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Brandeburgo, Federico Guillermo de o El Gran Elector (1620-1688).

Político alemán, elector de Brandeburgo, nacido en Berlín el 16 de febrero de 1620 y muerto en Postdam el 20 de mayo de 1688. Conocido como Gran Elector, fue una de las figuras más sobresalientes del siglo XVII y el artífice del engrandecimiento de Prusia, que con él comenzó a tener peso internacional.

Síntesis biográfica

Miembro de la dinastía de los Hohenzollern, fue hijo del elector de Brandeburgo Federico Guillermo II y de Luisa de Hesse-Darmstadt. Se crió en un ambiente de escasez, resultado de la Guerra de los Treinta Años. En 1633 se trasladó a los Países Bajos, donde recibió una completa formación intelectual, frecuentando la Universidad de Leyden y la corte del príncipe Federico Enrique de Orange. Regresó a su patria en 1638 y dos años después subió al poder por la muerte de su padre. De su primer matrimonio con Luisa Enriqueta de Orange (1646), sobrevivió un hijo, Federico, que le sucedió como Federico I de Prusia. Su segunda esposa, Dorotea de Holstein-Glucksburgo, nacieron cuatro hijos: Felipe, Carlos, Alberto y Cristian. Rompiendo la tradición brandeburguesa, Federico Guillermo dividió sus estados en su testamento para dotar a todos sus hijos con principados, pero el heredero logró anular el testamento, evitando así la desmembración de sus estados.

Sus contemporáneos lo describieron como un hombre amable y bondadoso, aunque con un genio vivo, que le llevaba a tener accesos de cólera. A pesar de que tenía unos gustos fastuosos también sabía vivir con sencillez y participaba en las campañas militares como uno más de sus soldados, a los que siempre trató de dar ejemplo. Su estatua ecuestre, obra de Schülter, se encuentra en el "puente del Elector", de Berlín.

Política exterior

Federico Guillermo de Brandeburgo emprendió su tarea de gobierno con una energía y un buen sentido que no hubieran sido fáciles de prever en un joven de su edad. Enseguida firmó un armisticio con los suecos (1643), que ocupaban una gran parte del país. En 1641 consiguió la investidura de Prusia, que tras la guerra se había convertido en un feudo de los polacos; el elector firmó en Varsovia unas condiciones que dejaban Prusia bajo la soberanía de Polonia, por lo que su título era meramente nominal. Tras la firma de la paz de Westfalia, Federico Guillermo reclamó sus derechos sobre la Pomerania, pero sólo pudo anexionarse la Pomerania oriental y, a modo de indemnización, los obispados de Halberstadt, Minden, Cammin y el arzobispado de Magdeburgo.

Cuando estalló la guerra entre Suecia y Polonia en 1655 Federico Guillermo trató de guardar un estado de neutralidad, ocupado en la reorganización de sus territorios. Pero los rápidos éxitos de Carlos X le hicieron temer y trató entonces de oponerse a los suecos. El ejército prusiano, aumentado hasta un número de 26.000 hombres, era aún demasiado pequeño y fue derrotado en todos los campos. El elector se vio obligado a firmar un tratado reconociendo la soberanía de Suecia sobre Prusia, pero en 1656 los suecos comenzaron a perder terreno frente a Polonia y Carlos X solicitó la ayuda militar de los prusianos a cambio de cinco palatinados polacos. La unión de las armas prusianas y suecas dio lugar a la victoria de Varsovia (julio de 1656). Federico Guillermo, que buscaba mayores concesiones, retiró entonces sus tropas y poco después fue llamado de nuevo por Carlos X, que le nombró duque soberano de Prusia a cambio de la renovación de la alianza. En 1657 el rey de Polonia reconoció la soberanía del elector sobre Prusia y le entregó nuevos territorios. Las adquisiciones que Federico Guillermo consiguió en sus veinte primeros años de reinado fueron confirmadas en el tratado de Oliva (3 de mayo de 1660).

Desde este momento Federico Guillermo pudo considerarse soberano de un fuerte Estado que ganaba peso en el concierto internacional y no desaprovechó la ocasión de inmiscuirse en la política de las potencias extranjeras para asegurar la independencia de Brandeburgo. Cuando Francia invadió los Países Bajos el Elector pudo hacer que casi todos los estados del Imperio se implicasen en la guerra contra Francia; en cualquier caso, nada se consiguió contra Luis XIV, pues el emperador se había comprometido en secreto a permanecer neutral. Federico Guillermo se vio obligado a firmar con Francia el tratado de Krossen (junio de 1673), que le era bastante favorable. Un año después Brandeburgo volvió a unirse a una nueva coalición contra Francia y el ejército prusiano fue de los que más victorias cosechó en un principio, pero Luis XIV se atrajo la alianza del rey de Suecia, que invadió el territorio de Brandeburgo, obligando el elector a regresar a la defensa de su patria. Federico Guillermo venció a los suecos y firmó después alianzas con Hannover y Dinamarca para desbaratar las posiciones suecas, completándose la total conquista de la Pomerania. Pero esto duró poco, porque por el tratado de Saint-Germain-en-Laye (29 de junio de 1679) Luis XIV obligó a Brandeburgo-Prusia a devolver a Suecia todos los territorios conquistados a cambio de una compensación económica.

En lo sucesivo Federico Guillermo mantuvo la paz con Francia, e incluso llegó a firmar un tratado con Luis XIV por el que se comprometía a ayudar al monarca francés para la siguiente elección imperial. Empeoraron en cambio sus relaciones con España y Holanda y fracasaron sus pretensiones sobre Silesia, a la que hubo de renunciar después de arduas negociaciones.

Política interior

Federico Guillermo heredó un Estado formado por territorios dispersos, a los que más tarde fue añadiendo otros. Su reto era llegar a unificar bajo su mando tal multiplicidad de estados, cuyo grado de sometimiento no era siempre el mismo y que a veces eran enemigos entre sí. Mediante el ejército, Federico Guillermo impuso su autoridad sobre los junkers, cuyo poderío social aniquiló. En cambio no llevó a cabo una política de eliminación de las familias terratenientes, sino que trató de integrar a sus miembros en el sistema creado por él, a través de puestos en la administración y sobre todo del ejército. En el plano demográfico la población había quedado diezmada por los estragos de la Guerra de los Treinta Años. También las instituciones habían quedado agotadas, pero esto fue una ventaja para el Gran Elector, porque así pudo construir una administración totalmente renovada y que demostró ser de las más modernas de Europa. Se rodeó de un equipo de inteligentes ministros, pero él se ocupó en persona de gran parte de los asuntos, siendo el prioritario el asegurar la subsistencia de sus súbditos.

Desarrolló un enorme programa de roturaciones y facilitó la instalación de colonos en granjas que habían sido abandonadas durante la Guerra de los Treinta Años, otorgando a quien las ocupase la total exención de impuestos durante seis años. Federico Guillermo tomó como modelo de Estado próspero a los Países Bajos, cuya economía se basaba en el tráfico mercantil. En un primer intento de dar proyección a la flota prusiana fracasó el elector dada la inexperiencia de sus súbditos en asuntos mercantiles y la ausencia de puertos importantes en los Estados de los Hohenzollern. A la muerte de Federico Guillermo la flota de Brandeburgo-Prusia contaba sólo con 178 barcos, un objetivo lejano de lo que el monarca se había planteado. Donde sí tuvo más éxito el elector fue en las reformas para la modernización del Estado.

Para esa tarea contaba con una gran ventaja: la ausencia de luchas religiosas en su país. Además defendió acaloradamente la tolerancia religiosa porque él creía que beneficiaría al Estado. De esta forma se integraron en la administración elementos católicos y judíos, en función de sus capacidades. Federico Guillermo tuvo un especial interés en atraerse a los hugonotes para poder aprovechar su reconocida reputación como expertos negociantes. Más de 100.000 hugonotes acudieron a Brandeburgo-Prusia y contribuyeron enormemente a su modernización. La industria creció paralelamente con el ejército. La producción textil se desarrolló por la necesidad de uniformes militares. La metalurgia creció por la fabricación de cañones de artillería y armas para la infantería. Pero también planificó el elector algunos factores del crecimiento industrial, como cuando prohibió el uso del calzado de madera para fomentar el desarrollo de las labores del cuero.

Federico Guillermo emprendió enormes obras públicas, como la unión de los ríos Oder y Sprée, fundó una compañía comercial y una colonia en África (Gross Friedrichburgo). Donde más resistencia encontró fue en la reorganización de la Hacienda, que fue uno de los motivos que provocó la rebelión de Prusia, por ejemplo. En todo caso, el elector pudo completar la centralización de los impuestos y a la fecha de su muerte las arcas públicas contaban con un superávit de 2.500.000 táleros. Fomentó la enseñanza y fue un amante de las ciencias y las artes, rodeándose en la corte de Berlín de pintores, arquitectos y escultores flamencos y siendo el fundador de la primera biblioteca estatal de Prusia (1661).

Sin embargo algunos sectores sociales se mostraron abiertamente hostiles. La nobleza y el clero prusianos preferían la soberanía de Polonia y con frecuencia presentaron sus quejas ante la corte de Varsovia. En Königsberg surgió un movimiento pro-polaco encabezado por el escribano Rhode y por el coronel Kalkstein; reunidos en estados generales, quisieron imponer a Federico Guillermo una serie de condiciones, entre las que se encontraban la confirmación de los privilegios de Polonia, o el reconocimiento de la potestad de los citados estados generales en materias de impuestos, alianzas o declaraciones de guerra. El elector se negó a aceptar las condiciones y apagó el peligro de la rebelión al capturar a Rhode (1663); los insurgentes, sin líder, se avinieron a reconocer la soberanía de Federico Guillermo, pero volvieron a levantarse ante las nuevas exigencias fiscales de Brandeburgo. Encabezó la insurrección Kalkstein, que habiéndose negado a prestar el juramento, había sido desposeído de su cargo. Federico Guillermo lo encarceló en 1667 y lo liberó un año después, tras haber conseguido su juramento de fidelidad. Sin embargo Kalkstein rompió el juramento y acudió a la corte de Varsovia para reclamar que Prusia regresase a la soberanía polaca. La resistencia terminó con la captura de Kalkstein, que fue condenado a muerte y decapitado en noviembre de 1671.

El ejército de Brandeburgo-Prusia

El ejército fue el pilar central del éxito del elector Federico Guillermo tanto en el interior como en el exterior. En su mente el ejército era Brandeburgo-Prusia y viceversa y sería el ejército el que le diese el absoluto control sobre sus Estados sin reparar en costes. En 1640 Brandeburgo era un hervidero de mercenarios desleales a la corona. El Gran Elector licenció todos los regimientos excepto aquellos cuya lealtad era indudable, constituyendo así un núcleo de unos 3.000 soldados que fue el origen del ejército prusiano. Ocho años después Federico Guillermo había expulsado de Brandeburgo a esos mercenarios y había creado un ejército de unos 8.000 hombres. Para ello había utilizado el dinero de los junkers, la clase terrateniente que había detentado gran parte del poder durante el reinado de su antecesor y que era realmente la clase sobre la que el soberano debía imponer su autoridad si quería poder contar con un gobierno sólido. En 1653 Federico Guillermo firmó con los junkers un tratado por el que recibiría de los magnates 530.000 táleros a cambio del derecho a gobernar en sus Estados sin interferencias. En los años siguientes los junkers se dieron cuenta de que el Gran Elector estaba usando ese dinero contra ellos.

Federico Guillermo puso un especial énfasis en crear un ejército de calidad desde el principio. Los mercenarios fueron sustituidos por soldados que podían contar con un ingreso fijo y cuya promoción se limitaba estrictamente por méritos y disciplina. Muchos jóvenes entraron en el ejército buscando una salida a la miseria. Los soldados se mostraron totalmente leales a Federico Guillermo.

Una vez que el ejército tuvo la fuerza suficiente, Federico Guillermo lo lanzó contra aquellos que lo habían financiado: los junkers. El elector comenzó contra los más débiles. El proceso siempre era el mismo: lograba la sumisión de una familia de junkers y después utilizaba su dinero para crear una nueva extensión del ejército. Cuando llegó el turno de las familias más poderosas, el ejército de Brandeburgo-Prusia era tan enorme que no hacía falta ninguna lucha. Los junkers habían sellado su destino al incluir en el pacto de 1653 todos aquellos privilegios que siempre habían considerado suyos. Ahora esos privilegios y el gobierno indiscutible de Brandeburgo-Prusia quedaron en manos del Gran Elector.

En 1688 el ejército prusiano contaba con más de 30.000 hombres altamente entrenados. La mitad del presupuesto de la Hacienda era para gastos del ejército, cuyo jefe indiscutible era el Gran Elector. Observadores de la época afirmaban que si bien el ejército prusiano no era el más grande de su tiempo, sí era el más eficiente.

Bibliografía

  • KORCH, H.W. A history of Prusia. Londres, 1978.

  • STÖLZEL, A. Brandenburg-Preussens Rechtsverwaltung und Rechtsverfassung dargestellt im Wirken seiner Landesfürsten und obersten Justizbeamten. Berlín, 1988.

  • WADDINGTON, A. Le grand électeur Frédéric Guillaume de Brandeborug: sa politique extérieure, 1640-1688. París, 1908.