Entre nosotras (2019), de Filippo Meneghetti

Nina y Madeleine “Made” son dos ancianas que han ocultado su amor durante décadas, aunque son vecinas para estar juntas. Ahora parece que por fin se han decidido a vivir su relación sin tapujos, y planean viajar a Roma. Pero Madeleine, viuda y con dos hijos adultos, Anne y Frédéric, no se atreve a contarles la verdad. Ante lo cual la siempre soltera Nina estalla, recriminándole su cobardía a la cara. Acabará pesándole, porque Made sufre un ictus, por lo que Nina lo tiene difícil para acceder a ella, primero en el hospital, y luego en su casa, donde la enferma, que no puede hablar, queda a la atención de la cuidadora Muriel.

Sólido debut en la dirección de largometrajes de Filippo Meneghetti, que coescribe el guión con la también desconocida Malysone Bovorasmy. Sorprende la inteligente tensión narrativa que hay alrededor de los secretos y ocultamientos, donde se evita el sentimentalismo y se recurre con frecuencia a la elipsis, muchas situaciones y reacciones quedan sugeridas, o fuera de campo. La cinta es muy visual, se juega con inteligencia con el rellano de los pisos de de Nina y Madeleine, sus puertas y mirillas, el ascensor. También tiene fuerza la escena de infancia del arranque, de la que se sugiere una explicación posterior, sobre la estrecha relación nacida entonces entre Nina y Made.

La decisión de tomar distancia y no sublimar la relación resulta acertada, y está bien apuntalada por el buen trabajo actoral de las dos protagonistas, Barbara Sukowa y Martine Chevallier: de modo que en la primera vemos amor, sí, pero también una actitud posesiva, y un modo de actuar poco noble con los que se interponen en su camino; y en la otra el miedo a los hijos, a que la juzguen mal o se produzca una ruptura irreparable. Quizá pueda faltar algún matiz a la hora de pintar a Anne y Frédéric, más allá de tener otra vida, algún resentimiento y el deseo de "hacer algo". Y el mundo de los cuidadores y médicos queda algo simplificado, aunque sea con propósitos dramáticos que apunten al amor como razón para seguir viviendo.

También podemos decir que estamos sobre todo ante una película de mujeres. Porque los dos secundarios principales son la hija Anne y la cuidadora Muriel, bien interpretadas por Léa Drucker y la casi recién llegada Muriel Bénazérafm, reconozcamos que el hijo encarnado por Jérôme Varanfrain y el nieto son casi meros comparsas.