el surgimiento de una naci�n




 

 

El Surgimiento de una Naci�n - Introducci�n

 

Noticongreso


Influidas por los ideales liberales y aprovechando la situaci�n de Espa�a en 1808, tras la invasi�n napole�nica y la abdicaci�n del rey, algunas de las colonias trataron de definir su situaci�n pol�tica, al no reconocer la autoridad de Jos� 1, hermano de Napol�on, quien ocupaba el trono en lugar de Fernando VII. En la Nueva Espa�a se design� una Junta Suprema de M�xico, con el virrey a la cabeza, lo cual represent� el primer paso para la emancipaci�n pol�tica, sin lograr tener �xito. Este intento por alcanzar la soberan�a dej� una profunda huella. Con el tiempo, nuevas oportunidades se presentar�an para manifestar el descontento.

Las Cortes de C�diz fueron la segunda fase en este camino hacia la liberaci�n. Un cuerpo representativo, formado por 16 miembros, march� a Espa�a a defender los intereses de la Nueva Espa�a. En las Cortes de C�diz se revel� la injusta pol�tica que obstaculizaba el desarrollo natural de los pueblos que hab�an quedado bajo el reino de la pen�nsula y se expusieron cuestiones tan determinantes como la libertad de imprenta, las leyes de elecciones para ayuntamientos y diputaciones provinciales, la separaci�n de la autoridad militar de cualquier intervenci�n judicial, el respeto a los derechos individuales y las bases del sistema social.

El documento emanado de ese ejercicio legislativo, fue la Constituci�n de C�diz, de 1812, cuya vigencia ser�a breve. La vuelta al absolutismo, con el retorno de Fernando VII al trono espa�ol, en 1814, implic� la cancelaci�n temporal de este esfuerzo liberal: aboli� la Constituci�n, disolvi� las Cortes e inclusive se encarcel� a diputados. C�diz signific� s�lo un aspecto del ansia de libertad que prevalec�a en los territorios hispanoamericanos. La Nueva Espa�a hab�a elegido otra v�a para lograr las condiciones de igualdad. El 16 de septiembre de 1810, encabezados por el cura Miguel Hidalgo, los americanos despertaron a la lucha por la independencia; fue entonces tambi�n cuando las posibilidades de una nueva naci�n comenzar�an a surgir. A lo largo de once a�os de lucha se mostr� el anhelo de liberaci�n de los novohispanos. No en vano, el caudillo Hidalgo hab�a abolido la esclavitud y posteriormente Jos� Mar�a Morelos dict� la supresi�n de las castas, el pago de gabelas, y la repartici�n de tierras a los indios.

Despu�s de la muerte de los primeros caudillos, el movimiento se encamin� hacia dos posiciones: la militar y la pol�tica. En agosto de 1811, en Zit�cuaro se constituy� la Junta Nacional Americana, depositaria de la autoridad y encabezada por Ignacio L�pez Ray�n, Jos� Sixtos Verduzco y Jos� Mar�a Liceaga.

En 1813, Jos� Mar�a Morelos y Pav�n consider� necesario crear un cuerpo representativo, investido de autoridad y del que emanara la voluntad nacional. En septiembre se iniciaron los trabajos del Congreso de Chilpancingo; los representantes designados a participar en este primer esfuerzo legislativo nacional fueron letrados, eclesi�sticos y abogados. Se inaugur� con un discurso le�do por Morelos, los Sentimientos de la Naci�n, en el que se expresaban las disposiciones de orden pol�tico, econ�mico y social que deber�an considerarse en la futura legislaci�n nacional.

La realizaci�n de este congreso puso de manifiesto la capacidad de la naci�n para gobernarse a s� misma, para dictar sus propias leyes. Entre los 23 puntos contemplados por Morelos destacaron, por su trascendencia, la declaraci�n de la independencia; la preservaci�n de la religi�n cat�lica; el ejercicio de la soberan�a; la divisi�n de los Poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial; el otorgamiento de los empleos para los americanos; la condena a los gobiernos tir�nicos; la capacidad del Congreso para hacer las leyes; el ataque a los cuerpos privilegiados; la proscripci�n de la esclavitud y la distinci�n de castas.

El 6 de noviembre de 1813, por medio del Acta de Independencia de la Am�rica Septentrional, dada en el Palacio Nacional de Chilpancingo y firmada por Andr�s Quintana Roo, Ignacio Ray�n, Jos� Manuel de Herrera, Carlos Mar�a Bustamante, Jos� Sixto Verduzco, Jos� Mar�a Liceaga y Cornelio Ortiz de Z�rate, se plante� formalmente la separaci�n de Espa�a y la posibilidad de los novohispanos de gobernarse a s� mismos.

Un a�o m�s tarde, vio la luz el primer esbozo de constituci�n mexicana, la de Apatzing�n, que recibi� el nombre del sitio donde se sancion� el 22 de octubre de 1814. En �l se estableci� que la Am�rica Mexicana era libre, que la soberan�a resid�a en el pueblo y su ejercicio en la representaci�n nacional, que eran mexicanos todos los nacidos en Am�rica; que su religi�n �nica ser�a la cat�lica, apost�lica y romana; que el Poder se dividir�a en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El legislativo estar�a representado en una sola C�mara de Diputados. Los ideales consagrados en este documento consignaban ya la emancipaci�n total de Espa�a y otorgaban a los habitantes la libertad necesaria para ilustrarse, trabajar y progresar sin restricci�n alguna. De acuerdo con su contenido se llev� a cabo la elecci�n de tres miembros que deb�an ejercer el Poder Ejecutivo, el cual recay� en un triunvirato formado por Jos� Mar�a Liceaga, Jos� Mar�a Morelos y Jos� Mar�a Cos.

A partir de 1815 el movimiento independentista entr� en una fase diferente. Morelos fue hecho prisionero y fusilado; el congreso cay� en un franco desorden, provocado por la ambici�n de poder y los intereses particulares surgidos entre sus dirigentes, y ning�n caudillo, lleg� a tener la importancia de sus predecesores. Hacia 1816 la lucha insurgente pr�cticamente hab�a terminado. Para la autoridad virreinal se cerr� una etapa de la guerra a pesar de la llegada del espa�ol Xavier Mina y las guerrillas emprendidas por Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero.

En 1820, con la restauraci�n de la Constituci�n liberal de C�diz de 1812, se restableci� la monarqu�a constitucional lo cual trajo consigo nuevas restricciones al rey y redujo el poder de la Iglesia, posibilit� la colonizaci�n extranjera en territorios hispanoamericanos y liberaliz� el comercio.

En la Nueva Espa�a el virrey Juan Ruiz de Apodaca proclam� la Constituci�n y, con ello, la posibilidad de ejercer la representatividad. La autonom�a se present� como la v�a m�s adecuada; separada de la metr�poli, la Nueva Espa�a preservar�a los fueros y prebendas de los grupos allegados al virrey. La conspiraci�n de La Profesa se convirti� en el centro de decisiones. All� se reunieron jefes militares realistas, cl�rigos de la alta esfera y ricos comerciantes para quienes la independencia era la �nica alternativa para separarse de la influencia liberal.

Agust�n de Iturbide, del bando realista, fue considerado como el personaje id�neo para acercarse al caudillo insurgente Vicente Guerrero y plantear la emancipaci�n como la v�a ideal para contrarrestar el constitucionalismo liberal hispano. Iturbide y Guerrero se entrevistaron y acordaron, en el Plan de Iguala, la independencia bajo la forma de un gobierno mon�rquico constitucional .

Resuelta la situaci�n en la Nueva Espa�a hab�a que tratar lo relativo a la metr�poli. La llegada de Juan O'Donoj�, capit�n general y jefe pol�tico superior, favoreci� el entendimiento. Con los Tratados de C�rdoba se dio t�rmino a la guerra y, a la vez, se permiti� la subsistencia de la monarqu�a, al frente de la cual estar�a un miembro de la Casa Borb�n, en la otrora colonia espa�ola.

Los Sentimientos de la Naci�n consigna las disposiciones de orden pol�tico, econ�mico y social que deber�n considerarse en la futura legislaci�n.

 

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