El dolor de Sofía de Wessex (la nuera ‘favorita’ de Isabel II) en el funeral
En la abadía de Westminster, donde ayer se celebraron los funerales de Estado por la reina Isabel II, apareció con el rostro tenso y desencajado, y el autocontrol propio de un miembro de la familia Windsor. Pero era dolor contenido y, al salir de la iglesia, la condesa de Wessex, Sofía Rhys-Jones, mujer del príncipe Eduardo, sucumbió a la emoción y dejó caer una lágrima que mostraba el fuerte vínculo que la unía a la soberana.
Tras llegar a la iglesia en coche junto con Meghan Markle, mientras que el príncipe Harry llegó con su primo Peter Phillips, Sofía de Wessex tomó asiento junto a su marido, delante de sus hijos, Lady Louise Windsor y James, vizconde de Severn. Durante el rito fúnebre ya mostraba su dolor, pero logró contener las lágrimas.
Una vez terminado el oficio religioso, tras seguir el féretro hasta el exterior de la abadía junto a Kate Middleton, sus hijos George y Charlotte, y la reina consorte Camilla, la condesa sucumbió al dolor y dejó escapar una lágrima, que enjugó de inmediato y de forma disimulada, pero que no pasó desapercibida.
Para Sofía Rhys-Jones, la muerte de la soberana ha supuesto un duro golpe. Los condes de Wessex han sido los más cercanos a la reina Isabel en los últimos años, especialmente tras la muerte del príncipe Felipe (del que Eduardo y su esposa han heredado el título de duque y duquesa de Edimburgo). Entre Isabel y Sofía, que tenía el privilegio de poder llamar ‘mamá’ a la soberana, el afecto era sincero.
Fue la única nuera que nunca le dio disgustos a la reina, de origen burgués, acostumbrada a trabajar y con un pasado en las relaciones públicas que le ayudó a adaptarse a las normas de la etiqueta del palacio de Buckingham, la condesa de Wessex se ganó el afecto de su suegra y se vinculó aún más tras la muerte en 2005 de su madre, Mary Rhys-Jones, a la cual Isabel II sustituyó en cierto modo.
Prueba de este afecto y de la confianza que la reina depositaba en su nuera, fue el hecho de que durante los últimos años de Isabel le confiara tareas cada vez más importantes (convirtiéndola en una de las royals más activas) y le legara muchos de los cargos que ella misma ocupaba.
Una confianza que la condesa mostraba de vuelta incluso en la última semana de luto, durante la cual se ha mostrado enormemente comprometida tanto públicamente, con los súbditos que acudieron a presentar sus respetos a la reina, como en privado, en un insólito papel de “pacificadora” entre los Sussex y el resto de la familia.
“Sofía de Wessex es cada vez más importante para la Corona. Se ha convertido en la nueva ‘roca’ de Isabel tras la muerte del príncipe Felipe”, declaraba al Sun el experto de la realeza Duncan Larcomb. “Asegurarse de que Su Majestad contara con el apoyo de toda la familia era su misión personal”, añadía Larcomb. El primer apoyo de la reina era ella misma: “Ha pasado con su suegra todos los fines de semana del último año, la llamaba todos los días al menos una vez y, como vivía a pocos minutos en coche del castillo de Windsor, en cuanto podía iba a visitar a la reina”. Una relación inusual y hermosa entre suegra y nuera, que hoy llora por una segunda madre.
Artículo publicado por Vanity Fair Italia y traducido por Isabel Escribano Bourgoin. Acceda al original aquí.