Cuando Katharine Worsley se casó con el príncipe Eduardo, primo de Isabel II y duque de Kent, en 1961, al hacerlo rompió con siglos de tradición real. En lugar de optar por la abadía de Westminster, la catedral de San Pablo, la capilla real de St. James o la capilla de San Jorge en Windsor, insistió en que contrajesen matrimonio en la histórica York Minster situada en su condado natal, Yorkshire, un lugar en el que no se había celebrado una boda real desde hacía 600 años.
Resultó ser una decisión de lo más apropiada. La pareja se conoció cuando destinaron al duque de Kent y a su regimiento en las inmediaciones de Hovington Hall, la casa de la infancia de Catalina y la vivienda de su padre, Sir William Worsley. Los dos anunciaron su compromiso en marzo de 1961 y celebraron el gran día en el mes de junio.
La elección de vestido de la novia fue decididamente sesentera. Su diseño de John Cavanagh (por recomendación de su futura suegra, la princesa Marina) incluía un escote de cuello redondo y mangas ajustadas, amén de una falda abultada y una cola de cuatro metros. Se temía que el vestido fuera a ser demasiado incómodo y difícil de manejar, así que al parecer la novia practicó varias veces su reverencia. Además tomó prestada una tiara de diamantes y perlas perteneciente a la colección de su suegra que en su día perteneció a la abuela de su marido, la reina María. Esa misma tiara la lució en el día de su boda, celebrada en 1992, la hija de Catalina, Lady Helen Taylor.
Entre los ilustres invitados se encontraron la reina Isabel II, Felipe de Edimburgo, el príncipe Carlos y la princesa Ana (que hizo las veces de dama de honor). También asistieron miembros de la realeza de Dinamarca, Grecia, Holanda y Noruega. Fue en esta boda donde el futuro rey Juan Carlos de Borbón conoció a su mujer también perteneciente a la realeza, la entonces princesa Sofía de Grecia y Dinamarca.
La recepción de la boda se celebró en la vivienda familiar de la novia, lo que supuso otro guiño emotivo al lugar donde la pareja se conoció.
Los duques de Kent tienen tres hijos, Lord Nicholas Windsor, Lady Helen Taylor y George, el conde de St. Andrews, así como 10 nietos, entre ellos Amelia Windsor, Marina Windsor y Cassius Taylor.
Artículo original publicado por Tatler y traducido por Darío Gael Blanco. Accede al original aquí.
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