Rey de Inglaterra Transcurridos los conturbados a�os de la dominaci�n danesa, el santo monarca devolvi� a Inglaterra la paz y la prosperidad, seg�n los dict�menes de la Iglesia Cat�lica Plinio Mar�a Solimeo NACIDO ALREDEDOR DEL A�O 1000, San Eduardo era hijo del rey Etelredo II, que gobern� Inglaterra de los a�os 978 a 1016, y de su segunda esposa, Emma, hija del duque de Normand�a. En 1013, Svend, rey vikingo de Dinamarca, invadi� Inglaterra y se apoder� del trono, repitiendo el hecho de un antecesor suyo. Etelredo huy� entonces con su familia a Normand�a. No obstante, con la muerte de Svend al a�o siguiente, volvi� y reconquist� el poder. Por poco tiempo, pues falleci� en 1016. Subi� entonces al trono Edmundo, medio hermano de Eduardo, que continu� la lucha contra los invasores. Pero fue asesinado, apoder�ndose del trono el dan�s Canuto. Este pidi� a Emma en matrimonio, estipulando que los hijos de esta nueva uni�n ser�an sus herederos, en detrimento de San Eduardo y de su hermano, que se hab�an quedado en Normand�a. Canuto, llamado �el grande�, rein� en Inglaterra durante diecinueve a�os. La figura de este gran conquistador no deja de llamar la atenci�n: �intrigante, ambicioso y violento, Canuto sin embargo pag� su pasada crueldad con un cristianismo del que no era indigno. Lleg� como invasor y destructor despiadado y, por un cambio de temperamento tan notable como amplio en sus efectos, permaneci� para gobernar, en justicia y paz, a un pueblo cuyo partido �l adopt� completamente�.1 Entra en escena entonces otra figura t�pica de aquellos tiempos violentos y semib�rbaros: Godwin. Pastor de las selvas de Warwik, gan� el favor de Canuto por haber salvado la vida a un jefe dan�s perdido en las monta�as. Llevado a la Corte, se convirti� en un aguerrido soldado por su valent�a y osad�a. Obtuvo el t�tulo de conde y el gobierno de una provincia. En adelante su ambici�n no conoci� l�mites ni escr�pulos.2 Cuando en 1036 falleci� Canuto, sus dominios fueron divididos entre sus hijos: Sveinn se qued� con Noruega, Hardeknut con Dinamarca, y Haroldo, hijo ileg�timo, con Inglaterra. Como Godwin hab�a ayudado a Haroldo a establecer su autoridad, obtuvo tambi�n el favor de este rey. Le aconsej� entonces, atraer a la Corte a los dos pr�ncipes, sus rivales a la corona, para librarse de ellos. Emma consigui� sujetar a su lado a Eduardo. Interceptado por Godwin, a Alfredo le fueron perforados los ojos y qued� relegado en un monasterio, donde falleci� a causa de sus heridas. San Eduardo regres� entonces a Normand�a. Despu�s de muchas vicisitudes, el trono
Habiendo crecido en el palacio del duque de Normand�a, Eduardo supo preservarse de la corrupci�n y de los vicios que reinaban en aquella corte, esmer�ndose desde la infancia en practicar las virtudes contrarias a esos vicios. Estaba dotado de un car�cter reflexivo y silencioso, en el cual se descubr�an las marcas del infortunio. Procuraba conversar con hombres de piedad y saber, siendo poseedor de una sabidur�a y gravedad superiores a su edad. Se distingu�a en �l en particular una dulzura admirable, fruto de una humildad profunda y de una caridad que abarcaba todos los hombres. Su �nico pasatiempo era la cacer�a con perros y halcones, en la cual se ejercitaba para un futuro incierto. Cuando se enter� de la muerte de Canuto en 1035, Eduardo reuni� una flota de 40 nav�os y cruz� el estrecho, desembarcando en Southampton. Sin embargo, no encontr� en Inglaterra el apoyo que necesitaba. Su propia madre se declar� contraria a la empresa. Eduardo fue obligado a regresar a Normand�a. En 1039 falleci� Haroldo. Cansados de vivir bajo la dominaci�n extranjera y conocedores de la fama y virtudes de Eduardo, los ingleses acordaron restituirle el trono de sus padres. Eduardo fue as� consagrado rey de Inglaterra, el Domingo de Pascua del a�o 1042. Ten�a 40 a�os, 30 de los cuales pasados en el exilio. Supo, ante todo, aprovechar las ense�anzas de la vida, principalmente las de la desgracia, y asimismo intent� olvidar el pasado, con la �nica preocupaci�n de ser un verdadero padre para sus s�bditos. �Una vez afirmado su poder, Eduardo consagr� todos sus esfuerzos a realizar el ideal del pr�ncipe cristiano. Conservar la paz, propagar la religi�n, devolver su vigor a las antiguas leyes, disminuir las cargas del pueblo; tales fueron los cuidados principales de su gobierno�.3 Tiempos �mejores y m�s felices conocidos por Inglaterra� �Bien merece [San Eduardo] que se considere su reinado de veinticuatro a�os como uno de los mejores y m�s felices conocidos por Inglaterra. Los daneses, amos [del territorio] por tanto tiempo, sometidos para siempre en el interior, y contenidos fuera por la postura valiente del pr�ncipe�.4 Pues los antiguos vencedores, establecidos en Inglaterra hac�a 40 a�os, pretend�an tener un �derecho de conquista�, pero tem�an, amaban y respetaban al nuevo soberano. Poco a poco fueron totalmente integrados en la poblaci�n del pa�s. Mientras la Divina Providencia velaba por el reino, una amenaza ven�a de Noruega. El rey Sveinn quiso reconquistar el trono ingl�s que su padre, Canuto, antes hab�a ocupado. San Eduardo coloc� al pa�s en estado de alerta, y esper� lo peor. Pero un ataque del rey de Dinamarca a Noruega hizo abortar el premeditado plan de invasi�n de Inglaterra. M�s tarde Suenon, rey de Dinamarca, se prepar� tambi�n para reconquistar Inglaterra. Dotado del don de profec�a, San Eduardo estaba un d�a asistiendo a misa cuando entr� en �xtasis, derramando copiosas l�grimas. Terminado el Santo Sacrificio, sus nobles le preguntaron qu� hab�a pasado. El santo revel� entonces que hab�a visto a Suenon muriendo ahogado en el mar, en el momento de embarcarse a Inglaterra. Lo cual efectivamente ocurri� y libr� al pa�s de una nueva invasi�n. Poco m�s tarde, en 1046, piratas daneses sitiaron Sandwich y despu�s las costas de Essex. Sin embargo, la pronta intervenci�n de los oficiales de Eduardo los forz� a apartarse del pa�s. San Eduardo emprendi� apenas una guerra, para reponer a Malcolm, hijo de Duncan, en el trono de Escocia. Duncan fue asesinado y despojado por Macbeth, el usurpador, cuya infamia fue inmortalizada por Shakespeare. �Ni le alegraba la abundancia, ni le entristec�a la necesidad�
De acuerdo con su primer bi�grafo, San Eduardo �era pobre en las riquezas, en las delicias sobrio, humilde en la p�rpura, y bajo la corona de oro, despreciador del mundo. Apreciaba tan poco las riquezas, que su tesoro parec�a el erario de los pobres y la cosa p�blica de todo el mundo. Ni le alegraba la abundancia, ni le entristec�a la necesidad. Era, sobre todo, liberal con las iglesias y los monasterios�,5 y a esa liberalidad se debe la fundaci�n de la gran abad�a de Westminster, que ser�a el pante�n de los reyes y de los grandes hombres de Inglaterra. Los antiguos cronistas colocan a San Eduardo entre los mejores reyes de su tiempo, diciendo que fue bueno, piadoso, compasivo, padre del pueblo, protector de los d�biles, amigo m�s de dar que de recibir, de perdonar m�s que de castigar. Para atender a las imposiciones de los que lo rodeaban, Eduardo tuvo que contraer matrimonio. Su elecci�n recay� sobre Edith, hija del infame Godwin. Al contrario del padre, ella era piadosa, generosa, con una delicadeza de esp�ritu que la llev� a aceptar la proposici�n del rey de vivir como hermanos, porque Eduardo hab�a hecho voto de castidad. C�digo: �Leyes de Eduardo, el Confesor� �Desprovisto de ambici�n personal, el �nico objetivo de Eduardo era el bienestar de su pueblo. Suspendi� el odioso �danegelt� [tributo que anualmente se pagaba a los daneses], que hab�a continuado siendo aplicado innecesariamente; y aunque pr�digo en limosnas para los pobres y para fines religiosos, forj� su propio patrimonio real sin imponer impuestos. Tal fue la alegr�a causada por �las buenas leyes de San Eduardo�, que su promulgaci�n fue repetidamente exigida por las siguientes generaciones, cuando se sent�an oprimidas�.6 En efecto, �San Eduardo se hizo sobre todo c�lebre por sus leyes. Adopt� lo que hab�a de �til en las que exist�an entonces, e hizo los cambios y adiciones que juzg� necesarias. Despu�s, su c�digo se hizo com�n en toda Inglaterra bajo el nombre de �Leyes de Eduardo, el Confesor�, t�tulo por el cual ellas se distinguen de las que sancionaron los reyes normandos. Ellas hacen a�n parte del derecho brit�nico [siglo XIX], con excepci�n de algunos puntos que sufrieron modificaciones. Reconocen pocos cr�menes punibles con la pena de muerte y las multas son determinadas de manera fija, no dependiendo de la voluntad de los jueces. Ellas prove�an la seguridad p�blica y garantizaban a cada particular la propiedad que pose�a�.7 San Eduardo falleci� el d�a 5 de enero de 1066 y fue canonizado por Alejandro III en 1161.
Su �sagrado cuerpo fue levantado de la tierra 36 a�os despu�s de su muerte, encontr�ndolo tan entero y fresco, con todos los miembros tan flexibles, como si estuviera vivo, y con la ropa tan nueva, como si la acabaran de hacer�.8 Notas.
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