Les present� Bernard Herrmann en 1957 y el mago del suspense cay� rendido a sus pies. Tan ocurrente como apocado, Ernest Lehman era exactamente lo que Hitchcock necesitaba: un guionista lo suficientemente ingenioso como para estar a su altura pero lo suficientemente d�cil como para no inquietarle.
Por entonces el historial de Lehman ya era imponente.
Autor de piezas tan cotizadas como Sabrina (1954), El rey y yo (1956) o Chantaje en Broadway (1957), era un valor en alza dentro de la Metro, pero a�n no estaba a la altura de genios como Taylor o Diamond. "Supongo que Hitchcock se sinti� seguro conmigo porque pens� que no era una amenaza; con �l uno s�lo pod�a adoptar el papel de Si�ntate a los pies del amo", termin� confesando Lehman muchos a�os despu�s.
Juntos empezaron a trabajar en su primer encargo, llevar al cine una novela de poca monta llamada The wreck of the Marie Deare, pero el proyecto entr� pronto en v�a muerta. Consumido por la par�lisis creativa, Lehman le dijo al maestro: "Quiero hacer una pel�cula de Hitchcock que acabe con todas las pel�culas de Hitchcock: con fascinaci�n, ingenio, excitaci�n, movimiento, grandes escenas, gente normal e inocente atrapada en grandes proezas...". Entre pensativo y somnoliento, el cineasta le dijo: "Siempre he deseado filmar una persecuci�n por las caras esculpidas del monte Rushmore...". Acababa de nacer 'Con la muerte en los talones'. A la sombra de la magnificencia de aquella escena, Lehman y Hitchcock empezaron a idear personajes inolvidables como el del malvado McGuffin y secuencias tan impactantes como la del asesinato en la ONU o la de la avioneta que acogota a Cary Grant.
Perfeccionista hasta la extenuaci�n, Lehman llev� su celo al punto de escalar el monte Rushmore antes de cincelar la escena fetiche del filme para hacerse una idea de las sensaciones que zarandeaban a su personaje al mirar al vac�o.
Neoyorquino de coraz�n y nacimiento, Lehman inici� su carrera escribiendo radionovelas, art�culos de cotilleo y anuncios para los musicales de Broadway. Su talento enseguida lleg� a o�dos de la Paramount, que le ofreci� un fabuloso contrato, y de la Metro, con quien empez� a colaborar en 1954. No es f�cil imaginar a aquel muchacho t�mido y lampi�o movi�ndose entre estrellas como Barbara Stanwyck.
Estrenada con �xito Con la muerte en los talones, a Lehman le llovieron todo tipo de ofertas. Lejos de encasillarse, eligi� dos musicales que multiplicaron exponencialmente su leyenda -West Side Story (1961) y Sonrisas y l�grimas (1965), ambas de la mano de Robert Wise- y el complicado reto de adaptar la obra maestra de Albee �Qui�n teme a Virginia Woolf? (1966), que tambi�n produjo y para la que eligi� a un meritorio con talento llamado Mike Nichols.
Candidato al Oscar en cuatro ocasiones, Lehman hubo de esperar al a�o 2001 para recibirlo. Fue un premio honor�fico a su trayectoria y se lo entreg� Julie Andrews, protagonista y art�fice de uno de sus mayores �xitos. "Acepto este honor", asegur� entonces, "en homenaje a todos los guionistas de Hollywood, que tantas veces hemos sufrido el anonimato".
Tal vez por agradecimiento al hombre que le sac� de ese anonimato y le ayud� a crear su mejor gui�n, Lehman atendi� en 1974 la llamada de un Hitchcock en decadencia. Se trataba de urdir una adaptaci�n que se convertir�a en La trama (1976). "Hab�amos creado Con la muerte en los talones, de modo que pod�amos hacerlo de nuevo", confes� Lehman. "Sin embargo, antes de que pasara mucho tiempo me di cuenta de que la relaci�n era completamente distinta. Hab�an pasado muchos a�os y los dos �ramos otras personas. Era lento, testarudo y apenas le quedaba nada de su antiguo nervio. Malgastamos mucho tiempo los dos". De aquel reencuentro result� un filme de factura aseada pero incomparablemente inferior a la obra maestra nacida a la grandiosa sombra del monte Rushmore.