El libro que cuenta la historia de Espartaco: de la exigencia de su padre a convertirse en gran figura del toreo
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El libro que cuenta la historia de Espartaco: de la exigencia de su padre a convertirse en gran figura del toreo

La campaña taurina en Sevilla ya comenzó con la corrida del Domingo de Resurrección, uno de los hitos de la temporada española junto a otras fechas de renombre como la Corrida de Beneficencia de Madrid o la Goyesca de Ronda. En su sección Los Libros, en el programa Es la Mañana de Federico de esRadio, el cronista Andrés Amorós ha recomendado un libro que habla sobre una de las grandes figuras del toreo de los años 80 y los 90 del siglo XX: Juan Antonio Ruiz Espartaco.

Sin embargo, antes de entrar en faena ha dado unas pinceladas de lo que fue la corrida que se celebró en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla el domingo 31 de marzo con un cartel con principales figuras que triunfaron la temporada 2023 en la capital andaluza: Morante de La Puebla, Sebastian Castella y Andrés Roca Rey, que hacían frente a toros de los Hermanos García Jiménez.

Sobre el festejo, Andrés Amorós ha recordado el aguacero que cayó en Sevilla minutos antes de que empezara el paseíllo que hizo peligrar la celebración del mismo, “estábamos como los huevos, pasado por agua, pero al final hubo toros“. Los toros eran de “García Jiménez, de Matilla, para figuras, flojos y descastaditos. Con pitones, pero poquita casta”, ha dicho el cronista.

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Morante de La Puebla

De Morante de La Puebla ha contado que “ha pasado una crisis” como “las pasa periódicamente” por “su enfermedad” psicológica. Pese a todo el genio de La Puebla del Río “estuvo aceptablemente, pero no tuvo toros“. Amorós ha indicado de Castella que “está muchísimo mejor desde que ha vuelto” y que lo ha hecho “con más ganas” y “con mucho oficio”. Sin embargo, ha advertido que “mantiene un defecto: faenas largas”. En Sevilla “estuvo bien y cortó una oreja”. Ha recordado que es “el único torero francés que ha abierto la Puerta del Príncipe” y ha apuntado que “la tauromaquia es española, pero también es universal y el cartel lo reflejaba: un sevillano, un francés y un peruano“.

Sobre Roca Rey ha dicho que “cortó una orejita generosa” y que en el tendido de la Maestranza “hubo alguna voz poco agradable recordándole a Daniel Luque“. Andrés Amorós ha indicado que es esto es el reflejo de que cuando haces algunas cosas “lo pagas”. “Está feo, pero además de ser una equivocación no es muy práctico porque la gente te lo echa en cara. En Sevilla no quiso hacer su toreo moderno y quedó discretamente”, ha explicado.

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Roca Rey.

El libro sobre Espartaco

El inicio de la temporada taurina en Sevilla le ha valido al cronista de toros y catedrático de Literatura para hablar del último libro del crítico sevillano Carlos Crivell que trata sobre uno de los toreros más relevantes de la provincia andaluza de finales del siglo XX: Juan Antonio Ruiz Espartaco.

El libro en cuestión es Espartaco. Gran maestro del toreo, que ha publicado la editorial El Paseíllo, “la que está sacando ahora más cosas de toros”, en palabras de Andrés Amorós. El cronista ha contado que el libro es muy útil para los aficionados porque “tiene un apéndice final con todas las corridas de toros que mató como matador”. Amorós ha contado que “Espartaco ha sido muy buen torero” y que tiene “una historia de superación”. En su libro recién publicado, El Arte del Toreo, lo llama “la indomable voluntad” porque es “un chico que se ha empeñado y lo ha conseguido”. “El poder de la fuerza de la voluntad suya y la de su padre”, ha añadido.

Sobre el padre de Espartaco, Antonio Ruiz, el primero en usar ese apodo, ha contado el cronista que “es un personaje que sigue siendo el maestro más exigente de toreros que hay” y fue el que “encaminó” a Juan Antonio “a ser torero”. Era tan exigente que siendo ya figura del toreo falló con la espada en una corrida y lo tuvo entrenado por la noche. “El padre quiso ser torero, adoptó por consejo de El Pipo el pseudónimo Espartaco, porque ellos vienen del pueblo de Espartinas”, ha contado Amorós. Ha añadido que “Espartaco padre vio la película Currito de la Cruz siendo un obrero del campo y se entusiasmó. Se fue a la finca de Juan Belmonte y éste le empleó como trabajador, le puso el apodo el Remendao por como llegaba con la ropa. Fue el que influyó más a su hijo”.

La vida de Espartaco

Andrés Amorós ha contado que “la historia de Espartaco hijo es muy curiosa” y demuestra “lo dura que es la vida de un torero”. “En este caso fue tremendo”, ha añadido el cronista que ha dado algunas pinceladas sobre su biografía desde que “se vino a Madrid porque de niño quería ser torero”. En esta época “estuvo con los Lozano” y “a los 13 años lo mandaron a América con el chino torero”. En esos festejos Espartaco “actuaba en la parte seria del espectáculo cómico, primero hacía de lobo y luego salía a torear”.

“A los 14 años ya está en Madrid dedicado al toro y centrado”, ha apuntado Amorós que ha recordado que en una novillada en la que falsean un poco la edad” para que pueda torear le gritaban desde los tendidos: ¡Vamos, Manolito! Le habían puesto un nombre falso”. El cronista ha contado otros hitos como cuando lidió al toro Albahaca del Conde de la Corte que “tenía 110 centímetros de pitón a pitón“. “Luego fue muy amigo de Paquirri, que era buena gente. Le dio un consejo: hay que ser yunque para luego ser martillo”.

La lesión futbolística que acabó con su carrera

“En 1985 Espartaco triunfaba, estaba bien, pero no ganaba dinero y estuvo a punto de pasarse a ser banderillero”, ha contado Andrés Amorós. El cronista ha dicho que sin embargo “ese año en Sevilla el toro Facultades de Manolo González cambió su vida” y “durante seis temporadas seguidas encabezó el escalafón” y se convirtió en figura del toreo.

Ha apuntado alguna efeméride como cuando “se encerró siendo primera figura con seis toros de Miura en Sevilla” y aunque “no cortó orejas, pero es un gesto que queda para siempre”. O la terrible cogida de Pepe Luis Vargas cuando hizo un lance a portagayola que en su toro replicó el torero de Espartinas. Amorós lo ha definido como una persona que es “muy buena gente” y que es “muy sincero”, como cuando habló del “miedo que él pasaba toreando que lo que hay que hacer es superarlo”. A nivel taurino ha dicho que “no era un artistas sino un dominador del estilo de Luis Miguel Dominguín o Paquirri”.

Andrés Amorós ha contado que vivió una “tragedia personal” extraña para un torero: “en un partido de fútbol benéfico tuvo una lesión tan complicada de rodilla con la que prácticamente acabó su carrera”. “La última vez que reapareció fue cuando hubo una especie de veto de las figuras a la Maestranza él volvió a torear por última vez para dar la alternativa a Borja Jimenez, que es ahora la figura emergente, que es de su pueblo”, ha dicho el cronista que ha apuntado que actualmente “tiene 61 años, vive feliz para sus hijos y su ganadería”.

Fuente: Libertad Digital

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