Enid (2009), de James Hawes

Biopic concebido para la televisión sobre la prolífica escritora británica Enid Blyton (1897-1969), con varios centenares de obras para niños en su haber, tantas que algunos cuestionaron que las hubiera escrito todas ella, aunque parece que el dato es completamente cierto.

Recoge varios pasajes de su vida, sobre todo en el período de entre guerras, tratando de entender a quien sin duda fue un complejo personaje. Su padre, al que estaba muy unido, abandonó el hogar siendo ella una niña, y curiosamente volcó el trauma en su madre y su hermano, a los que dejó al irse de casa para labrarse su futuro. Logrará destacar con sus escritos para niños, y le respalda su primer marido, Hugh Pollock, editor, con quien tendrá dos hijas. Pero el matrimonio es infeliz por el alcoholismo de él y el encerramiento de ella en sus creaciones literarias y en la admiración de sus pequeños fans. La paradoja que es que está encantada con esa devoción de sus lectores, mientras descuida la atención de sus propias hijas. ¿Cómo es posible que esta mujer encandilara –y lo sigue haciendo– a tantos niños, mientras en casa se mostraba fría y distante?

El telefilm dirigido por James Hawes, y escrito por Lindsay Shapero, se sigue con interés, pero deja la sensación en el espectador –al menos en el que escribe estas líneas–, de que no se ha logrado “la foto completa”, ni de lejos. No entiendes a la protagonista, que resulta bastante odiosa, y ni siquiera su relación extraconyugal con un cirujano casado, Kenneth Fraser, con quien acabará casándose, lo que más la humaniza, acaba de estar especialmente bien dibujada. Por supuesto, Helena Bonham Carteres una gran actriz, que logra que te creas casi todo lo que interpreta, pero en esta ocasión su personaje presenta demasiadas contradicciones, sin ápice de arrepentimiento cuando a todas luces se comporta con mezquina crueldad.

Así, en el plano emocional, lo que queda es compartir la pena de las hijas cuando no son invitadas a una merienda para fans, o quedarte a cuadros con la reacción a la visita del hermano, que viene a comunicar la noticia de la muerte de la madre, o con la llamada a la editorial donde trabaja Hugh. Porque todo está descompensado, sin casi nada a favor de Enid, hasta su marido sale mejor parado, tal y como lo compone Matthew Macfadyen parece un pobre diablo, de quien cabe disculpar hasta su adicción al alcohol, cuando vemos cómo es su cónyuge.