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95 tesis, Federico III de Sajonia, Historia, Indulgencias, León X, Lutero, Protestantismo, Reforma, reliquias, Tierra Santa, Todos los Santos, Wittemberg
La gran collezione di reliquie di Federico III di Sassonia e Lutero. Puoi leggere quest’articolo in italiano cliccando qui
Federico III el Sabio (1463-1525), príncipe elector de Sajonia, consiguió en poco tiempo transformar la pequeña ciudad de Wittemberg en un centro cultural y religioso de gran importancia. Fundó la universidad y reconstruyó el castillo y la iglesia anexa, dedicada a todos los santos (Allenheiligenkirche).
Era un gran coleccionista de reliquias y una parte de ellas las trajo él mismo de Tierra Santa. En 1509 se catalogaron 5.005. Este número iba aumentando de manera exponencial con el pasar de los años y en 1520 había nada menos que 19.013, entre los que se encontraban 42 cuerpos enteros de santos. Todas estas reliquias podían venerarse en la iglesia del castillo, que por este motivo se hizo muy famosa. Este templo, además, tenía una actividad febril: se celebraban más de 9.000 misas cada año de las que unas 1.100 eran cantadas.
Las reliquias se exponían en determinados días del año, pero sobre todo en la fiesta de Todos los Santos; en esa ocasión llegaban millares de peregrinos que venían a visitarlas y dejaban generosas limosnas para obtener las indulgencias ligadas a la veneración de las mismas. Esta enorme fuente de ingresos hacía posible el mantenimiento no sólo de la iglesia, sino también de la universidad, en la que era profesor de teología Martín Lutero.
Fue justamente en la puerta de esta iglesia donde Lutero, en la víspera de la fiesta de Todos los Santos (31 de Octubre) de 1517, clavó sus famosas 95 tesis contra las indulgencias. Las calificaba como una farsa, cuyo único fin era el de recaudar dinero, aprovechándose de la ignorancia y de la superstición de la gente. Afirmaba que es Dios quien tiene el poder de perdonar los pecados, y no el papa, y que para recibir la gracia sólo son necesarios arrepentimiento y fe, no dinero.
La reacción de la iglesia non tardó en llegar. No queriendo retractarse, Lutero fue excomulgado por León X en 1521. Poco tiempo después, este papa lanzaba un interdicto a todas las ciudades que le hubieran dado asilo, es decir, habrían sido privadas de derechos y bienes espirituales. A pesar de ello Lutero pudo salvarse de la hoguera gracias a Federico III de Sajonia, que le hospedó en su castillo de Warburg, a pesar de la prohibición papal. Allí permaneció durante 10 meses, hasta la muerte de León X. Luego pudo regresar a Wittemberg.
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