El Tigre del Sur en la Numismática – Crónica
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El Tigre del Sur en la Numismática

PRIMERA DE CUATRO PARTES

Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 18789, en la comunidad suriana de San Miguel Anenecuilco del municipio de Ayala en el estado de Morelos.y murió tiroteado en Morelos el 10 de abril de 1919, fue un caudillo militar, de origen campesino, que se convirtió en uno de los más importantes líderes de la Revolución Mexicana (1910-1920). Tuvo un papel importante en el derrocamiento de la corrupta dictadura de Porfirio Díaz “El Porfiriato” en el año 1911, y luego uniría sus fuerzas con otros generales revolucionarios para derrotar a Victoriano Huerta en 1914. Emiliano Zapata comandó un ejército imponente, pero rara vez salio al ataque, prefiriendo permanecer en su base revolucionario en Morelos. Emiliano Zapata era un revolucionario idealista y convirtió a la reforma agraria en uno de los pilares de la Revolución Mexicana, fue conocido con los nombres de “El Caudillo del Sur”, “El Atila del Sur”, “El Tigre del Sur”. Sería asesinado en el año 1919.
Miembro de una humilde familia campesina, era el noveno de los diez hijos que tuvieron Gabriel Zapata y Cleofás Salazar, de los que sólo sobrevivieron cuatro. Emiliano Zapata trabajó desde niño como peón y aparcero y recibió una pobre instrucción escolar. Quedó huérfano hacia los trece años, y tanto él como su hermano mayor Eufemio heredaron un poco de tierra y unas cuantas cabezas de ganado, legado con el que debían mantenerse y mantener a sus dos hermanas, María de Jesús y María de la Luz.
Emiliano Zapata, en las épocas en que el trabajo en el campo disminuía, se dedicaba a comerciar con los animales que eran su gran pasión: los caballos. Cuando tenía alrededor de diecisiete años tuvo su primer enfrentamiento con las autoridades, lo que le obligó a abandonar el estado de Morelos y a vivir durante algunos meses escondido en el rancho de unos amigos de su familia.
El caudillo del Sur, Emiliano Zapata se mantuvo fiel a sus ideales de justicia y dio absoluta prioridad a las realizaciones efectivas. Desgraciadamente, esa misma firmeza y constancia frente a los confusos vientos revolucionarios determinaron su aislamiento en el estado de Morelos, donde acometió fecundas reformas desde una posición de virtual independencia que ningún gobierno podía tolerar. Su asesinato, instigado desde la presidencia, conllevó la rápida disolución de su obra y la exaltación del líder, que entraría en la historia como uno de los grandes mitos revolucionarios del siglo XX.
Una de las causas de Revolución mexicana fue la nefasta política agraria desarrollada por el régimen de Porfirio Díaz, cuya dilatada dictadura da nombre a todo un periodo de la historia contemporánea de México: el Porfiriato (1876-1911). Al amparo de las inicuas leyes promulgadas por el dictador, terratenientes y grandes compañías se hicieron con las tierras comunales y las pequeñas propiedades, dejando a los campesinos humildes desposeídos o desplazados a áreas casi estériles. Se estima que, en 1910, año del estallido la Revolución, más del noventa por ciento de los campesinos carecían de tierras, y que alrededor de un millar de latifundistas daba empleo a tres millones de braceros.
Tal política condenaba a la miseria a la población rural y, aunque era un mal endémico en todo el país, revistió particular gravedad en zonas como el estado de Morelos, donde los grandes propietarios extendían sus plantaciones de caña de azúcar a costa de los indígenas y los campesinos pobres. En 1909, una nueva ley de bienes raíces amenazaba con empeorar la situación. En septiembre del mismo año, los alrededores de cuatrocientos habitantes de la aldea de Zapata, Anenecuilco, fueron convocados a una reunión clandestina para hacer frente al problema; se decidió renovar el consejo municipal, y se eligió como presidente del nuevo consejo a Emiliano Zapata.
Tenía entonces treinta años y un considerable carisma entre sus vecinos por su moderación y confianza en sí mismo; pasaba por ser el mejor domador de caballos de la comarca, y muchas haciendas se lo disputaban. Como presidente del consejo, Zapata empezó a tratar con letrados capitalinos para hacer valer los derechos de propiedad de sus paisanos; tal actividad no pasó desapercibida, y posiblemente a causa de ello el ejército lo llamó a sus filas. Tras un mes y medio en Cuernavaca, obtuvo una licencia para trabajar como caballerizo en Ciudad de México, empleo en el que permaneció poco tiempo.
Continuará…

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