La española Sener es la pionera europea de los vuelos espaciales en formación de alta precisión
“Ya se ve la luz al final del túnel, que ya era hora”, constata el director de Ciencia y Espacio de Sener Aeroespacial y Defensa, Diego Rodríguez.
Veterano y reconocido directivo de la industria espacial española, Rodríguez es el responsable de que la Agencia Espacial Europea (ESA) haya depositado su confianza en el proyecto presentado por Sener para afrontar el tremendo desafío que ha supuesto sacar adelante contra viento y marea la muy compleja misión Proba-3.
¿Qué tiene de particular Proba-3? Pues mucho, tanto desde el punto de vista tecnológico, como científico. También desde la perspectiva de consolidar las capacidades de innovación de la industria nacional. Proba-3 es una misión de demostración tecnológica que pretende acreditar que es posible el vuelo en formación de alta precisión entre dos satélites, una iniciativa pionera en Europa y de la que no existe constancia oficial que se haya ensayado en Estados Unidos, Rusia o China.
Para Sener representa un reto de gran magnitud, porque es la primera vez que una empresa española lidera la totalidad de una misión de la ESA. Le acarrea ejercer el papel de contratista principal de la misión espacial europea completa. Por un lado, hacer realidad los sofisticados satélites, pero también las infraestructuras y tecnologías que tienen que ponerse a punto en tierra para controlar la posición y movimientos de las dos astronaves y recibir sus datos.
La compañía con sede en Tres Cantos, en las cercanías de Madrid, tiene la plena responsabilidad de especificar, diseñar, desarrollar, fabricar, posicionar y entregar en funcionamiento en órbita no uno, sino dos satélites hermanados, lanzados al mismo tiempo, que se separan una vez en el espacio exterior y que son muy distintos uno de otro.
Mayores que dos lavadoras domésticas
Para Diego Rodríguez, que ha sacado adelante decenas de programas espaciales de la ESA, Proba-3 ha supuesto capitanear y coordinar “en tiempo y forma los trabajos de un consorcio industrial formado por casi una treintena de empresas de 17 naciones europeas”. Su núcleo principal lo han constituido dos compañías belgas, Redwire y Spacebel, y otras dos nacionales: Airbus Space Systems España y GMV.
Bajo la batuta de Enrique Fraga, GMV ha desarrollado el sistema de dinámica de vuelo, el subsistema de vuelo en formación ‒clave de la misión‒ y la función GPS relativa, que permite conocer con un alto grado de precisión la posición que mantendrán los dos satélites entre sí. La rama espacial de Airbus en España que dirige Luis Guerra ha diseñado y fabricado las estructuras de las dos plataformas, los sistemas de propulsión y control térmico, así como también el cableado interior.
Ambas tienen un tamaño aproximado algo mayor a un cubo de 1 metro de lado “y los dos juntos tienen un volumen de algo más de dos lavadoras domesticas”, aclara Rodríguez, que los ha visto nacer y crecer. Volarán en una órbita elíptica cuya órbita más baja sobre la Tierra o perigeo será de unos 600 kilómetros y la más alta o apogeo, de unos 60.000.
A la espera de nombres más simples, uno se llama Coronógrafo y el otro Ocultador y estarán separados 144 metros con una precisión del orden de milímetros y segundos de arco. Cada satélite evolucionará de forma independiente, calculando su posición y trayectoria respecto a su homólogo de manera automática gracias el avanzado sistema de guiado, navegación y control desarrollado por la industria española.
En su tarea científica, la pareja formará una línea recta con el Sol. El Ocultador proyectará una sombra sobre el Coronógrafo, que bloqueará el brillante disco solar y se podrán obtener imágenes de la tenue atmósfera exterior del Astro Rey durante seis horas continuadas, algo imposible desde la Tierra, con lo que se intentará averiguar los misterios que encierra la corona solar.
Volará al espacio desde India
¿Dónde están ahora los dos satélites? Se encuentran en las instalaciones de la empresa Redwire, en la localidad belga de Kruibeke, a unos 14 kilómetros de la gran ciudad portuaria de Amberes. Allí se practican las últimas y rigurosas comprobaciones.
¿Para cuándo su lanzamiento al espacio? “Pues en la segunda mitad de septiembre o la primera de octubre”, concreta Diego Rodríguez. “Que sea en un mes u otro depende de que consigamos acabar las exigentes pruebas a finales del mes de junio o principios de julio”.
Cómo la ESA no tiene a día de hoy ningún sistema de transporte espacial disponible, el director de Lanzadores de la ESA, el danés Toni Tolker-Nielsen, se ha inclinado por contratar los servicios de un cohete PSLV de la Agencia India de Investigación Espacial (ISRO). La agencia europea quiere probar por sí misma la eficiencia de los vectores de Nueva Delhi y ha descartado el Falcón 9 de Elon Musk, pese a su alta tasa de éxitos.
El despegue se producirá desde el Centro Espacial Satish Dhawan, localizado en Sriharikota, una zona costera situada en el golfo de Bengala, en el estado de Andhra Pradseh, al sureste del subcontinente indio.
Según el director de Tecnología, Ingeniería y Calidad de la ESA desde mayo de 2023, el alemán Dietmar Pilz, el coste del programa, incluido el lanzamiento desde India, se eleva a unos 200 millones de euros. Desde su conocimiento, Proba-3 es una misión “extremadamente desafiante desde el punto de vista tecnológico”.
