Federico Guillermo I de Brandeburgo-Cronohistoria

Federico Guillermo I

Elector de Brandeburgo

FEDERICO GUILLERMO I, duque de Prusia (1620-1688; 1640-1688). Margrave elector de Brandeburgo 1640-1688.

De moralidad irreprochable, de piedad ferviente y de espíritu abierto a las nuevas corrientes de la cultura occidental, Federico Guillermo I de Brandeburgo encarna el primer paso del resurgimiento alemán después de la catástrofe de la guerra de los Treinta Años. Ya por sus contemporáneos fue bautizado con el título de Protector y Honor de Alemania, y por sus hechos militares recibió el nombre de Gran Elector con que ha pasado a la Historia. La obra de este Hohenzollern fue realmente gigantesca, y puede afirmarse que con él se inicia la brillante trayectoria del Estado prusiano. No solo destacó por sus éxitos en la política internacional y en el campo de batalla, sino por la creación de una unidad entre las distintas partes de sus posesiones territoriales. Emprendió esta tarea con optimismo, enfocándola desde un punto de vista a la vez práctico y patriótico, con la plena conciencia de que obraba de acuerdo con las leyes de la Providencia. Su lema fue Pro Deo et Populo, y no regateó consideración alguna para hacer la felicidad de su pueblo, aun imponiéndosela por la fuerza.

Hijo del elector Jorge Guillermo de Brandeburgo, Federico Guillermo nació en Kölln, a orillas del Spree, el 16 de febrero de 1620. A causa de la guerra de los Treinta Años, que muy pronto se abatió sobre los estados del Norte de Alemania, Federico Guillermo fue educado en la corte de Federico Enrique de Orange, en los países Bajos. En este ambiente se afirmó en el calvinismo de su familia. Después de una estancia de cuatro años en Holanda, el joven príncipe regresó a su patria en 1637; pero su padre le mantuvo alejado de los asuntos públicos, de modo que cuando le sucedió en el electorado el 10 de diciembre de 1640 —a la edad de veinte años—, no tenía la menor experiencia política. De momento dejó gobernar al conde Schwarzenberg; pero a la muerte de este, empuñó las riendas del poder con mano asombrosamente hábil y enérgica. En la paz de Westfalia (1648) obtuvo para el Brandeburgo la Pomerania oriental, los obispados de Minden, Cammin y Halberstadt y la expectativa a la sucesión del arzobispado de Magdeburgo.

Estas adquisiciones territoriales no respondían a sus exigencias. Para evitar ser juguete de las grandes potencias, Federico Guillermo se dispuso a crear un ejército propio, para lo que obtuvo, pese a su oposición, subsidios de los Estados de Brandeburgo. Esta prudente política militar, completada por una oportuna reorganización del régimen financiero, le permitió rescatar el ducado de Prusia, que había heredado su abuelo Juan Segismundo en 1618, del vasallaje de Polonia.

Aprovechando el conflicto provocado por Carlos X de Suecia en 1655, intervino en la primera guerra del Norte. Al comienzo apoyó al rey de Suecia, y en 1656 le prestó su colaboración militar en la segunda conquista de Varsovia. Luego, se reconcilió con Juan Casimiro de Polonia, previa estipulación de la renuncia polaca a la soberanía sobre Prusia (tratado de Wehlau, 1657). Fruto de estas combinaciones fue el reconocimiento formal de la plena independencia de la Prusia ducal por Suecia y Polonia en la paz de Oliva de 1660.

Después de este éxito Federico Guillermo consolidó su posición política interior estableciendo en Prusia la centralización burocrática. En el campo internacional, las ambiciones de Luis XIV sobre Holanda y su alianza con Suecia le lanzaron contra el Rey Sol. Combatió contra este en la guerra de Holanda (1672), aunque se vio obligado a abandonar la lucha por el tratado de Krosseu de 1673. Poco después volvía a formar parte de la Gran Alianza de La Haya, y en 1675 luchaba al lado los imperiales contra Turena en Alsacia. Luis XIV le echó entonces el ejército de Suecia a sus espaldas. Después de una marcha rapidísima, Federico Guillermo obtuvo un éxito clamoroso sobre el ejército sueco en Fehrbellin (1675), batalla que señala el nacimiento de un nuevo poder militar en Europa.

Después de esta victoria, el Gran Elector conquistó la Pomerania occidental, Stralsund y Stettin (1677). Cuando parecía aniquilado el poder de Suecia, Luis XIV salvó a su aliada por la paz de San Germán . Federico Guillermo I devolvió por ella sus conquistas a su adversaria (1679). A partir de San Germán, Federico Guillermo I se inclinó hacia la alianza francesa. Pero la revocación del edicto de Nantes por Luis XIV (1684), volvió a orientarle a la colaboración con el emperador de Alemania (Liga de Augsburgo, 1686). Participó, pues, en la iniciación de las nuevas hostilidades contra Francia, auxiliando a su sobrino Guillermo III de Orange.

Murió en este momento —Potsdam, 9 de mayo de 1688—, legando a sus sucesores una clara directriz política exterior y una no menos clara política interna, basada, por un lado, en el robustecimiento del Estado por la burocracia y el ejército, y, de otro, en el desarrollo global de las actividades económicas, que él inició brillantemente con la colonización (edicto de Potsdam de 1684), la desecación de marismas y pantanos, la construcción de canales, el establecimiento de la posta, el fomento de la marina mercante y la limitación de los privilegios de los gremios.

VICENS VIVES, Jaime, Mil Figuras de la Historia, Ed. Instituto Gallach, 1944, T. II, págs. 95.