A lo largo de la historia, Fernando II de Arag�n e Isabel I de Castilla, los Reyes Cat�licos, gestaron uno de los imperios m�s poderosos del planeta, por lo que para mantener su hegemon�a tuvieron que casar a sus hijas con hombres poderosos, como fue el caso de la benjamina, Catalina de Arag�n, con el rey Enrique VIII de Inglaterra.
Con respecto a esta primera uni�n matrimonial, National Geographic ha publicado el reciente descubrimiento en el condado de Warwickshire (Inglaterra) de una alhaja de oro formada por una cadena de 75 eslabones y un coraz�n que se abre decorado con la rosa roja y blanca de los Tudor entrelazada con un arbusto de Granada que simbolizan a ambos soberanos. Los investigadores aseguran que la joya es de alrededor de 1521.
El curso de la historia europea habr�a cambiado notablemente de no ser por las desgracias padecidas por Catalina de Arag�n, que con tres a�itos la convirtieron en prometida de Arturo, pr�ncipe de Gales, primog�nito de Enrique VII y, por tanto, hermano de Enrique VIII. Con el tiempo se casar�an en 1501, pero cinco meses despu�s qued� viuda tras una contienda. La joven viuda se qued� en el pa�s convirti�ndose en la primera mujer embajadora de la historia europea, lo que fue de gran ayuda para la Corte Espa�ola.
Fernando el Cat�lico estaba empecinado en que su hija siguiera vinculada a los Tudor, pero el pr�ncipe Enrique a�n era menor de edad. Cuando su padre falleci�, subi� al trono como Enrique VIII y a los dos meses el arzobisbo de Canterbury le cas� con Catalina en la Abad�a de Westminster. Desde el principio, la soberana consorte -a veces ejerci� como regente cuando su marido se ausentaba del pa�s por largos per�odos de tiempo- siempre goz� de la simpat�a de su pueblo.
Sin embargo, el rey la trat� con desd�n viviendo ambos en diferentes alas del castillo de Windsor. De una belleza sin parang�n en ninguna otra corte europea, la hija de los Reyes Cat�licos era rubia, de piel clara, ojos azules y tremendamente inteligente ya que fue instruida en arte, danza, ten�a grandes dones para la diplomacia y sabia hablar las lenguas romances de su pa�s as� como el franc�s, ingl�s, lat�n y flamenco. Su devoci�n por servir a Dios era algo que sacaba de quicio a Enrique VIII, que someti� a sus s�bditos a pagar altos impuestos, le encantaba el lujo, se acostaba con un sinf�n de mujeres y adoraba la caza.
Lo �nico que deseaba Eduardo VIII era un hijo var�n para perpetuar la dinast�a de los Tudor originada por su padre. Tras numerosos intentos, Catalina tuvo seis hijos, pero s�lo sobrevivi� Mar�a, que llegar�a al trono como Mar�a I de Inglaterra. Ante semejante disyuntiva, el rey empez� a enamorarse de Ana Bolena, por lo que ten�a que deshacerse de su esposa.
Catalina informaba peri�dicamente de los problemas a su sobrino, Carlos V de Espa�a, que deseaba proseguir con la estrategia de los Reyes Cat�licos de mantener todos los enlaces con el fin de acorralar al gran enemigo, Francia. Pero tampoco quer�a perjudicar a su t�a, as� que la apoy�. Enrique VIII intent� anular el matrimonio pero el papa Clemente VII se neg�, lo que condujo a la ruptura de Inglaterra con Roma. Hab�a nacido el Anglicanismo.
Como jefe supremo de la nueva iglesia, Enrique VIII se cas� con Ana Bolena mientras a Catalina la desterr� a uno de los castillos de su propiedad. Falleci� en 1533 a los 50 a�os. Su esposo muri� a los 37 a�os en 1547.
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