Enrique Joven, astrofísico: "La solución a los problemas de la Humanidad está en las estrellas"

Enrique Joven: "La solución a los problemas de la Humanidad está en las estrellas"

El astrofísico aragonés publica un libro sobre el Universo y cómo se ha estudiado a lo largo del tiempo

El astrofísico y novelista acaba de publicar un libro divulgativo y esclarecedor sobre las estrellas y cómo se han estudiado a lo largo de los siglos.
El astrofísico y novelista acaba de publicar un libro divulgativo y esclarecedor sobre las estrellas y cómo se han estudiado a lo largo de los siglos.
Toni Galán

Enrique Joven (Zaragoza, 1964), ingeniero del Instituto de Astrofísica de Canarias y novelista de éxito, acaba de publicar un libro de alta divulgación, ‘Estrellas por un tubo’ (Roca Editorial), en el que busca ofrecer "una historia diferente de la astronomía". Con todo el rigor, pero con un lenguaje cercano que hace entendibles algunos de los conceptos más enrevesados de la Física.

"Este es uno de esos libros que uno va aplazando continuamente porque la vida te va imponiendo otras tareas y no tienes la oportunidad de embarcarte en un proyecto así. Fue la pandemia y el confinamiento los que me dieron la oportunidad de escribir esta historia de la astronomía, que abarca desde el principio del estudio del cielo hasta el telescopio James Webb".

Para este científico, "el conocimiento del Universo es fundamental, hoy en nuestra sociedad y siempre, porque nos explica a nosotros mismos. La astronomía es una ciencia antigua a cuyo avance han contribuido muchas personas, y que al principio tuvo un marcado carácter religioso. Podemos imaginarnos a nuestros antepasados mirando hacia el cielo pensando que todos aquellos puntos brillantes tenían un origen divino, o que incluso esos puntos eran los mismos dioses. Ese carácter divino que tenía la astronomía en la Antigüedad explica que, aún hoy, se confunda a menudo con la astrología, con la adivinación de un futuro que venía dado por los dioses. En realidad, cuando miramos al cielo estamos viendo nuestro futuro porque vemos nuestro pasado. Cuando miramos a Saturno no vemos el planeta real, sino el que existía hace una hora, que es el tiempo que tarda en llegar la luz hasta nosotros».

Por eso define al telescopio como una ‘máquina del tiempo’. "‘Estrellas por un tubo’ no es un libro de consulta –subraya–; en sus páginas he querido hacer un repaso ligero de la historia de la astronomía, sin eludir conceptos que a mucha gente le pueden parecer complicados, como las ondas gravitacionales o la materia oscura, que intento explicar de forma clara".

También habla de los físicos que trabajaron en el desarrollo de la bomba atómica. "Se inventó en un ámbito muy diferente al actual, pero el debate sobre la energía atómica está hoy muy manipulado. Las medidas de seguridad en las centrales son excelentes. La palabras 'nuclear' o 'atómico' parece que asustan, pero son naturales, todos estamos compuestos de atomos. En las universidades, en la asignatura de Física Nuclear no se estudia cómo hacer bombas, sino que se habla de lo que está hecha la materia".

Estudiar el cielo, las estrellas, puede ayudar a resolver los problemas más actuales.

"Sufrimos dos problemas graves –añade–, la crisis energética y el cambio climático. Resolverlos no será una cosa de años, sino de décadas, pero esa solución a los problemas que sufre la Humanidad está en las estrellas, en la fusión nuclear, que es el proceso que les permite brillar y producir energía. Nos queda aún mucho por aprender". 

"Cuando miramos al cielo estamos viendo nuestro futuro porque vemos nuestro pasado"

Reconoce Joven que cada vez resulta más difícil ver estrellas porque la contaminación lumínica aumenta en las ciudades y en el ámbito rural. Pero subraya que en Canarias, donde vive, "el cielo es muy estable y hay leyes que protegen la oscuridad". Y destaca también la ‘calidad’ de los cielos de Teruel, especialmente los de Javalambre.

Y sobre el proyecto de crear una Agencia Espacial Española (el Gobierno central ya ha aprobado la creación del Consejo del Espacio), para cuya sede se postula Teruel, se muestra básicamente cauto.

"Teruel merece ser sede de la Agencia Espacial Española –concluye Enrique Joven–. En el libro reclamo una mayor inversión en ciencia e investigación en España. Este proyecto es de ciencia, pero tiene también mucho de política, y por eso no hay que perder de vista que, aunque Teruel merezca ser sede de la Agencia, finalmente igual se instala en otro lado. En cualquier caso, puede ser un proyecto positivo. Durante muchos años la política aeroespacial española ha estado descoordinada. Ya estamos en la Agencia Espacial Europea, así que hay que ver si la creación de una institución más local acaba mejorando las cosas. Creo que dependerá de la dotación presupuestaria".

El primer astrónomo conocido, una mujer

El libro está repleto de curiosidades. Como que, ya en el año 129 antes de Cristo, Hiparco de Nicea hizo un primer catálogo de estrellas, que Ptolomeo lo amplió después a 1.022. Un número totalmente superado porque hoy, cualquiera puede descubrir solo a simple vista más de 7.000. Y son solo una mínima parte del total: 300.000 millones solo en la Vía Láctea.

Datos como que casi todos los elementos químicos se formaron dentro de las estrellas. Y que tras el Big Bang, y en apenas unos minutos, se sintetizó hidrógeno, helio y litio.

O que la famosa frase de Carl Sagan de que "somos polvo de estrellas" es, en realidad, de Harlow Shapley, un hombre que llegó a la astronomía por casualidad: quería estudiar periodismo pero la Universidad de Misuri retrasó la apertura de esa facultad. Y acabó matriculándose en Astronomía.

Y quizá uno de los aspectos más llamativos es constatar que también en la historia de la astronomía hay figuras femeninas poco valoradas y conocidas. Empezando por el primer astrónomo del que se guarda testimonio y que era mujer: la sacerdotisa sumeria Enheduanna, que hace 4.300 años apuntó en sus tablillas de arcilla sus observaciones.

Pero, también, Henrietta Leavitt, que a caballo de los siglos XIX y XX se impuso a su sordera y cambió la manera de observar el universo gracias a su descubrimiento sobre la luminosidad de las estrellas. O Annie Jump Cannon, también sorda, que estableció el método actual de clasificación de las estrellas en función de la temperatura. O Vera Rubin, que comprobó que las estrellas tienen curvas de rotación casi constante.

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