Quién es Juan Percowicz, el “ángel” mesiánico que lideraba la millonaria secta de Villa Crespo

Juan Percowicz (84) afirma de sí mismo que es un enviado. Un ángel, puesto en la tierra con el propósito firme de ayudar a la humanidad formando otros 1.000 ángeles como él. Su herramienta es la filosofía y un innovador sistema que permite la "evolución espiritual" a quienes siguen sus consejos. Unas guías de vida que escondían un perverso camino de explotación, coacción y reducción a la servidumbre, el cual además facturó millones de dólares por décadas a costa de las vidas de quienes le creyeron el cuento.

Percowicz es el líder de la Escuela de Yoga Buenos Aires (EYBA), una organización señalada por la justicia como una secta que tenía como objetivo beneficios económicos siderales, escondidos detrás de una fachada de espiritualidad new age.

La caída fue ruidosa, un megaoperativo en simultáneo que allanó 50 propiedades, detuvo a 24 personas y secuestró más de un millón de dólares, además de autos de alta gama, joyas, pornografía y juguetes sexuales.

La EYBA funcionaba en un edificio ubicado en Estado de Israel al 4400, en el barrio de Villa Crespo, pero tenía sedes y ramificaciones en Estados Unidos y Uruguay. La estructura involucraba a unas 1.500 personas e incluía una consultora que brindaba capacitaciones, pero también una falsa clínica médica, un par de inmobiliarias, un estudio jurídico-contable, una financiera paralela e incluso un perturbante negocio de prostitución VIP armado a base de las alumnas. Todo pasaba por el control de Percowicz.

Antes de reinventarse como líder religioso, Juan era un contador público que entró en contacto con la filosofía oriental y el yoga. A mediados de la década del 80 comenzó a afirmar que era un ángel, enviado a la tierra para salvar a la humanidad, y que las personas eran "bofes" que se debían rescatar mediante la iluminación y el despertar de la consciencia.

Quien lo cuenta es el activista antisectas Pablo Salum, en un video que grabó en su canal de YouTube denunciando el funcionamiento de la EYBA. Conoce la historia de primera mano: su familia fue una de las primeras personas en creerle a Percowicz en los '80 y desde chico pasó su infancia en ese entorno de abusos. Pudo escapar a los 13 años, pero adentro quedaron su madre, una hermana y un hermano.

Según relata Salum, el camino de evolución dentro de la secta constaba de siete pasos, donde el peldaño más alto solo estaba reservado al maestro Percowicz, único ángel reencarnado. El resto de los alumnos debían seguir sus órdenes.

Tal era así el nivel que todos los demás le llamaban "papi" o "maestro" cada vez que pasaba, y le daban las gracias cuando dirigía la palabra. Así lo afirma la investigación judicial realizada durante más de un año por la Procuraduría contra la Trata y la Explotación de Personas (Protex), y a la que tuvo acceso Clarín.

Muchas de las órdenes de Percowicz eran abiertamente sexuales, un tema recurrente dentro de la secta. Según la denuncia de Salum, había algunas abiertamente pedofílicas o de incesto, que eran impartidas por el maestro. Las mismas eran cumplidas. No había posiblidad de disidencia puertas adentro para quienes quisieran recorrer el camino de la espiritualidad que ofrecía la Escuela de Yoga. No es que los expulsaban, había un método de torturas conocidas como "cura de sueño" para los objetores.

Dentro de la organización, todos se desvivían por complacer al maestro y estar cerca suyo. Los alumnos entregaban dinero en efectivo y cartas de agradecimiento todos los meses. Quienes tributaban más tenían —según el relato de Salum— un acceso preferencial al líder. Esto generaba una competencia entre los fieles.

La filosofía del líder prometía salud, felicidad y bienestar para sus seguidores. A cambio, les exigía un via crucis de sacrificios donde lo más importante era la organización, que pasaba a ser "la familia". Los vínculos previos, ya sean amigos o familia biológica, era un estorbo que desde la organización instruían a cortar. Eran "estructuras mentales limitantes"

Esto tenía un doble efecto, generar una mayor dependencia emocional del grupo y, eventualmente, una mayor facilidad para exprimir patrimonialmente a los alumnos. También se apuntaba a erosionar la moral y los límites en cuanto a lo sexual. El maestro era quien decía quiénes debían tener relaciones sexuales con quiénes. Más adelante esto se volvería una herramienta para Percowicz, que montó una red de prostitución VIP con las alumnas coercionadas para entregarse a las órdenes de su líder.

Según la Justicia, esto permitió que la organización envíe harenes de mujeres para empresarios y figuras poderosas, que pagaban con dinero y con protección para la organización.

En la década del 90, la Escuela de Yoga estuvo en el ojo de la tormenta por una investigación judicial que indagó en el funcionamiento de la secta. Fue una causa que se cayó de manera polémica, con una sospecha latente de presiones por parte de funcionarios nacionales e incluso legisladores estadounidenses. Esto le permitió a Percowicz salir en libertad.

Lejos de abandonar el camino, la Escuela de Yoga siguió adelante y montó una estructura enorme, que facturaba cerca de 500 mil dólares mensuales entre todos los negocios y le significó una vida de lujos millonarios a sus cabecillas.

Percowicz, un monotributista jubilado según los registros oficiales, siguió liderando la organización hasta el último viernes. Incluso tenía planes de inversión en Estados Unidos, donde la EYBA ya tenía varios negocios. El "ángel" ahora deberá rendirle cuentas a la Justicia terrenal.