

Aunque el suyo no sería el único fracaso amoroso por el que tendría que pasar el príncipe. Dos años después, trascendió su nueva relación con otra modelo danesa, la bella Katja Storkholm, de la que se enamoró locamente y por la que parecía dispuesto a superar cualquier obstáculo. Tanto es así, que, a los pocos meses de iniciar el romance, el príncipe se plantó ante su madre y le comunicó su intención de casarse con ella. Pero, firme en su propósito de evitar que la sangre de una plebeya entrara en la línea de sucesión, la soberana también se opuso con fuerza a este romance. Esta vez, Federico estaba dispuesto a defender su amor con uñas y dientes y en una insólita declaración pública llegó a afirmar que "el corazón y no la tradición es lo que decide". En este caso, no obstante, fue la novia la que finalmente sucumbió a la elevada presión de los medios al anunciar en un comunicado el fin de su relación.

Las crónicas de la época cuentan que el príncipe cayó en una fuerte depresión. Pero amores nuevos olvidan a los viejos y al poco tiempo volvía a caer en las redes de otra mujer, la cantante de pop Maria Montell. Con ella vivió un intenso noviazgo y se la llegó a presentar al rey Juan Carlos en Palma de Mallorca a mediados de 1998. Pero, de nuevo, las presiones pudieron más y ella anunció la ruptura alegando que pertenecían "a dos mundos diferentes, difíciles de conciliar".

La errática vida amorosa de Federico todavía daría otro paso en falso con Bettina Ödum, cuyo romance fracasó después de que un paparazzo la cazara en topless mientras la pareja disfrutaba de unas vacaciones en la Costa Azul.

Sin embargo, el fin de esta relación dio pie a la última y definitiva historia de amor que, esta vez, terminaría en boda. Federico conoció a la australiana María Donaldson en el 2000 durante los Juegos Olímpicos de Sydney. La pareja se movió con más prudencia y logró esconder su romance durante un año. Tras mantener su noviazgo a distancia entre Australia y Dinamarca, María se trasladó a Copenhague y la boda se celebró el 14 de mayo del 2004.

Han pasado diez años y el matrimonio desborda madurez y estabilidad. En gran medida, la imagen de familia feliz se debe a sus hijos: Christian (9 años), Isabella, de 7, y los gemelos Vicente y Josefina que acaban de cumplir 4. La elevada popularidad de la pareja también juega a su favor. Sin embargo, a nadie le gusta que se aireen en público los trapos sucios del pasado. Más aún, cuando al rodaje de la película sobre Federico, se suma un telefilme paralelo sobre la princesa que también se rodará este año en Australia. Sólo el tiempo desvelará cuán cargado se avecina el temporal.

Cosas de hermanos

El príncipe Joaquín, hermano menor de Federico, tampoco ha tenido una vida sentimental fácil. En 1995, se casó con Alejandra Cristina Manley, originaria de Hong Kong, con quien tuvo dos hijos, los príncipes Nicolás y Félix. Sin embargo, su unión no superó la década. En septiembre del 2004, la pareja anunció que se separaba y en abril del 2005, formalizaba su divorcio. Fueron momentos duros para la familia real, aunque, tras superar el trance, Joaquín no tardó en volver a enamorarse, en esta ocasión, de la francesa Marie Cavallier, su actual esposa. La pareja contrajo matrimonio el 24 de mayo del 2008 y tiene dos hijos en común, Enrique, que ahora tiene 5 años, y Atenea, que acaba de cumplir tres. Alejandra, por su parte, también se volvió a casar en el 2007, motivo por el que perdía el título de princesa. Eso sí, gracias a una concesión especial de la madre de su exmarido, la reina Margarita, Alejandra sigue manteniendo el título de condesa.

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