Críticas de El alguacil del diablo (1975) - FilmAffinity
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El alguacil del diablo

Western. Aventuras Rooster Cogburn, un sheriff bebedor y en decadencia (Wayne), es despojado de su placa por el juez federal Parker, que lo acusa de exceso de celo en la búsqueda y captura de forajidos. Pero, inmediatamente después, el propio Parker le confía una nueva misión: capturar a la banda de Hawk, que ha robado nitroglicerina al ejército. Por el camino, Rooster se encuentra con una rígida y adusta misionera (K Hepburn), cuyo padre ha sido ... [+]
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
18 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un lugar de Arkansas, 1880. En una de las primeras escenas vemos a un sheriff tuerto y sesentón, Rooster Cogburn (Wayne), que retorna a la ciudad llevando tras de sí una reata de cinco caballos con otros tantos muertos encima. Varios vecinos contemplan la escena y se encogen de hombros con complicidad.
A continuación el juez Parker (McIntire), otro sesentón, abronca a Rooster y le recuerda que "casualmente" todos bandidos que captura los trae muertos, 64 concretamente en los últimos 8 años. "Son solo 60", le corrige el sheriff con algo de sorna.
Pero Parker no está para bromas y le retira la placa sin contemplaciones: "El Oeste está cambiando y usted no está cambiando con él", "Usted ha ido a menos". Corren nuevos tiempos y hay que cuidar la imagen de la ciudad ante los nuevos inversores que llegan. Como vemos, un juez que sabe adaptarse a los nuevos tiempos.
Lo malo es que la banda del malvado Hawk (Jordan) también se está modernizando y ahora tira de nitroglicerina y de ametralladoras para robar bancos. Por eso, a la hora de la verdad hay que contar como siempre con la persuasión de los viejos métodos de Rooster que recibe de nuevo su placa.
Interesante la reflexión que aquí plantea la cinta sobre el paso de los tiempos y sobre la eficacia de los viejos métodos para reprimir el crimen.
Pero esto solo es una pequeña parte de la trama. El verdadero meollo se encuentra en la relación que se va a establecer enseguida entre el viejo sheriff con una no mucho más joven maestra misionera, Eula Goodnight (Hepburn), "Una aporreadora de la Biblia". Dos mundos antagónicos, "El rifle y la Biblia", como muy bien refleja el titulo de la versión hispana de la película.
Asistimos a partir de ese momento a una extraordinaria interpretación de dos grandes actores que siguen bastante de cerca aquella genial "Reina de África", con Wayne sustituyendo a su manera a Bogart y Hepburn "reinando" en ambos casos. Como reconocen las críticas de los colegas, hay evidentes similitudes entre ambas obras. Ojo, nótese que no usamos el manido tópico "duelo interpretativo", pues no hay tanto enfrentamiento como complementariedad en las actuaciones de los dos genios de la pantalla.
Diálogos chispeantes, latinajos y citas bíblicas lanzadas como proyectiles. Rooster en su papel, bronco, adusto, rudo, bebedor, pero también de transparente sinceridad. Eula, maestra llegada de Boston, intelectual, religiosa, sin dejar de ser una mujer práctica que sabe defenderse bien con un rifle en la mano. Dos poderosas personalidades frente a frente que pronto entienden su complementariedad, que comparten muchas más cosas de lo que parece. Es el momento en el que surge la delicadeza y la ternura, casi diríamos que el amor. Sí, el amor, ¿por qué no?
Y eso que las frases de uno y otra restallan como disparos: "Vaya usted a hacer punto o a arreglarse las uñas o lo que hagan las mujeres", "Si algún día les dan el derecho al voto, que Dios nos ayude".
No se arredra la misionera que ahonda sobre todo en el vicio y en los peligros de la bebida: "El alcohol en un estómago vacío ha matado a más hombres que las balas", "Un hombre borracho es medio hombre". Sin olvidarse de la necesaria higiene: "La abstinencia y la limpieza acercan a los hombres a la santidad".
Buen guion que sin embargo tiene dos agujeros negros como dos balazos. ¿Qué pinta la nitroglicerina para robar un banco que luego nunca aparece?, con lo fácil que es abrir una caja fuerte con un colt sobre la sien del cajero o del director del banco. Después de participar en el robo y en el asesinato de la escolta de la nitroglicerina, el malvado Breed (Zerbe) sin venir a cuento perdona la vida de Rooster poniendo la suya en peligro ante Hawk.
Correcta realización, buen ritmo que alterna los enfrentamientos dialécticos con los tiroteos, acción continua, trepidante. Discretos toques cómicos dan sal a la trama. Los dos personajes centrales están muy bien definidos, también los de reparto, tal vez el joven indio Wolf (Romancito) queda un poco desdibujado.
Técnicamente la cinta es impecable. Rodada casi siempre en exteriores que muestran bellísimos paisajes de los parques naturales de Montana. Excelente también la fotografía y la ambientación.
Resumiendo, una buena película que recomendamos a todos. Por los diálogos, por ver a dos viejas glorias que mantienen el tipo, por la evocación de un clásico como "La Reina de África", por los paisajes ... ¡Vaya, que seguro pasan un rato distraído!
Lafuente Estefanía
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11 de marzo de 2007
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué un mito como Wayne acabó tan mal su carrera?
Es una película cuyos únicos activos son los nombres de los protagonistas. El guión es soso, la interpretación "cansada" y cansina. Se nutre de las rentas de las carreras de los dos protagonistas, de algunas escenas que recuerdan películas maravillosas, como "Vaor de ley" o "La Reina de África", de una fotografía medio conseguida... Y poco más. Sólo apta para nostálgicos. A mí, personalmente, me da pena ver a estos dos gigantes interpretando papeles sin contenido. Es como ver a una estrella del fútbol jugando en Japón en el ocaso de su carrera.
Una lástima.
jfreyba
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23 de junio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas de la película (valga la redundancia) yo solo le pido a una cinta que sea (al menos) entretenida, y esta lo es. Vemos al viejo Wayne ya en el ocaso de su carrera,(protagonizaría una película más: "El último pistolero, Don Siegel 1976), en su papel de sheriff gruñón, bebedor, desalineado, machista hasta las trancas y presto a disparar a la mínima ocasión, y a la genial e incombustible Katherine Hepburn en su papel de, digamos, hermana de la caridad, enfrentados a una banda de rufianes asesinos capitaneados por un desequilibrado, responsables de numerosos crimenes y muy peligrosos.
Como digo en el título de mi crítica, son de destacar los bellísimos paisajes en los que se rodó esta película, mayormente en el estado de Oregón. Si eres amante del "Western" te gustará, o cuando menos te entretendrá.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Syndera
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6 de mayo de 2011
5 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miren las sutilezas de esta película: El juez Parker, está juzgando al sheriff federal, Rooster J. Cogburn (John Wayne), porque, de los últimos 64 sospechosos que tuvo a su alcance… ¡sólo 60 murieron! –esto lo aclara el cínico acusado- y tras decirle que, “El oeste está cambiando y usted no ha cambiado con él. Está caduco”, el juez le quita la placa y el revólver, declarándolo así, insubsistente… pero, en breve, y porque cree que, sólo él podrá hacerlo, lo contrata para que capture, y traiga VIVO, a un bandido llamado, Hawk, quien acaba de robarle al ejército una nitroglicerina. ¿Qué tal esto?

Este comienzo, nos sugiere una continuación de, "True Grit" -la película por la que, Wayne, ganaría su único premio Oscar-, y al comenzar su búsqueda de los bandidos, una nueva escena (el asalto a una misión orientada por un predicador y su hija) nos remitirá a, “The African Queen”, excelente filme por el que, Katharine Hepburn, fue nominada al Oscar. Dos filones explotables a los que, el director Stuart Millar, no tuvo reparo en acudir, en un intento –vano- de solventar su pobrísimo guion.

La más deprimente sutileza, es haber convencido a la senil, pero memorable, Katharine Hepburn, para que se sumara al característico juego machista y reaccionario de Mr. Wayne, apoyando la venganza, no obstante ser misionera de Biblia en mano (¿o sería precisamente por esto?); diciendo, además, frases tan desentonadas e incoherentes como: “Quiero asegurarme de que los asesinos de mi padre cosechen su merecido” o “Estoy segura que, el buen Dios, fuma excelentes cigarros”… y de ñapa, matando y rezando como cualquier seudo-héroe de los peores westerns.

¡Y grande sorpresa! A la pareja la sigue un joven y leal indio llamado, Wolf, y hay que ver el estrecho lazo de amistad que tiene con el sheriff Cogburn, es decir, con el mismísimo, John Wayne. ¡Cómo se atreve a decir el juez Parker que éste personaje no cambió en nada!

Después habrá más sutilezas: Cogburn-Wayne se reafirmará en el machismo que le acompañó durante toda su vida; aumentará su larga lista de ajusticiamientos; traicionará sus promesas demostrando, entre otras cosas, que le importa un rábano la espiritualidad... y contará con el admirado e incondicional apoyo de la hermana, Goodnight (¡Hepburn!), quien rematará diciendo lo que, Wayne, tanto soñaba: “Usted honra al sexo masculino”.

¡Con cuánta frecuencia, la senilidad se permite las peores torpezas!

Título para Latinoamérica: <<EL ALGUACIL DEL DIABLO>>
Luis Guillermo Cardona
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