Fin del secreto: lo que nadie sabía de la Infanta Elena

Se cumplen cinco años de su divorcio con Jaime de Marichalar. Recuperamos uno de nuestros artículos más mediáticos. La ruptura familiar después de Nóos, su tensa relación con Jaime, su amor secreto...

"Quién coño me ha movido el dial de la radio?". La voz que increpa desde el asiento del piloto es la de la infanta doña Elena de Borbón y Grecia. Su escolta, que dos segundos antes le ha abierto la puerta de su utilitario color vino, asume de inmediato el error. "Perdón, señora, he sido yo". Estamos en el madrileño barrio de El Niño Jesús, al lado de El Retiro. Son las ocho y media de la mañana. ** La primogénita de los Reyes de España suele madrugar para acompañar a su hijo Felipe, de 14 años, al colegio concertado Santa María del Pilar, donde estudia.** Pipe, como le llama cariñosamente su madre, llega enseguida al coche. También va escoltado. El niño sube al asiento de atrás y la duquesa de Lugo le reprende con cariño porque se le han pegado las sábanas. Arranca el coche y se alejan.

"Para bien y para mal, doña Elena es la más cercana de la Familia Real. Tan pronto te pega un grito como se interesa varios días por la salud de tus hijos. Es más fácil acompañar al príncipe Felipe o a la infanta Cristina, que son más asépticos. Digamos que nadie se ofrece voluntariamente a trabajar con ella". La anécdota y la confidencia me las cuenta un guardia real y tienen lugar en el que ha sido, sin duda, el annus horribilis de la monarquía española: el caso Nóos y la imputación de Iñaki Urdangarin ; el safari en Botsuana del Rey y su accidente; y el tiro en el pie del hijo de la infanta Elena mientras cazaba con su padre, Jaime de Marichalar. El distanciamiento de su hermana la infanta Cristina, las tensiones con su cuñada, la princesa Letizia, el constante pulso con su exmarido por la educación de sus hijos y el acoso mediático, no ayudan. En 2012 el Centro de Investigaciones Sociológicas no ha preguntado a los españoles por la Corona, después de que la institución sacara un suspenso histórico en la consulta de octubre de 2011. Sin embargo, Elena María Isabel Dominica de Silos, madre trabajadora y divorciada con dos hijos, a sus recién cumplidos 49 años, ** parece mantener su imagen intacta** a pesar de que ha visto reducido su perfil desde que el pasado 12 de octubre, día de la Hispanidad, se la retirase oficialmente del Palco Real.

Madrid, 5 de noviembre. Doña Elena va a entregar la primera edición del Premio Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos Rafael Manzano Martos, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Uno no es consciente de su metro ochenta hasta que está a su lado. Pelo trenzado, conjunto de color camel y su inseparable bolso de Chanel acolchado a juego. Carece de una sonrisa perfecta, pero cautiva con su espontaneidad a los asistentes al acto, que la saludan con una reverencia. Ella maneja a la perfección la confidencia al oído y la broma rápida fuera de protocolo. Me contará después Carlos Falcó, marqués de Griñón, que esta habilidad "tan borbona" la ha heredado de su padre, con "el que es uña y carne". Hoy, por debajo de su chaqueta, asoma tímidamente una fina pulsera con la bandera de España, un complemento que nunca falta en su atuendo. Aunque vaya de gala.

Doña Elena se mueve con elegancia por la sala hasta llegar a la presidencia del estrado. "La infanta tiene majestad. Es majestuosa. Y brilla, aunque esté en un segundo plano. Es una secundaria de lujo para la Corona. Ella es Borbón cien por cien. Tiene sentido de la Historia y sabe cuál es su deber. De haber sido reina de España, hubiera desempeñado su papel magníficamente", asegura el marqués de Griñón, que recuerda con cariño la última vez que el Rey y su hija estuvieron cazando en su finca Casa de Vacas, en Malpica de Tajo, Toledo. "Sabía que la infanta era una excelente amazona pero no que tuviera tanta afición a la caza".

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El arquitecto malagueño Alfredo Santos fue su verdadero y poco aireado gran amor. Marichalar supo convencerla a fuerza de (caros) detalles"

Las Amigas de la Infancia

La infanta ha quedado con sus íntimas, el grupo del colegio Santa María del Camino de Madrid. Es verano de 1995. Ella se ha casado hace poco y los encuentros ya no son tan frecuentes como antes. Pero se echan de menos. Esa tarde, una de ellas lleva vaqueros y zapatillas de lona blanca marca Superga. La infanta, más delgada y sofisticada que de costumbre, exclama antes de sentarse: "¡Qué gusto, hija! Yo me pongo cualquier zapatilla y Jaime me mata. ¡No puedo ni llevarlas en casa!". Y suelta una de sus carcajadas contagiosas. Todas la secundan.

La persona que cuenta la anécdota fue durante ocho años la amiga del alma de Elena de Borbón. Nos encontramos en un picadero de caballos de la sierra de Madrid. Ha venido a montar y agradece un café porque hace un frío helador. En la conversación recuerda la boda de la primogénita de los Reyes de España, el 18 de marzo de 1995, en Sevilla. Y me confiesa que, en su opinión, no terminó con sus "grandes amores". Ni con el jinete Luis Astolfi, su novio de juventud (con el que ahora la prensa se empeña en relacionarla de nuevo y con el que cortó bruscamente la relación tras el embarazo de su actual exmujer, Isabel Flórez) . Ni tampoco con Alfredo Santos Galera, niño bien de una conocida familia malagueña, arquitecto con postgrado en Harvard, al que conoció en 1993 en las regatas y que fue ** su "verdadero y poco aireado gran amor"** (hoy está casado y tanto él como su mujer mantienen buena relación con doña Elena. "Él está al frente, junto con su hermano José María, de un estudio de arquitectura en Málaga) . Y entonces llegó Jaime de Marichalar. El hijo mediano de los condes de Ripalda supo convencerla para que le diera el 'sí, quiero' a fuerza de (caros) detalles y constancia", dice su amiga.

Lo mismo me aseguraba, días antes, un noble madrileño cercano a la realeza que, temeroso de que la conversación se filtrara, se refería a ellos utilizando nombres en clave: "Juliet Mike (Jaime de Marichalar) fue y es un caballero. No hubo flechazo, pero ella se fue enamorando". Y añadió: "Ella se casaba con un Marichalar, el hijo de la austera doña Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla y se emparentaba con una antigua casa nobiliaria soriana. Todo sin estridencias y en su sitio, como le gusta a la alta sociedad española. Y, además, no tenía pasado. La Reina estaba encantada. Esa misma aristocracia, que nunca la había mirado con buenos ojos cuando llegó de Grecia, daba ahora su aprobación al matrimonio de su hija".

La amiga de doña Elena hace un inciso: "Ella siempre había sido la infanta del pueblo llano. Pero desde que se casó fue perdiendo la espontaneidad, como la que mostraba cuando salía a cenar a cualquier tasca en vaqueros. Jaime, tal vez de manera involuntaria, la fue separando de su grupo de siempre. Él quería formar parte de la beautiful people, le gustaba la pasarela, se permitía frivolidades como ir en patinete por la calle Serrano, mientras ella quería llevar una vida más hogareña. De pronto tenía la agenda repleta de actos. Aparecía cada vez más a menudo vestida de alta costura. Guapísima y rompedora. Y empezó a olvidar cumpleaños, a faltar a encuentros... Antes estaba más atenta a los problemas ajenos y empezó a tener demasiados propios. Son ciclos naturales", dice casi justificándola.

Una segunda amiga de la época se une al café. La misma coleta e idéntico tono de pelo rubio. Se besan, hablan de sus hijos (todos rondan las edades de Felipe y Victoria Federica) y enseguida retoman la conversación. "A Elena la han vapuleado desde la infancia con el rumor de que tenía graves problemas de aprendizaje. Y es muy injusto. Fue la primera que trabajó fuera de la Corona, la primera en tener cargos ejecutivos y no honoríficos. Tiene vocación para la enseñanza [cursó Magisterio en la Escuela Universitaria ESCUNI de Madrid, se diplomó en 1986 y completó sus estudios en 1993, en la Pontificia de Comillas]. Y mucha sensibilidad con los niños con problemas y las terapias alternativas con caballos". De hecho, es presidenta de honor del Comité Paralímpico Español y de Special Olympics España, una organización para fomentar el deporte en personas con discapacidad.

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El presidente de esta última entidad, Juan Antonio Samaranch, con el que la infanta asiste a los Juegos Olímpicos desde que ambos eran niños, me asegura que "no es la típica presidenta honorífica. Siempre está llamando porque tiene alguna nueva idea o pide más seguimiento de los proyectos en marcha". Samaranch ha vivido en primera persona cómo la hija de los Reyes vibraba en cada acontecimiento deportivo. "Es una aficionada más. Se pinta la cara con la bandera nacional y te contagia su pasión por España y el deporte", dice este miembro del Comité Olímpico Internacional. Su amiga del colegio lo completa: "La infanta es un derroche de vitalidad. Sonríe porque le sale del alma, anima a la selección española feliz, inaugura feliz, entrega premios feliz. ** A diferencia de su hermana Cristina, cae simpática. No tiene que aprender a sonreír como ha pasado con Letizia. En Elena es todo natural.** Le gusta lo español, los toros. Llora en público y eso provoca una conexión única".

Intento contactar con Laura Caprile. Su hermana Marisa era la profesora de inglés de Elena en el Santa María del Camino. Y su hermano pequeño, a href="/articulos/el-taller-de-lorenzo-caprile/16590">Lorenzo Caprile, es el diseñador que desde hace 15 años se encarga a menudo del armario de gala de las mujeres de la Familia Real (en 1997, hizo el traje de boda de la infanta Cristina, doña Elena luce sus trajes de inspiración goyesca por Europa y la princesa Letizia pasa habitualmente por su atelier en el número 20 de la calle Claudio Coello) .

La persona que me hace el contacto con Laura Caprile es un allegado a los Gómez-Acebo y asegura: "Laura te puede explicar como nadie el puzle de tensiones en el que se mueve doña Elena, porque conoce la historia desde el principio". Caprile montó en octubre de 1996 una empresa llamada Capcom, dedicada a la comercialización de tarjetas telefónicas de prepago. Formaba parte del accionariado, entre otros, Carlos García Revenga, secretario de las infantas desde hace 15 años y figura imprescindible para cualquier acercamiento oficial a ellas. Con este último, Laura ha quedado ese mismo día a comer. Esa tarde cancela nuestra cita.

El Exmarido Monárquico

Es 5 de enero de 2003. El Rey cumple 65 años . Un restaurante chino de la Gran Vía madrileña acoge esta noche a un peculiar grupo: toda la Familia Real, cuñados incluidos, tres amigos personales de los hijos de los Reyes, García Revenga y Ana Isabel Wang, su mujer en ese momento y directiva del Banco Santander, cuya familia regenta el local donde celebran el aniversario. Van todos en vaqueros, excepto doña Sofía y Marichalar, que lleva traje con chaleco.

Durante la cena el Rey bromea con las amigas de las infantas. Les dice que se quiere reír, que es su cumpleaños. En ese momento se dirige al marido de la infanta Cristina: "Iñaki, llámame suegro". Y Urdangarin, que comparte el mismo sentido del humor que el monarca, contesta obediente: "Hola, suegro". Pero el Rey insiste: "¡Con más cercanía, coño!". Y el duque de Palma suelta: "¡Qué pasa, tío!", y le da una palmada en el hombro ante la carcajada general de la mesa. Acto seguido, el Rey se vuelve hacia Marichalar y le pide que le llame Juanito. Envarado, el duque de Lugo se pone serio y sentencia: "Por favor, señor, en mi vida haría algo así. Usted para mí siempre será Su Majestad".

La anécdota la cuentan dos de las amigas que estuvieron presentes en esa cena para ilustrar, aparte de la confianza de García Revenga con la Familia Real, el respeto que el exduque de Lugo siente hacia la monarquía. Quizá esto es lo que le ha permitido seguir manteniendo una excelente relación con la reina Sofía, que considera que Marichalar es "un padrazo. Jaime, además, habla a menudo con el príncipe Felipe y doña Letizia", me aseguran.

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La mujer que llamaba en privado 'Oso' a su exmarido (él la llamaba 'Osa') fue implacable en la negociación por el régimen de visita de sus hijos.

Sonia Márquez de Baviera, sobrina de los Reyes de España, es una de las amigas que mejor conoce el antes y después de Elena con Marichalar. Madre de dos hijos, está separada, igual que ella. Y también reside en Madrid. ** Es frecuente verlas en los toros.** La exmujer del financiero Miguel Matossian y Ossorio atiende amablemente a nuestra llamada, promete consultar con Casa Real la oportunidad de una entrevista y al día siguiente me manda un correo electrónico: "Para mí Su Alteza Real es una gran persona, una gran amiga y ante todo una gran infanta. Sintiéndolo mucho, no soy la persona indicada para ayudarle".

Sonia, junto a su exmarido, alquiló (por unos 3.000 euros, precio de amigo) a los duques de Lugo un apartamento en París de 140 metros cuadrados frente al Louvre cuando estaban recién casados. En esa época, Matossian no solo ejercía de casero. Colocó a Marichalar, que ya trabajaba en banca, como manager senior adviser del Crédit Suisse First Boston. Con ese cargo dio el salto a España, porque el aristócrata, según palabras de una amiga, "tiene un don único para las relaciones públicas a alto nivel. Es un hombre culto, refinado, que disfruta junto a la gente poderosa. Formar parte de la Familia Real culminó sus aspiraciones. Parece estirado, pero si tiene que plancharse una camisa, lo hace. Lo contrario que ella, acostumbrada a que se lo resuelvan todo. Sin embargo, llegaron a compenetrarse perfectamente".

Un Divorcio Traumático

Elena sufrió mucho con su divorcio. La mujer que llamaba en privado "Oso" a su exmarido (él la apodaba cariñosamente "Osa") ha sido implacable en la negociación por el régimen de visitas, según sus amigas. Aseguran que intenta mantener una fría y correcta relación con él, pese a que las confrontaciones son frecuentes, sobre todo en los temas relacionados con la educación de los niños.

Una persona muy cercana a Marichalar me cuenta que se le ha creado una injusta imagen de frivolidad. "Viste muy elegante, de acuerdo con su trabajo como consejero externo independiente en el grupo LVMH, propietario en España de la firma de moda Loewe y, sobre todo, adora a sus hijos y ellos a él. No vive de doña Elena, ni le reporta beneficios económicos ser su exmarido. Es trabajador y siente un respeto absoluto por la infanta, ya que es un monárquico convencido", asegura.

Alguien que conoce bien los detalles del acuerdo de divorcio me desmonta por teléfono algunas de las informaciones actuales sobre la expareja: "No hay ningún proceso de nulidad en marcha, es un procedimiento que no ha iniciado ninguna de las partes. Tampoco es cierto que Jaime tenga que pasar por Zarzuela para hablar con sus hijos como se publicó". Aunque, eso sí, se niega a responder sobre si Marichalar puede llamarlos siempre que lo desea y hace un largo silencio cuando insisto en la pregunta. "Interpreta mis silencios", me dice.

Los hijos son la mayor preocupación de ambos. Sobre todo Felipe, cuyo paso por el internado inglés Cottesmore School, cuyo nombre hasta ahora ha permanecido en secreto, originó más de un conflicto con su padre, que le veía "muy pequeño [el niño tenía 12 años] para vivir fuera de casa". Actualmente su hermana Victoria, de 11 años, estudia en el extranjero en el Mayfield St. Leonard´s , femenino y también británico. Celia Villalobos, vicepresidenta primera de la Mesa del Congreso de los Diputados y vecina de la infanta, ha sido testigo de la absoluta normalidad y el trato diario con sus hijos. "La he visto llamar a los niños desde la ventana de su casa para que salieran de la piscina y subieran a comer. Actúa como cualquier madre". Las amigas del colegio inciden sobre esto: "Está volcada en su maternidad. Muchas veces anula cenas porque tiene que hacer los deberes con Pipe o madruga para ir a montar a caballo con Victoria".

— ¿Y no tiene tiempo para empezar una relación?

— Ojalá dejaran de inventarle novios y se le cruzase el amor verdadero. Lleva 30 años trabajando para la Corona y para España sin un solo fallo. Han sido muchos veranos llevando la camiseta por debajo de la rodilla para no dar que hablar.

En la entrega de los Premios Ciudad Sostenible, que se celebra en el madrileño Palacio de Cibeles una semana después del evento de la Real Academia de Bellas Artes, Carlos García Revenga no se separa de la infanta. Durante la recepción me permiten entrar en la sala del cóctel para comunicarle nuestro interés por entrevistar a la hija de los Reyes. Me mira y dispara desde su elevada estatura:

— ¿Está segura que no me persigue a mí? Porque yo carezco de interés. (Risas) .

García Revenga está en nómina de la Casa del Rey. Y es para muchos uno de los hombres más influyentes de Zarzuela. Comenzó su trayectoria profesional como profesor de infantil en el colegio Santa María del Camino, en la misma época en la que las hijas de los Reyes estudiaban allí su bachillerato. La amistad de Revenga con la hermana de Laura Caprile fue el mejor pase para entrar en la vida de la primogénita de los Reyes. Hoy es su amigo, su confidente. Para algunos, su sombra más alargada y, para otros, el aliado perfecto.

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¿Qué relación tiene doña Elena con sus hermanos? "Ninguna. Son una familia rota. Solo les une trabajar por la Corona y por España"

También es el compañero de la única aventura empresarial pública y en solitario de doña Elena. En mayo de 2006, el Rey reúne a sus hijos para recordarles esa máxima no escrita en Zarzuela: "Trabajo, sí; negocios, no". Un mes después, Iñaki Urdangarin abandona su actividad en el Instituto Nóos. El 20 julio de 2007, la duquesa de Lugo desobedece y se pone al frente como administradora única de una sociedad llamada Global Cinoscéfalos, junto con su secretario, García Revenga, y el hermano de este, Javier, que figuran como apoderados de la sociedad. Todos acuden ese verano a la consultoría de Alejandro Latorre Atance, administrador concursal de empresas en suspensión de pagos, y adquieren la mencionada sociedad, que tiene un amplio espectro de actuación: permite desde desarrollar proyectos en parques comerciales a distribuir contenidos para medios de comunicación. En febrero de 2008, el Rey ordena cancelar esta sociedad. Paradójicamente, la Casa Real comunica esos días que "no hay incompatibilidad entre ser hija de los Reyes y dueña de una empresa".

"Ese Momento Tenía que Llegar"

El pasado Día de la Hispanidad, la infanta volvió a ser el foco de atención de la Familia Real al aparecer durante el desfile militar al lado de Alfredo Pérez Rubalcaba, jefe de la oposición, y no en el palco junto a su familia como venía haciendo desde su infancia. Elsa González Díaz, presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) fue quien que recogió las primeras impresiones de doña Elena en la recepción posterior.

González recuerda el momento desde una mesa del Café de Oriente, frente al Palacio Real, donde hemos quedado. Ella tiene confianza con la hija de los Reyes porque ha cubierto durante 15 años los actos de la Familia Real. "En un momento del cóctel, me acerqué a ella y le pregunté con delicadeza: 'Señora, ¿cómo se encuentra?'. Me respondió con la mayor naturalidad: 'Sabía que ese momento tenía que llegar'. Y puntualizó: 'Hay que seguir trabajando y siempre estaré ahí para lo que me manden'". González reflexiona sobre el revuelo que ocasionó la noticia. "Quizá Zarzuela debería haberla situado flanqueada y arropada por sus tías, las infantas doña Margarita y doña Pilar".

Su entorno dice que es una persona a la que nunca le ha gustado exhibir su vida privada, ni siquiera con sus amigos íntimos. Que está habituada a ceder el protagonismo al príncipe Felipe. Pero últimamente se han aireado muchas de sus intimidades. Con o sin fundamento. Se le atribuye un noviazgo con el cirujano de su padre, el doctor Ángel Villamor, y hace un año se la relacionaba con Fernando Garrido, uno de sus jefes en la Fundación Mapfre, donde ella es directora de Proyectos Sociales y Culturales desde julio de 2008. El trabajo ha sido uno de los pilares en los que se ha apoyado tras su divorcio.

El de Mapfre es su segundo empleo como madre divorciada. Antes

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