El hijo de la novia: sobre el amor, el olvido y el peso de la tradición. – nacho2002

El hijo de la novia: sobre el amor, el olvido y el peso de la tradición.

Comedia dramática del 2001 distribuida por Buena Vista Internacional y financiada por Pol-Ka y Patagonik film group (coproducción argentino- española con apoyo estatal). Dirigida y coescrita junto a Fernando Castets por Juan José Campanella, producida por Adrián Suar, musicalizada por Ángel Illarramendi e Iván Wyszogrod, fotografiada por Daniel Shulman, editada por Camilo Antolini, escenografiada por Pablo Racioppi, vestida por Cecilia Monti.

Actores: Ricardo Darín, Héctor Alterio, Norma Aleandro, Natalia Verbeke, Eduardo Blanco, Claudia Fontán, Atilio Pozzobón, Salo Pasik, Fabián Arenillas, Mónica Cabrera, Daniel Masajnik, Humberto Serrano, Rubén Green, Gimena Nobile, Pablo Ingercher, Carlos Álvarez Novoa, Antonio Caride, León Dogodny, Diego Mackenzie, Rogelio Romano, Daniel Topino y Alicia Rodríguez. Participación especial de Alfredo Alcón.

Sinopsis: Rafael Belvedere (Ricardo Darín) es un cuarentón que ha heredado un restaurante por parte de su padre (Héctor Alterio), sin embargo el estrés por las nuevas exigencias del restaurante lo traen agobiado. Además en su vida sentimental tampoco le van bien las cosas, ya que está divorciado. Por todo esto, no le presta mucha atención a su novia (Natalia Verbeke) y hace mucho que no va a visitar a su madre (Norma Aleandro) que padece alzheimer y está ingresada en una residencia.

Así como existe el problema del desempleo, existe otro que puede ser igual de adverso: el exceso de trabajo, pudiendo provocar estragos en la cotidianidad. Rafael deposita toda su libido en el deber, dejando de lado el deseo sexual y la relación romántica que mantiene con Naty (una muy linda/atractiva Natalia Verbeke, que también actúa creíblemente). Ricky Darín (que venía de ser Marcos en Nueve reinas), confirma su calidad excelente cuando su padre Nino Belvedere (el histórico dueño/fundador del restaurante de comida italiana) le prepara la torta de cumpleaños y como respuesta, Rafael finge un infarto (humor negro a tope).

El sentimentalismo equivale, en un drama con el componente de la enfermedad, al abuso de azúcar en el tiramisú o a mucha sal en las pastas cremosas. Campanella se encarga de endulzar o salar con la precisión de un gran cineasta: con el toque justo de humor, a veces negro y a veces blanco, pero siempre evitando la bajeza de la sensiblería.

Norma Aleandro se lleva la obra sobresaliendo (aunque su presencia se minimice en duración) en comparación a su par sublime Don Héctor Alterio, que regala una personalidad llena de nostalgia, ternura y apoyo familiar, cargando en su espalda añares siendo el jefe del negocio que complica la salud de su hijo.

Es Eduardo Blanco en el papel del actor Juan Carlos (cine sobre cine) el que a pesar de su dura historia de vida, (perdió a su esposa e hija en un accidente), se construye por el apego a los recuerdos de la infancia, siendo el más simpático de todos. Tiene la posibilidad de revivir lindos momentos: reencontrándose con Rafael, con quién solía jugar a ser El zorro, espantando a los bravucones que los acosaban y teniendo como escudo protector final a Norma, la víctima del Alzheimer, con quién Rafael no puede conectar aunque se esfuerce.

La confesión de Juan Carlos cuando le dice a Rafael que se enamoró de su novia, para cualquier hombre que no esté actuando, la reacción es una trompada y no ver nunca más al entonces tocayo. No obstante, aunque inicialmente son obvias las ganas de matar a JC de Belvedere jr, parece artificioso e inverosímil que la ruptura de la amistad no se concrete, Rafael le tiene lástima al tipo que dejó de ver 20/30 años (un sentimiento de mierda) y lo perdona por esa sinceridad. Es cierto que psicológicamente, parecía que Juan Carlos estaba encontrando en Vicky (hija de Rafael) y en la novia de este, unos agujeros que llenen el vacío infinitamente doloroso que dejaron sus seres queridas, pero con la comprensión y el querer, esto se disipa.

Sandra, el personaje de Claudia Fontán es insoportable: es la ex esposa malhumorada de Rafael, con quién se pelea incluso después de que este se recupere de la terapia intensiva por el bobazo. Aunque él le plantea irse a vivir a México, lo que la descoloca con cierta lógica es querer que Vicky estudie allá, pero es exagerada la bronca que le tiene.

La dulzura que trasmite Aleandro con su Norma, no cae en la pena del espectador hacia ella. Lo que lo impide son sus palabras agresivas/apáticas ante los comentarios de los dos Belvedere, que intentan una comunicación natural, pero el maldito Alzheimer la convierte necesariamente en un intercambio trabajoso.

Es también tironeada de los pelos la invitación al casamiento de Sandra y Daniel (Salo Pasik). No hay escena que muestre un acercamiento amistoso o una reconciliación entre Rafael y ella para darle paso a este acto de amabilidad (que sea madre de su hija no es una buena excusa). En cuanto a la escena del discurso- dedicatoria de amor que le hace a Naty, el perdón de ella estando muy enojada difícilmente suceda en nuestra realidad, a menos que exista enamoramiento. En la charla del restorán, ella le dice que no está enamorada, lo cual refuerza la falta de credibilidad en las posteriores paces. Quizás si ella se tomaba un tiempo de reflexión y decidía seguir con él, hubiera sido más aceptable.

La evolución fundamental de Rafael es el motor de una película que desprende ingenio hasta el final: el obsequio pornográfico de Juan Carlos. La estrella Dick Watson, un tipo por el que se pregunta con insistencia el protagonista, la respuesta la encuentra en el cine adulto.

En cuanto a la boda de cierre, visiblemente incómodo y fingiendo alegría, Rafael no puede aguantar que Juan Carlos se tome su tiempo en verbalizar el rito típico. Hasta a Nino le rompe las pelotas la tardanza. Lo mejor de esta escena es el “querés un polvorón”? El instante de lucidez donde Norma reconoce a JC, pero ella también tiene los ovarios inflados y se quiere ir a la mierda, como muchísimos argentinos en ese año terrible. Es comedia forzada, donde lo único puramente espontáneo es la realización del anhelo de Nino.

Hay una gran crítica a la moral de la iglesia cuando el cura rechaza casar a los viejos. Darín desnuda la hipocresía de quienes tienen a Dios y Jesús como rehénes de la falta de solidaridad, del lujo contradictorio y su cuestionable vara de valores.

En conclusión, ternura, agudeza dramática, inteligencia humorística y narrativa a fuego lento son virtudes de esta cinta muy buena, que cae en la red grosera de la falta de transparencia, pero siendo esta superada por situaciones que enorgullecen a este país, dando lugar a la risa aún en los peores contextos. llegar a la cúspide d

Author: nacho2002

extrovertido y cómico

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s