Hoy en todo el mundo se celebra el Día Internacional de Inventor en honor al nacimiento de la actriz e inventora Hedy Lamarr, que creó y patentó la idea seminal de las comunicaciones modernas
Tenía tan solo 19 años cuando su torso totalmente desnudo, proyectado en las grandes pantallas de Europa, se convirtió en un hito de la historia de la cinematografía. Era 1934. En el festival de Venecia, el revuelo generado por la película checoslovaca Ecstasy, de Gustav Machaty, fue tal que, según la leyenda, el mismo Mussolini pidió una copia del largometraje para tratar de entender lo que estaba sucediendo. La causa de tanto clamor tenía nombre y apellido: Hedwig Kiesler. La joven actriz vienesa hizo en aquella producción el primer desnudo integral de la historia del cine. Con esa carta de presentación, años después adoptó el nombre artístico de “Hedy Lamarr” y se instaló en Hollywood, donde los medios la apodaron como “la mujer más hermosa del mundo”
Hedy se hizo conocida en el mundo entero como actriz e ícono erótico. Pero en un universo mucho mas acotado, el de la ciencia, su nombre resuena de manera diferente. Y es que ella es la creadora de la modulación de señales de radio por salto en frecuencias, el sistema de comunicación precursor al Wi-Fi en el que se basa gran parte de las tecnologías inalámbricas actuales.
Quienes han estudiado y escrito sobre su vida afirman que, antes de partir hacia Estados Unidos, la actriz e inventora cursó en su Austria natal los primeros años de Ingeniería en Telecomunicaciones. Luego, debido a la preponderancia que estaba tomando su nombre en el cine europeo, abandonó sus estudios, se dedicó a las pantallas y se casó en primeras nupcias con el millonario austríaco Fritz Mandl, dueño de una de las fábricas de municiones más grandes del mundo y conocido en la Argentina por haber sido dueño del castillo Mandl, en La Cumbre, y de numerosas empresas locales.
Durante los años previos a su exilio y a su primer divorcio, Kiesler acompañó en reiteradas ocasiones a su entonces marido a reuniones con asesores militares alemanes, donde se discutía sobre armamento sofisticado. Seguramente, los presentes no imaginaban que la esposa del magnate austríaco tenía la mente analítica de una ingeniera que podía entender todo lo que allí se decía.
Las grandes contribuciones a la ciencia de Lamarr comenzaron a desplegarse del otro lado del Atlántico, luego de que ella, judía no practicante, se divorciara y huyera de la Alemania nazi por Inglaterra hacia Estados Unidos, detalla Ruth Barton, su biógrafa. Mientras aprendía el inglés e iniciaba su carrera en Hollywood de la mano de Louis Mayer, un importante empresario del cine estadounidense, Hedy comenzó, en paralelo, a colaborar con las fuerzas armadas estadounidenses. Por las noches, mientras sus hijos dormían, se abocó al diseño de un sistema de teleguiado por radio para torpedos, con el fin de volverlos aptos para burlar las defensas alemanas.
La idea original de su proyecto quizás tenía como precedente las ideas de los ingenieros alemanes de Telefunken, empresa de fabricación de aparatos de radio y televisores, pero ellos no habían podido concretarla ni traducirla en una patente. El asunto, destacan los expertos, era cómo codificar la señal. Y es allí donde se destaca el genio brillante de Kiesler. Hoy, el invento de la actriz es conocido como el spread-spectrum system (sistema de espectro disperso).
El invento de Hedy contó con la coautoría del pianista y compositor George Antheil. Antheil, cercano a la actriz, era también experto en el armado de pianolas, los pianos automáticos que tocan por sí solos determinadas partituras guardadas en un sistema mecánico. Juntos, patentaron su idea bajo el nombre de “sistema secreto de comunicaciones”, dado que utilizándolo era casi imposible que un enemigo pudiera interceptar la señal. Se lo ofrecieron a título gratuito a la armada norteamericana. Sin embargo, no existen registros de que su invención haya sido utilizada con fines bélicos durante la Segunda Guerra Mundial, afirman los investigadores en el documental Bombshell: La historia de Hedy Lamarr, de Alexandra Dean.
Se utilizó por primera vez en un sistema de ‘boyas inteligentes’ en el bloqueo naval a Cuba y, posteriormente, en la guerra de Vietnam. Pero para entonces la patente de Kiesler estaba vencida, por lo cual la inventora no vería ni un solo centavo de dólar por sus aportes.
Lamarr no mezclaba su alto perfil como estrella de cine con su labor como inventora. Ella hacía sus experimentos de noche, cuando sus hijos dormían, cuenta el mayor de ellos, Anthony Loder, en el documental que trata sobre la vida de su madre. ”Recuerdo que estábamos en la guardilla y mi madre me dijo: ‘mira, tengo una patente’. ‘Has inventado algo?’, le pregunté. ‘Sí, un sistema de comunicación secreto’, me respondió. Hoy tenemos wifi y bluetooth gracias a ella”, explicitó su hijo menor, quien definió a la actriz como una persona curiosa con una mente inquisitiva.
Hoy, el sistema del que Lamarr es coautora es considerado una de las bases que hicieron posibles muchas de las telecomunicaciones que siguieron, como el fax, el GPS, el WI-FI y gran parte de las conexiones inalámbricas.
En paralelo a su vida como inventora, Hedy se desarrollaba como una de las grandes estrellas de Hollywood. Protagnizó más de una veintena de películas. Entre ellas, se destaca su papel de Dalila en la película Samson and Delilah de Cecil B. De Mille (1949), su mayor éxito. También tenía constantes apariciones en programas de televisión. En ellos, ella no mencionaba su faceta científica. Es más, se dice que eran pocos quienes en esa época, sabían de ello, ya que la patente de su invento llevaba su verdadero nombre. Quizás es por eso, para mostrarse enteramente, que una vez retirada del cine decidió escribir su autobigrafía, titulada Ecstasy and Me, My Life as a Woman.
En 2016, un periodista encontró un cassette con una entrevista perdida a Hedy Lamarr, propiedad de un colega retirado, grabado años atrás, mientras la actriz escribía sus memorias. “Creo que el cerebro es más importante que la apariencia -decía ella en el reportaje-. La gente piensa que soy estúpida. Para empezar, yo no sabía que era guapa porque mi madre quería un niño. Desgraciadamente no fue así y ella no estaba muy emocionada conmigo. Yo era diferente, creo. Quizás vengo de un planeta lejano, quién sabe. Pero se me hacía fácil inventar”.
Hedy murió en Florida, en enero del 2000, a los 85 años. Pero tres años antes, en 1997, el grupo internacional de derechos digitales Electric Frontier Foundation le otorgó un premio por su invento, siendo la primera mujer en recibirlo. En 2014, su nombre fue agregado al National Inventors Hall of Fame de Estados Unidos. Ese mismo año, ella hubiese cumplido 100 años. Es por eso que el gobierno vienés organizó un homenaje en su nombre, en el que participaron sus hijos y otras personas, como, por ejemplo, Stephen Michael Shearer, escritor de la biografía Beautiful: The Life of Hedy Lamarr. Durante el evento, Shearer dijo: “Hollywood le concedió el lujo del estrellato. Ella invirtió en su belleza y su glamour, hizo una carrera de ello, aceptó el juego, pero dijo que fue su maldición”. Luego agregó: “Era una chica austríaca brillante, pero siempre romántica, que añoraba el romanticismo y la belleza de su país nativo antes de que la Segunda Guerra Mundial lo destrozara”.
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