Édgar, Rafael y Enrique Bejarano Vidal, tres hermanos bailarines de danza clásica que son promesas de oro en el mundo del ballet – Azteca21 Media

Édgar, Rafael y Enrique Bejarano Vidal, tres hermanos bailarines de danza clásica que son promesas de oro en el mundo del ballet

Difícil y cansada es la labor de darse a conocer, no solamente con el público, sino también con promotores privados y gubernamentales que tienen la facultad de otorgar recursos económicos, de profesionalización y divulgación.

Ellos se convierten, en caso de que el artista lo consiga, en los principales aliados para gritarle al mundo que ese artista —llámese pintor, escultor, actor o cantante— tiene el talento suficiente para ser el mejor de una ciudad, de un país, y ¿por qué no?, del mundo.

La familia Bejarano Vidal es un caso muy concreto. Los tres hermanos bailarines de danza clásica que, junto a sus padres, han tenido que correr de un lado a otro para poder difundir que ellos (Édgar, Rafael y Enrique) son promesas de oro en el ballet mexicano.

La suerte, los escenarios y los premios les han sonreído, pero casi nunca es así, el camino rumbo al éxito no es nada fácil.

Los bailarines Bejarano Vidal escurren ternura y profesionalismo con su corta edad: Édgar de 19 años se perfila de lleno al ámbito profesional, en tanto que Rafael y Enrique, de 14 y 10 años respectivamente, siguen al pie de los concursos en la búsqueda de medallas, perfección, y de aquellas autoridades artísticas que pueden contactarlos con las más destacadas academias, becas y profesores de baile.

No son desconocidos. Los nombres de la familia Bejarano Vidal aparecen en los periódicos, en la televisión, radio e internet. Constantemente convocan a los medios de comunicación para presumir los logros que los jovencitos han cristalizado por sí solos tras arduas horas de ensayo.

Sus padres también tienen el mérito: Édgar Bejarano y Patricia Vidal, ambos sensibles al arte. Él es escultor y torero, y ella, artista plástica. Ambos persiguen que sus hijos sean conocidos en el mundo, que lleguen a las altas esferas de México, de Holanda, de Francia, de los países donde el arte se aprecia y se paga.

Tras las sonrisas y los recuerdos de esfuerzo y disciplina que los hermanos acumulan desde hace cinco años (tiempo en que iniciaron en ballet), al papá de este trío le cambia el semblante al reconocer los obstáculos y enredos que él y su pareja han enfrentado para lograr el apoyo de las autoridades artísticas de Jalisco.

Tristemente —sentencia— la ayuda y proyección la han logrado principalmente fuera de México, de la mano de bailarines que también han salido del país por razones similares.

“Hay un incremento de academias buenas en Guadalajara, está por abrirse la compañía del Joven Ballet de Jalisco (de la Secretaría de Cultura Jalisco), pero todavía falta más, a nosotros nos han apoyado en lo general, pero en el concurso nacional fuimos sólo 16 bailarines, cuando estados como Yucatán y Veracruz, llevaron a 50, respectivamente, siendo que en Jalisco hay talentos, valores que se pueden explotar hasta en el extranjero”, destaca el bailarín mayor, Édgar.

Unidos por la causa

Con 10 años de edad, Enrique presume en su pecho dos medallas de oro, luego de que por segundo año contiguo, obtuviera el primer lugar en el Concurso Nacional de Ballet Juvenil e Infantil de México. Lo hizo en 2012 y lo repitió en este 2013.

Su padre se muestra orgulloso, la sonrisa no se le borra del rostro cuando afirma que su pequeño es el único que ha conseguido esta hazaña en dos ocasiones consecutivas, pero al mismo tiempo es estricto en la directriz que su hijo menor debe seguir: “No te distraigas, concéntrate en lo que te preguntan…”.

Enrique no es el único que lo sabe, le queda claro que no debe desviarse de los temas que le presentan. Entre palabras rusas, alemanas e italianas de nombres de bailarines y pasos de baile, los tres hermanos se concentran, pausadamente, para hablar de su vida, para decir que, hasta cierto punto, no han tenido una infancia normal, una como la de los demás.

Los jóvenes Bejarano Vidal dicen ser felices, y se les nota cuando detallan cómo es que iniciaron, sus primeros maestros, su primer día de en ensayo, su primer aplauso, su primer premio, su primer error en el escenario.

No obstante, la primera impresión —para quien los conoce—  es que son rutinarios, ya que las exigencias de los ensayos y la disciplina física no les permite alterar sus días cotidianos.

Durante la mañana se la viven entre la escuela, a la que asisten por la mañana, después comienzan sus días de ensayo y va desde las 16:00 hasta las 22:00 horas. Los chicos tienen prohibido los desvelos y las comidas que atentan contra el óptimo estado de su cuerpo.

“Tratamos de ser un equipo de trabajo, no buscamos la competencia entre nosotros, sino el apoyo. Tenemos que ser muy críticos como hermanos, sí buscar los errores para corregirlos. Lo que nos une al ballet es el amor que nos tenemos”, dice Édgar.

Hay algunos “no” en la vida de estos jovencitos que sueñan con bailarle a la reina de Dinamarca y lograr el aplauso en la Ópera de París, Francia, pero el principal “no”, es aquel que tiene que ver con no dejar de tocar puertas y de perseguir funcionarios hasta conseguir que el apoyo sea integral y contundente, como se aplica en el arte de Inglaterra, de Alemania o Estados Unidos.

“La vida social la hemos sacrificado por el ballet. Tener un vicio con los videojuegos o algo así es imposible (…) somos peor que un boxeador, si él se tiene que cuidar y no desvelarse, un bailarín son siete veces más, por todo el cuerpo es tu herramienta de trabajo, es un cuidado extremo”.

Puntas en la tierra

No cabe duda que Patricia y Édgar Bejarano se desviven por sus hijos. Expresan que como padres tienen la responsabilidad de buscar cualquier oportunidad para que sus hijos aparezcan en las noticias y así, tener material que evidencie la importancia que la prensa brinda a estos bailarines.

La formación artística de los hermanos Bejarano también ha sido gancho de atracción, en su trayectoria figuran maestros como Doris Topete, Ana Torquemada y Elisa Carrillo Cabrera, mexicana que es primera bailarina de la Ópera de Berlín.

A pesar del talento, los hermanos Bejarano han tenido que ganarse el respeto. Los tres saben defender su profesión y dicen firmemente que el ballet no es exclusivo para mujeres, que bailar en zapatillas y mallones no les resta masculinidad.

“Uno no tiene miedo, porque hay mucho trabajo detrás y tratamos de ser objetivos. La incertidumbre que uno tiene es cómo vamos a ejecutar nuestro trabajo en el escenario”, explica Édgar.

Trabajo arduo, sudor, sangre y muchas lágrimas son indispensables para que se form a un bailarín.

“Es como un sacerdocio, los bailarines tenemos que trabajar conscientemente, experimentar músculos del cuerpo”, cuenta Rafael.

Édgar cursa el primer semestre de la Licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara y cuenta con la máxima presea platino del Curso de Dance Educators of America en la categoría de coreografía e interpretación grupal.

Por su parte, Rafael cursa la secundaria y en su andar ya cuenta con una medalla de bronce en el Concurso Attitude, así se suman una veintena de encuentros y becas internacionales en Nueva York, Latinoamérica y Europa.

“Falta trayecto por caminar y llegar a ser profesionales y estar en compañías ya en el extranjero. Aún falta preparación, pero con la ayuda de la maestra Ana Torquemada lo podemos hacer. Hay proyectos interesantes porque ya vienen los exámenes de Royal Academy de Londres, Inglaterra, para examinarnos, en noviembre”, explica Édgar, el bailarín mayor.

Así es como la familia Bejarano Vidal avanza en las duelas del ballet mexicano. Mientras los hermanos bailan, sus padres continúan buscando apoyos que los ayuden a sustentar las becas y estadías que los tres hijos consiguen al subir el escenario.

FRASE

“El ballet es un arte, no un deporte”

Édgar Bejarano, bailarín de danza clásica.

PERFILES

El Pequeño
Enrique, edad: 10 años

Inició en la academia de Bety Ramos Alatriste en ballet y al flamenco en 2008.

Ingresó a la academia de Doris Topete, con pase directo al cuerpo de baile en 2009.

Oro y plata en el Concurso Dance Educators of America, en 2009.

Medalla de plata en la séptima edición del Concurso Internacional de Danza Attitude 2001.

Invitado al Concurso de Ballet Infantil y Juvenil de Lyon, Francia, 2011.

El de en medio
Rafael, edad: 14 años.

Inició en la academia de Bety Ramos Alatriste en ballet y al flamenco en 2008.

Ingresó a la academia de Doris Topete, con pase directo al cuerpo de baile y solista en 2009.

Presea platino en el Concurso Dance Educators of America en 2009.

Obtuvo becas en Alemania, Dinamarca y Estados Unidos por su destaco en la V Muestra Internacional de Guadalajara.

El mayor
Édgar, edad: 19 años

Debutó en 2007 en el Cascanueces.

Ingresó a la academia Doris Topete, 2009.

Platino en el Concurso Dance Educators of America, 2009.

Representó a México en la compañía Odense, Dinamarca, 2009.

Representó a Jalisco en el encuentro internacional de la Academia Art Ballet Theatre of Florida.

Medalla de oro en el Concurso Nacional de Ballet Infantil y Juvenil 2012 y 2013.

Medalla de bronce, Concurso Attitude 2010.

Invitado a la Academia Steps en Nueva York en 2012.

Fuente: (informador.com.mx)

 

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