La Columna de Don Juan León | “¡Ay de los que luchan toda la vida! Esos son los imprescindibles” - Almuñécar Comunicación
La Columna de Don Juan León | “¡Ay de los que luchan toda la vida! Esos son los imprescindibles”

La Columna de Don Juan León | “¡Ay de los que luchan toda la vida! Esos son los imprescindibles”

La constancia o la perseverancia es esa cualidad o virtud que requiere un compromiso para obtener las metas propuestas, que se valora positivamente y que produce admiración por la tenacidad que conlleva. Y a mí me sirve para abrir el veintisiete anecdotario

     Son muchos los autores que han escrito sobre ella, pero destacaré un par de ellas, que me llaman poderosamente la atención o, al menos, me hacen reflexionar:

“La constancia es la virtud por la que todas las demás dan sus frutos”. Esta cita es del poeta y crítico literario italiano Arturo Graf (Atenas, Grecia, 1948; Turín, Italia, 1913).

     Y esta otra es del maestro espiritual hinduista indio Ramana Maharshi (Thiruchuli, India, 1879; Tiruvannamalai, India, 1950): “Nadie tiene éxito sin esfuerzo. Aquéllos que tienen éxito se lo deben a la perseverancia”.

     El general, escritor y caballero de la Orden de san Fernando Romualdo Nogués Milagro (Borja, Zaragoza, 1824; Madrid, 1899) cuenta esta anécdota en su libro “Cuentos, Dichos, Anécdotas Y Modismos Aragoneses Que Da La Estampa Un Soldado Viejo Natural De Borja”

     Una campesina aragonesa se quejó ante el alcalde de que había recibido tres palizas en dos horas por parte de su marido. El primer edil preguntó:

     “¿Y con qué pretexto?”. A lo que replicó la buena moza:

     “Sin ningún pretexto, con garrote, con garrote”

     Al escritor y periodista francés Jules Amédée Barbey d’Aurevilly (Saint-Sauveur-le-Vicomte, Francia, 1808; París, Francia, 1889) le desafió un individuo porque le había dicho que olía mal. 

     El escritor respondió: “No acepto el duelo. Si usted me mata no dejará por ello de oler mal y si le mato yo olerá peor”.

     El duque de Duras viendo un día que el gran Descartes saboreaba exquisitos manjares, le dijo:

     Caramba, ¿conque los filósofos también gustan de la buena mesa? 

     Como se dice, se la dejó botando: “¿Pues qué? ¿Creéis que la naturaleza ha hecho las cosas buenas únicamente para los necios?”.

     El gran Alejandro III, ‘el Magno’ (Pela, Macedonia, 356 a.C.; Babilonia, la ciudad más famosa de la antigua Mesopotamia a 94 km de Bagdad, capital de Irak, 323 a.C.), rey de Macedonia, solía taparse una oreja con la mano cuando impartía justicia. Preguntado por la motivación de tal actitud, contestó:

     “Reservo la otra para la parte contraria”.

     Intentaba ser justo, pero no ser modesto. Para lograr la libertad de su esposa y su madre, Darío, rey de los persas, ofreció al gran conquistador una fortuna en metálico, la cesión de inmensas extensiones de tierras, y hasta la mano de una de sus hijas.

     Parmenio o Parmenion, arquitecto griego del período helenístico a su servicio para la construcción de la ciudad de Alejandría, le dijo: “Yo aceptaría, si fuera Alejandro”.

     “También yo, si fuera Parmenio”, respondió de inmediato el caudillo macedónico.

     Federico II de Prusia o Federico II ‘el Grande’ (Berlín, Alemania, 1712; Potsdam, Alemania, 1786) le preguntó un día a su médico: 

     “Con sinceridad, ¿cuántas muertes tenéis en vuestra conciencia?

     La respuesta fue de lo más sorpresiva: 

     “Aproximadamente unas trescientas mil menos que vuestra majestad”.

     Tomás Moro (Londres, Reino Unido, 1478 – 1535) fue un abogado, pensador, teólogo, político, humanista, poeta, novelista, traductor, profesor de leyes, juez de negocios civiles y lord canciller de Enrique VIII. ¡Buen currículo!

     El relato de su vida resulta apasionante y se llevó a la televisión en 1988 con el título de “Un hombre para la eternidad”, protagonizada por Charlton Heston. 

     Venerado como santo y mártir por católicos y anglicanos, fue enjuiciado por orden del rey acusado de un delito de alta traición, ya que no prestó juramento antipapista (frente a la religión anglicana), se opuso al divorcio con Catalina (hija de los Reyes Católicos) y no aceptó el ‘Acta de Supremacía’ por la que el monarca se proclamaba papa de la nueva iglesia. Fue decapitado el 6 de julio de 1535 en la torre de Londres.

     En su libro “Utopía”, escrito en 1516, trataba de la posibilidad de crear un estado justo en el que todos sus habitantes alcanzaran la felicidad. Quimérico, ¿verdad?

     Un día antes de ser condenado se le presentó, como de costumbre, el barbero, pero él no se dejó afeitar y le dijo:

     “Mira, estamos en un gran pleito con el rey, se trata de mi cabeza, que él quiere expropiarme y yo quiero para mí. Por si me la expropia no quiero hacer mejoras en ella”.

     Con otras dos magníficas citas, sin salirnos del tema, cerramos este anecdotario:

     La primera es de Eugen Berthold Friedrich Brecht, dramaturgo y poeta alemán (Augsburgo, Alemania, 1898; Berlín Este, Alemania, 1956):

      “¡Ay de los que luchan toda la vida! Esos son los imprescindibles”

     Y la segunda, de Elbert Green Hubbard, escritor, editor, artista y filósofo estadounidense (Illinois, Estados Unidos, 1856; murió ahogado en el cabo de Old Head of Kinsale, Irlanda, después de ser torpedeado y hundido el “Lusitania” por el submarino SM U – 20 alemán el 7 de mayo de 1915):

     “Un poco más de esfuerzo y lo que parecía un fracaso puede convertirse en un éxito”. 

                Juan de León Aznar…iniciando el florido mayo ’2024

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