Crítica | El lado bueno de las cosas (2012): la «típica» familia americana | Revista Cintilatio

El lado bueno de las cosas
La «típica» familia americana

País: Estados Unidos
Año: 2012
Dirección: David O. Russell
Guion: David O. Russell (Libro: Matthew Quick)
Título original: Silver Linings Playbook
Género: Romance, Drama, Comedia
Productora: The Weinstein Company
Fotografía: Masanobu Takayanagi
Edición: Jay Cassidy, Crispin Struthers
Música: Danny Elfman
Reparto: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Matthew Russell, Julia Stiles, Anupam Kher, John Ortiz, Shea Whigham, Brea Bee, Dash Mihok, Paul Herman, Bonnie Aarons, Luisa Diaz, Samantha Steffen
Duración: 120 minutos

País: Estados Unidos
Año: 2012
Dirección: David O. Russell
Guion: David O. Russell (Libro: Matthew Quick)
Título original: Silver Linings Playbook
Género: Romance, Drama, Comedia
Productora: The Weinstein Company
Fotografía: Masanobu Takayanagi
Edición: Jay Cassidy, Crispin Struthers
Música: Danny Elfman
Reparto: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Matthew Russell, Julia Stiles, Anupam Kher, John Ortiz, Shea Whigham, Brea Bee, Dash Mihok, Paul Herman, Bonnie Aarons, Luisa Diaz, Samantha Steffen
Duración: 120 minutos

Pat, un perdedor de manual, conoce a Tiffany, una chica con sus propios problemas con la que tiene más en común de lo que cree.

Entre los años ochenta y los noventa fue la edad de oro de uno de los géneros cinematográficos más populares entre el público: la comedia romántica. Cuándo Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989), Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994) o la mismísima Pretty Woman (Garry Marshall, 1990) son grandes clásicos del género que fueron toda una revolución en su época, y lo siguen siendo en gran medida —esta última sigue manteniéndose como todo un éxito en audiencias cada vez que la programan en televisión—. Sin embargo, siempre —o al menos casi siempre— han sido, en cierta manera, despreciadas por la crítica: tratadas como insignificantes, sin ningún tipo de valor artístico ni narrativo, ultrajadas por no ser más que «una gran tontería». A pesar de ello, se convirtieron en las películas favoritas de la gente. Como dice el periodista Juan Sanguino en su libro Generación Titanic: El Libro del Cine De Los 90 (2017), «Pretty Woman es tan fácil de ver como recorrer el camino a tu casa: no te requiere ningún esfuerzo (porque te lo sabes de memoria), así que puedes deleitarte con los pequeños detalles del paisaje». Esa «facilidad» para verlas, esa predictibilidad en cada momento, hace que su puntuación popular sea de un 8,8 en la web de Metacritic, frente al 51 de la crítica. Pero, desde mi punto de vista, en esa intrascendencia se encuentra la fortaleza de la comedia romántica. La manera de transmitir mensajes a la población sin que esta sienta que está viendo un drama insufrible, y sin tener que ser verosímil o resultar real porque probablemente sea el género que mejor juega a ser lo que es: una película.

Pretty Woman (Garry Marshall, 1990), la comedia romántica por excelencia.

En el análisis de hoy os traigo la que es para mí una de las mejores comedias románticas de la década que acaba de pasar: El lado bueno de las cosas (David O. Russell, 2012). La película nos cuenta la historia de Pat —Bradley Cooper en el que es para mí uno de los mejores papeles de su carrera—, un hombre con problemas psicológicos que tras pasar ocho meses en una institución mental, vuelve a la casa de sus padres a finalizar la recuperación y volver así a su vida real. En el anhelo de recuperar a su exmujer conoce a Tiffany —interpretada por una deslumbrante Jennifer Lawrence— una  chica con un pasado particular, y que como el propio Pat, no cuenta con buena fama en el barrio. Un relato donde «los perdedores» dejan de estar en segunda línea y se vuelven protagonistas de una historia de amor poco convencional.

La película está escrita y dirigida por David O. Russell, uno de los autores estadounidenses más importantes —y no por ello de los mejores— en el ámbito hollywoodiense. Se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto —cuna de donde nacen la mayoría de los nombres que irán marcando la temporada de premios— con una recepción espectacular por parte de la crítica. Es de las pocas película en la historia de los Premios Oscar en conseguir un pleno de nominaciones en todas las categorías actorales  —hazaña que no se lograba desde Reds (Warren Beaty, 1981) en 1983— y consagró a Jennifer Lawrence —la última gran estrella de Hollywood— como la «mejor actriz de su generación».

Sin yo ser especialmente entusiasta de David O. Russell como autor, creo que tiene una vis cómica maravillosa que hace que El lado bueno de las cosas sea su mejor obra —por no decir la única buena— de largo. De alguna manera consigue que, todo lo que te puedan parecer errores y manías en sus dramas, sean ventajas en esta comedia.  Ese retrato mordaz de la «típica familia americana», los silencios absurdos y la sátira del «macho alfa» que le cuesta expresar sus sentimientos —reflejado en el personaje interpretado por un maravilloso Robert De Niro— hacen que esta no sea solo una comedia simpática, sino además desternillante en muchos momentos. Una de las grandes bazas de la película es el modo en el que se ríe de ese «sueño americano» de la familia perfecta, con vidas acomodadas, trabajos de éxito y críos preciosos. Una de mis escenas favoritas es aquella en el que Ronnie (John Ortiz), el amigo de Pat, invita a este a cenar a su casa con su mujer para presentarle a Tiffany. En ese momento la pareja empieza a enseñar su «maravillosa» casa, con reproductor iPod en el baño incluido. Es fantástico como, en este momento, el guion juega a la parodia, caricaturiza a los personajes creando una situación que podría ser un sketch de Saturday Night Live —en vez de generar en el espectador un sentimiento de odio contra ellos, que es la vía que seguirían todas las demás comedias románticas—.

Jennifer Lawrence, la última gran estrella de Hollywood.

«El mundo ya es bastante duro como es, la vida ya es dura de cojones. ¿Ningún autor puede decir “seamos positivos, acabemos bien la historia”?». Pat (Bradley Cooper)

Otro de los grandes aciertos de la película es el fantástico casting. Empezando por el propio Bradley Cooper, que, como ya he mencionado anteriormente, nos brinda una de las mejores actuaciones de su carrera, y acabando con los secundarios: Robert De Niro como ese maravilloso padre de Pat, y una sensacional Jackie Weaver —posiblemente la gran sorpresa en lo que a nominaciones se refiere— como esa tierna figura materna. Sin embargo, Jennifer Lawrence se convierte en lo mejor de la película. Es una bomba de relojería a punto de explotar, la gran roba escenas. Aporta esa locura que solo ella sabe dar y, en este momento, siendo toda una desconocida, es capaz de estar a la altura de una leyenda como es Robert De Niro. La gran actuación que nos brinda en El lado bueno de las cosas, junto al impresionante éxito conseguido con la primera parte de la saga de Los juegos del hambre (Gary Ross, 2012) —donde ella interpreta a Katniss Everdeen, la protagonista— hicieron que se convirtiera en la «novia de América», estatus que le facilitó el ganar el Óscar a la mejor actriz principal en la ceremonia del 2012.

Podríamos decir que El lado bueno de las cosas es una manera más de contar la típica historia de «si sigues intentándolo, lo conseguirás», pero va más allá. Es el claro ejemplo de que la comedia romántica es una manera más de reflejar realidades y de concienciar a la población de los problemas de la sociedad. La película habla sobre las enfermedades mentales en un lenguaje que todo el mundo es capaz de entender, y coge a los «perdedores» de la vida real para convertirlos en verdaderos protagonistas. En definitiva, El lado bueno de las cosas es divertidísima, pero también es una gran película que deberíamos admirar y reivindicar, porque la comedia romántica también puede ser trascendental.

:: before


:: before

¿Quieres recibir mensualmente nuestras nuevas publicaciones?