La Guerra de las Rosas: Lancaster vs York - Historipedia

La Guerra de las Rosas: Lancaster vs York

La siguiente historia tiene lugar entre el año 1399 y el 1485

INGLATERRA MEDIEVAL 7: La Guerra de las Dos Rosas – Lancaster vs York

LAS DINASTÍAS LANCASTER Y YORK (1399-1485)

En este capítulo vamos a conocer las luchas entre dos dinastías: los Lancaster y los York, y su enfrentamiento en la conocida Guerra de las 2 Rosas. Como curiosidad, esta guerra inspiró a George RR Martin muchos elementos de Juego de Tronos. Cambia Lancaster por Lanister y York por Stark y ya empezamos a ver el parecido.

Pero no nos adelantemos. En el capítulo anterior vimos cómo el exiliado Enrique de Bolingbroke logró invadir Inglaterra e hizo abdicar a su primo el rey Ricardo II. Gracias a ello, el Parlamento inglés le coronó con el nombre de Enrique IV de Lancaster. Con él empieza la Dinastía de Lancaster, una rama de los Plantagenet.

Como este rey era considerado ilegítimo por muchos nobles, tuvo un reinado lleno de rebeliones contra él. Sus grandes oponentes fueron dos hermanos: el conde de Northumberland, Henry Percy; y el conde de Worcester, Thomas Percy. Y también estaba Henry Hotspur, hijo del primero. Pertenecían a la familia Percy, y al principio se llevaban bien con el rey, pero todo cambió tras la Batalla de Humbleton Hill. En esta batalla, los Percy defendían Inglaterra de Escocia, pero necesitaban más financiación, y el rey se la negó.

Y para complicar las cosas, en Gales había surgido un líder rebelde llamado Owain Glyndwr, famoso por haber adoptado para Gales la bandera con un dragón rojo. El tipo fue proclamado Príncipe de Gales y empezó una guerra de guerrillas por el territorio galés. Tuvo muchos éxitos al principio, pero luego ya le fue mal y terminó escondiéndose por los bosques galeses y nunca más se supo de él.

Enrique IV logró frenar la rebelión de los Percy. Hotspur murió en batalla y Thomas Percy acabó siendo ejecutado. Henry Percy se rindió y fue perdonado, pero en 1405 volvió a rebelarse, esta vez con el apoyo del arzobispo de York, Richard Scrope. Todo el norte se rebeló contra el rey, pero Enrique IV logró poner todo en orden y se cargó al arzobispo.

Henry Percy se volvió a rendir sólo para rebelarse una última vez.

En esta ocasión, el conde rebelde pidió la ayuda del Reino de Escocia. Esta rebelión acabó en 1408, en la Batalla de Bramham Moor, donde Henry Percy acabó muerto.

Tanto levantamiento y unas finanzas complicadas de cuadrar pasaron factura al monarca, y su salud se resintió. En 1413, Enrique IV murió de algún chungazo, y fue sucedido por su hijo: Enrique V. Su reinado fue más bien cortito, apenas duró 10 años. De todas formas, se le tiene buena consideración por su buena relación con los nobles y con el Parlamento, por no malgastar el dinero público y por ser firme, pero no tiránico.

El primer gran conflicto de su reinado fue con los lolardos, que empezaron a conspirar dirigidos por John Oldcastle. Este tipo era amigo de Enrique, pero cuando éste se enteró de su complot fue a por él, le capturó y lo ejecutó. Dicen que lo asaron como un cochinillo, pero puede ser mito.   

Ahora pasemos al tema de la Guerra de los 100 años. Ingleses y franceses llevaban ya muchos años de tregua, pero Enrique V quería reclamar el trono francés, ocupado por Carlos VI, que debía de tener algún problema mental, y hubo movida por la regencia. Al final ganó Juan sin Miedo, duque de Borgoña. Aprovechando toda este lio en Francia, en 1415, Enrique V desembarcó en Harfleur, en Normandía, con un enorme ejército. De ahí se dirigieron a Calais.

Pocos días después, sus tropas se encontraron con el ejército francés, muy superior en número, y aquí tuvo lugar la famosa Batalla de Agincourt (ayincurt), una de las más salvajes de toda la guerra. Gracias a la lluvia, el terreno pantanoso fue una trampa mortal para la caballería francesa, y el arco largo inglés, arma que se puso muy de moda en esos años, barrió a cualquier soldado enemigo que se les puso por delante.

Como curiosidad, hay una leyenda que dice que en esta batalla surgió la peineta inglesa. Y esto está relacionado con este arco. Cuando un soldado inglés era capturado por los franceses, les solían cortar los dedos índice y corazón para que no pudieran manejar el arco. Pero en batalla, los soldados ingleses solían levantar esos dedos como burla al enemigo, en plan “os vamos a destrozar, hijos de puta”. Luego el gesto cambiaría a un solo dedo.

En fin. La victoria de Enrique V en Agincourt fue abrumadora, y ordenó ejecutar a todos los prisioneros, menos a los más nobles. Esto lo hizo para cobrar cuantiosos rescates, por supuesto. El siguiente objetivo de Enrique V fue la ciudad normanda de Caen. Gracias a la artillería inglesa, la ciudad acabó rindiéndose tras dos semanas de asedio. En 1419 cayó Ruan. Enrique V ya controlaba toda Normandía.

Como los franceses ya lo daban todo por perdido, en 1420, Felipe el Bueno, hijo de Juan sin Miedo, obligó a firmar al rey loco el Tratado de Troyes con el rey inglés. Básicamente, ofrecieron al rey inglés la mano de la hija del monarca, Catalina de Valois, y se reconoció a Enrique V como heredero al trono francés, siempre y cuando los dos reinos no fueran anexionados y mantuviera cada uno sus propias instituciones, costumbres y leyes.

Por su parte, el hijo del rey francés, Carlos el Delfín, fue desheredado. Ante esto, se rebeló y huyó a Bourges, donde creó una corte rebelde paralela.

Pero bueno, de momento todo guay para el inglés. Enrique V se casó con Catalina y al año siguiente nació su primer hijo, Enrique, quien estaba llamado a ser el heredero de ambos tronos, tanto el inglés como el francés. Sin embargo, poco después, en 1422, Enrique V murió de disentería a la edad de 35 años. Y el rey loco Carlos VI también.

El bebé Enrique se convirtió en Enrique VI de Inglaterra. Como no tenía ni un año de edad, el poder inglés recayó en manos de John, duque de Bedford, hermano de Enrique V. También destaca Enrique de Beaufort, medio hermano de Enrique IV e hijo del abuelo del rey, Juan de Gante, quien era canciller del reino y obispo de Winchester. Y finalmente estaría en la regencia Humphrey, duque de Gloucester y tío del rey.

Aprovechando esta transición de poder, los franceses, concretamente la facción de los armagnac (armañac), que apoyaban a Carlos el Delfín, alzaron a Carlos como rey de Francia con el nombre de Carlos VII. Es decir, que Francia tenía ahora dos reyes diferentes.

En los años siguientes, Inglaterra ocupó París y casi todo el norte francés. Para 1429, las tropas del duque de Bedford lograron llegar hasta Orleans, ciudad que empezaron a sitiar con gran violencia.

Sin embargo, pronto apareció una valiente chavala a pararle los pies. Hablo de Juana de Arco, una campesina que decía que oía voces de Dios y que llegó hasta la corte de Chinon y le dijo a Carlos el Delfín que tenía que frenar a los ingleses en Orleans porque Dios se lo había ordenado.

Carlos le dijo: “Pues de puta madre”, le dio una armadura y puso a la chavala al frente de un ejército. Aunque parecía todo de locos, la joven Juana logró frenar el asedio inglés de Orleans y hacer retroceder a John y a todas sus tropas. Poco después acompañó al delfín hasta Reims para que fuera coronado oficialmente rey de Francia.

Más tarde, en 1430, la chavala fue capturada por los borgoñones, aliados de Inglaterra, y se la entregaron a estos, que la quemaron por hereje en una plaza pública en Ruan. Al año siguiente, el pequeño rey Enrique VI fue coronado rey de Francia en la Catedral de Notre Dame de París.

La muerte de Juana de Arco dio más fuerzas a los franceses. Empezaron a luchar de forma más envalentonada, lograron hacer que Borgoña se pasara a su bando con el Tratado de Arras (1435) y fueron a reconquistar París. Esto se consiguió en el año 1436.

Enrique VI, ya mayor de edad, se vio bastante superado por las fuerzas francesas y empezó a perder terreno. No era un rey carismático ni tenía madera de líder. En estos años, sus tíos, los regentes del reino, se enfrentaron y se tiraron tanta mierda que el conde de Suffolk, William de la Pole, logró hacerse el Chambelán del reino, la mano derecha del rey. Éste organizó un tratado de paz con Francia y el rey se casó en 1444 con la sobrina del rey de Francia, Margarita de Anjou, y con ella tuvo un hijo: Eduardo de Westminster. William de la Pole no duró mucho como consejero, pues ocultó parte del acuerdo, que era renunciar a Maine y Anjou, entre otras cosas. Le llovieron las críticas y tuvo que exiliarse, aunque le pillaron antes y le decapitaron.

Además, un soldado de origen irlandés llamado Jack Cade, empezó una rebelión en Kent contra el rey. Marcharon hacia Londres arrasando todo a su paso. Fue la reina Margarita quien tomó las riendas de la situación y prometió el perdón real a los rebeldes que se largaran. Algunos abandonaron a Cade, y éste fue atrapado y asesinado.

También en estos años se produjo un escándalo en el reino bastante importante. La madre del rey, la viuda Catalina de Valois, había sido apartada de la corte por los regentes, y empezó un romance con un noble galés de su servicio llamado Owen Tudor. Juntos tuvieron 5 hijos, el más importante fue Edmund. Este se casó con Margarita de Beaufort, condesa de Richmond, que era parte Lancaster pues era bisnieta de Juan de Gante. Bueno, pues el hijo entre ambos llegaría a ser rey dentro de 30 años, luego lo veremos.

A partir de 1449 comenzó la última fase de la Guerra de los 100 años. Carlos VII lanzó un ataque en pinza sobre Normandía y la Guyena, y en 1450 tuvo lugar la Batalla de Formigny. Los franceses ganaron y esta victoria supuso la recuperación de Normandía tras 30 años de ocupación inglesa.

Y lo mismo pasó con Guyena. En 1453, tras la Batalla de Castillon, los franceses recuperaron todo aquel territorio que había sido inglés durante 300 años. Y así terminó la Guerra de los 100 años, con las tropas de Enrique VI de Inglaterra saliendo por patas de suelo francés. Menos Calais, que continuó siendo inglés un tiempo más.

Mientras tanto, en Inglaterra, florecía un nuevo tipo de arte gótico. Hablo del gótico perpendicular, que se puso muy de moda durante este siglo XV. Algunos ejemplos son la Catedral de Gloucester, la Capilla del King’s College de la Universidad de Cambridge, o la Catedral de Manchester.   

Dos años después del final de la Guerra de los 100 años comenzó otra guerra, pero dentro de la misma Inglaterra: la Guerra de las Dos Rosas, o simplemente Guerra de las Rosas. Duró 32 años y enfrentó a dos casas descendencia de Enrique III. Por un lado, estaba la casa Lancaster, representado por una rosa roja, que descendía de Juan de Gante y de Enrique Bolingbroke, bando integrado por la familia real y Edmundo de Beaufort, duque de Somerset.

Por otro estaba la casa York, representado por una rosa blanca, y que descendía tanto de Leonel de Amberes como de Edmund de Langley, y con Ricardo de York a la cabeza, quien fue un poderoso noble que luchó en la guerra contra Francia. Algunos dicen que más que una guerra, en realidad fueron varias a pequeña escala. Pero bueno, vamos a empezar con este conflicto.

Año 1453. Enrique VI estaba tan depre por lo de Francia que sufrió un ataque de locura que duró casi 2 años. Parece ser que había heredado la enfermedad de su abuelo materno, el rey francés. No entendía nada, no reconocía a nadie… Un desastre.

Su esposa, Margarita de Anjou, era la que realmente cortaba el bacalao en la corte real. Apoyada, cómo no, con el duque de Somerset, Edmundo.

El problema era que el barón más poderoso de Inglaterra, Ricardo duque de York, odiaba a este tipo, y quiso hacerse con el control del rey con el cargo de Lord Protector. Entró en el Parlamento, acusó a Edmundo de traición e hizo que lo arrestaran. Y le nombraron Lord Protector, claro. Para muchos barones era mejor el York que que les gobernara una francesa.

Ricardo de York estaba casado con Cecilia de Neville, siendo los Neville una de las familias más adineradas de Inglaterra en aquellos años; familia que a su vez descendía de una hija de Juan de Gante. El sobrino de esta chica fue Richard Neville, conde de Warwick. Será un personaje muy importante en este conflicto por su apoyo a Ricardo de York, y sería llamado “el hacedor de reyes”.

Estos Neville a su vez se llevaban mal con la familia de los Percy, quienes estaban aliados con la facción de la corte real. Entre 1453 y 1454 los Neville y los Percy se enfrentaron en una pequeña guerra con sus ejércitos privados que sembró el caos en parte del norte de Inglaterra.

Cuando Enrique VI se recuperó de su parálisis o lo que fuera, él y Margari liberaron a Edmundo y todos juntos echaron a Ricardo de York de la regencia. El rey consiguió pacificar la zona, aunque su resolución perjudicó al bando de los Neville y los York. Y digamos que esto fue el detonante de esta Guerra de las Rosas.

Ricardo de York quería su puesto de vuelta, y con un ejército decidió ir a por el rey a Londres. La primera batalla de esta guerra fue la Batalla de Saint Albans, de 1455, donde los York emboscaron a las tropas del rey en este pueblo de San Albano. Aquí murieron el líder de la facción de los Lancaster, Edmundo de Beaufort, duque de Somerset, y el conde de Northumbria Henry Percy II. Además, parece ser que al rey Enrique VI le encontraron escondido porai cerca, y fue capturado por los York. Sin nada que poder hacer, se convirtió en una marioneta en manos de Ricardo.

En esta época el país quedó dividido entre la casa real de Lancaster, que reunía su parlamento en Coventry, en el centro del reino, donde residía; y los yorkistas, que controlaban el parlamento de Londres, y básicamente el reino entero. De todas formas, pronto el rey se dispuso a echar al York del poder. Logró convencer a algunos barones y por fin pudo darle la patada.

Otra vez los York sacaban al ejército. Sin embargo, tras la Batalla del Puente de Ludford (1459), el rey logró hacer huir del reino tanto a Ricardo de York como a Richard Neville, conde de Warwick (a Irlanda y Calais, respectivamente). De todas formas, eso no iba a quedar así. Neville regresó a Inglaterra al año siguiente con multitud de apoyos y derrotó al rey en la Batalla de Northampton (1460). En esta batalla, Enrique VI fue hecho prisionero y llevado a Londres.

Ricardo de York quería ser nombrado rey, pero el parlamento se resistía porque no era muy legal. Sin embargo, ambas casas llegaron a un pacto. Enrique VI continuaría gobernando, pero su hijo Eduardo de Westminster quedaría desheredado. A su muerte, el trono pasaría a un miembro de la casa de York, Ricardo o a su hijo: Eduardo de March, o Edu de York.

La reina, Margari de Anjou, dijo que no aceptaba desheredar a su hijo, y le agarró y se lo llevó a la Escocia del rey Jacobo III Estuardo, y empezó a preparar un ejército con él. Estas tropas no tardaron mucho en estar listas para ir al sur a destruir a los York, y aquí, en 1460, tuvo lugar la Batalla de Wakefield (1460). El bando de los Lancaster ganó, y Ricardo de York fue atrapado y ejecutado. Fue sucedido por su hijo Eduardo de March, de 18 años. Este era mucho más ambicioso que su padre y no se conformaba con ser Lord Protector. Quería ser rey. Lo cual conseguiría. Ahora lo veremos.  

Desde luego, Richard Neville controlaba el cotarro desde Londres, y empezó a reorganizar las maltrechas fuerzas de los York. Por ejemplo, ayudó a que Edu de March, o de York, ganara la Batalla de Mortimer’s Cross en 1461. En ella fue capturado y ejecutado Owen Tudor.

Margarita de Anjou volvió al ataque, y venció en la 2ª Batalla de Saint Albans. Gracias a esta victoria, logró rescatar a su esposo el rey de la prisión en la que estaba recluido. Volvieron al seguro norte, mientras en Londres, Eduardo de March se coronaba en 1461 como Eduardo IV. Los York habían logrado ascender al trono inglés.

La reina Margarita trató de recuperar lo que era de su familia, y entonces tuvo lugar la Batalla de Towton, en Yorkshire, la mayor batalla de esta guerra y una de las más sangrientas de la historia de Inglaterra. Sucedió en mitad de una ventisca, y en ella cayeron los nobles más importantes del norte que habían sido fieles a los Lancaster. Los York vencieron y se consolidaron como la dinastía en el poder. Mientras que los Lancaster se vieron obligados a exiliarse a Escocia.

Uno de los vencidos en esta batalla fue Henry Sttaford, el nuevo marido de Margarita de Beaufort. El pequeño Enrique Tudor fue capturado por los York, y lo cierto es que no le trataron mal, pero su madre no volvería a verle hasta 14 años después.  

Pero volviendo a la trama principal, durante los siguientes 22 años, Eduardo IV de York sería rey de Inglaterra. Bueno, a mitad de su reinado, Enrique VI de Lancaster recuperaría el trono brevemente. Ahora vamos a verlo.

Durante los años 60 del siglo XV, los Lancaster, apoyados por la familia de los Percy, trataron de recuperar el poder, pero su derrota en la Batalla de Hexham de 1464 acabó con la resistencia. Además, meses después, Enrique VI fue capturado otra vez y enchironado en la Torre de Londres.

Con esto, los York lo tenían todo ganado. Eduardo IV reinaba Inglaterra sin mucho problema. Era guapo, carismático, culto, educado… y un poco mujeriego y borrachuzo también. ¿Pero qué es lo que jodió todo? Pues el conde Richard Neville, que era un tipo muy ambicioso, deseaba controlar al rey. A un hermano le habían puesto de arzobispo de York y a otro hermano conde de Northumberland (tras apartar a los Percy), pero a Richard “el hacedor de reyes” nada le satisfacía. Él quería más poder.

Por ejemplo, Neville quería casar al rey con alguien importante que le conviniera para sus intereses, como alguna princesa francesa. Pero no, Edu se casó en secreto con Isabel Woodville, una noble partidaria de los Lancaster. El rey empezó a dar a esta familia Woodville puestazos en la corte, tierras y matrimonios guays a esta familia, lo que fue minando el poder de Neville.

Con todas estas movidas, en el norte, en 1469, se produjo una insurrección en contra de la familia Woodville. El líder fue un tal Robin Redesdale, pero todo apunta que fue cosa de Richard Neville. Éste estaba harto del rey y se propuso deponerlo, y para ello se alió con el hermano de monarca: George, o Jorge duque de Clarence. Tras la Batalla de Edgecote (1469), Neville logró capturar al rey Eduardo IV y éste fue recluido en el castillo de Warwick.

Claro, Richard Neville realmente no era nadie para ir apresando reyes en su castillo, y la presión del parlamento y los barones le obligaron a liberar a Eduardo IV y huir a Francia. Aquí en Francia, en la corte de Luis XI, también estaba Margarita de Anjou y su hijo Edu de Westminster. Los Neville y los Lancaster, grandes enemigos en el pasado, empezaron a llevarse bien y a planear echar al rey York con ayuda francesa. Dicho y hecho, las tropas de los Lancaster desembarcaron en Inglaterra y el rey Eduardo IV se vio obligado a huir a Borgoña en 1471. Y es que su hermana Margarita se había casado con el duque de allí, Carlos el Temerario.

Enrique VI de Lancaster fue sacado de la cárcel y volvió al trono de Inglaterra gracias a Richard Neville, que era quien realmente mandaba. De todas formas, poco durarían los dos. El duque de Borgoña Carlos el Temerario decidió apoyar al exiliado Eduardo IV a retomar el trono inglés. En 1471, Eduardo IV desembarcó en Yorkshire y comenzó a ganarle batallas a Richard Neville y sus aliados. Fue en uno de estos combates, concretamente en la Batalla de Barnet (1471), donde este personaje acabó palmando. Se acabó el hacedor de reyes.

Otro que murió en esta batalla fue Henry Stafford, el marido de Margarita de Beaufort, la madre del joven Enrique Tudor. La familia había recuperado sus tierras y les iba bien, pero esto jodió todo un poco. Ellos eran del bando Lancaster, y Margari tuvo que mandarle un mensaje a su hijo pidiéndole que huyera al continente.

El príncipe Eduardo de Westminster comandó una última fuerza de resistencia contra el invasor, pero acabó perdiendo el combate y la vida en la Batalla de Tewkesbury (1471). Esta victoria fue decisiva para los York. Además, poco después también murió el rey Enrique VI, posiblemente asesinado. Con esto, la casa Lancaster estaba ya fuera de juego.

Eduardo IV de York entró en Londres ya sin rival alguno y se volvió a entronizar como rey de Inglaterra. Y las tornas cambiaron. Mientras que la familia Percy recuperó su lugar destacado en la nobleza, los Neville cayeron en desgracia y fueron perseguidos. Durante los siguientes 12 años, Eduardo IV reinó más o menos tranquilito y en paz. Gobernó con firmeza, pacificó toda Inglaterra, bajó los impuestos e incentivó mucho el comercio. Además, en estos años, Edu e Isabel tuvieron mogollón de hijos.  

También es cierto que tuvo movida con su hermano Jorge de Clarence, que ya le había traicionado antes y que ahora parece que le daba a la nigromancia para acabar con el rey. Se cuenta que en 1477 lo ahogaron en una barrica de vino en la Torre de Londres.

A pesar de lo mucho que mejoró la situación en Inglaterra durante esta década, el rey era un libertino glotón que para sus 40 años de edad estaba muy gordo y muy envejecido. Murió en 1483.

Uno que quería el trono era Ricardo, hermano del rey muerto y conde de Gloucester, que parece ser que era un poco jorobado y cojo. Éste se había casado con Anne Neville, hija de Richard, por lo que había heredado un montón de territorios al norte. Por otro lado, estaba el hijo del rey muerto, un joven de 12 años llamado Eduardo.

Fue este quien acabó en el trono, con el nombre de Eduardo V. Fue aupado por la familia Woodville, apartando todo lo que pudieron a Ricardo de Gloucester, quien no consiguió ni el puesto de Lord Protector. Por todo esto, Ricardo conspiró y logró hacer que el Parlamento declarara nulo el matrimonio de Edu IV con Isabel de Woodville porque su matrimonio anterior no se había disuelto, por lo que todos sus hijos eran ilegítimos. Gracias a esto, su sobrinito se fue a la mierda y Ricardo se entronizó como Ricardo III.  

¿Qué pasó con Eduardo V? No se sabe. Tanto él como su hermanito Ricardo fueron encerrados en la Torre de Londres y desaparecieron. Es un misterio qué pasó con ellos. Muchos acusaron a Ricardo III de haber ordenado asesinarles, y de ser un rey tirano y cruel. No se sabe hasta qué punto esto es leyenda negra. Pero bueno, Ricardo III sólo reinó dos años. Resulta que, de las sombras, apareció una persona para disputarle la corona. Ese fue Enrique Tudor. Un medio Lancaster.

Su padre era medio-hermano de Enrique VI, y reclamaba la corona por descender de uno de los hijos de Eduardo III, Juan de Gante. Su madre Margarita de Beaufort se casó con Edmundo Tudor. Y éste era hijo de Owen Tudor y Catalina de Valois, viuda del rey Enrique V de Lancaster y madre de Enrique VI. Lo sé, es un puto lio; viene a ser como si fuera Daenerys Targarien, más o menos, pero sin dragones. Ahora Margarita estaba casada con el influyente noble Thomas Stanley, conde de Derby, lo que hizo que Margari ganase contactillos y se hiciera colegui de la familia Woodville.

Mientras tanto, este Enrique Tudor vivía en Bretaña exiliado, y no tenía muchos recursos. Sin embargo, entre los contactos de su madre y los del rey francés, le acabaron dando soldados y barcos. Desembarcó en Gales en 1485, y avanzó rápidamente hacia el centro de Inglaterra. Allí se enfrentó al ejército real de Ricardo III en la Batalla de Bosworth. Todo apuntaba a que Ricardo iba a ganar dada la superioridad numérica, pero dos de sus generales le traicionaron y el rey perdió la batalla. Bueno, no sólo perdió la batalla, sino también la vida. Se dice que fue el último rey inglés en morir en un campo de batalla.

Así, en 1485, Enrique Tudor se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Enrique VII. Pronto se casó con Isabel de York, la hija mayor de Eduardo IV. Esto hizo que ambas casas, York y Lancaster, se unieran en una sola. Y técnicamente, con esto, acabó la Guerra de las Rosas, y se creó como emblema Tudor la rosa mezcla de las otras dos.

Bueno, en realidad, hubo una batallita más en 1487, la Batalla de Stroke Field. Fue el último intento de los York de acaparar el poder y poner de rey a un tal Lambert Simnel, un niño que decía que era Eduardo, hijo de Jorge de Clarence. Tras la batalla, Enrique VII se los cargó a todos y ya no hubo más aspirantes al trono.

Con la Dinastía Tudor pasamos de la época medieval a la moderna, una época caracterizada por la casi desaparición del feudalismo, donde los reyes dejaron de ir personalmente a las batallas. Veremos también la reducción de poder de la aristocracia para presenciar el auge de la burguesía, así como la evolución del Parlamento inglés. Todo esto, mientras la monarquía se iba volviendo cada vez más autoritaria. Pero eso ya… es otra historia.