EL VALOR DEL DESCUBRIMIENTO

La primera vez que descubrí algo — confesaba el biólogo Manuel Perucho — tuve que encender un cigarro y sentarme porque me temblaban las piernas. Pero lo curioso es que no había descubierto algo nuevo: había logrado identificar que una proteína con la que trabajaba sobre el conocimiento molecular era la misma que ya había sido descubierta años atrás. Puede parecer un chasco, pero para un investigador no lo es porque al menos ha resuelto el dilema.

En Nueva York descubrí un oncogén que ha resultado ser el más importante, y también me temblaron las piernas. Pero me intentaron escamotear mi descubrimiento. Difundir nuestros trabajos es una obligación de los investigadores. Pero hay que tener un cierto cuidado con lo que se dice y a quién se dice. El mundo de la ciencia es igual que cualquier otra actividad humana. Quizás la única diferencia es que últimamente la actividad científica ha crecido de manera exponencial, y al aumentar la cantidad de científicos profesionales también aumenta el número de ejemplos de las aberraciones del sistema.

(Imágenes— observaciones al microscopio – wikimedia com)

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