Eduard Mörike

Nació en Ludwigsburg (Suabia) el 8 de septiembre de 1804 y murió en Stuttgart el 4 de junio de 1875. Su fami­lia paterna era originaria del norte de Ale­mania; una tradición aseguraba que estaba emparentada con Lutero. El padre, médico, murió prematuramente, y Eduard entró en el seminario de Urach y después en la Fa­cultad Teológica de Tubinga. En 1834 era párroco en Cleversulzbach, y allí perma­neció, sin gran satisfacción suya ni de sus feligreses, durante nueve años, consiguien­do al fin la jubilación. Se había dado a conocer con poesías líricas publicadas en varias revistas que, dentro de su sencillez, pueden colocarse entre las más puras pro­ducidas por la poesía postgoethiana. Inter­caló después algunas en una novela (El pintor Nolten, 1832, v.) que no disimula su parentesco con el Wilhelm Meister, pero con un fondo más fantástico y morboso, teniendo su germen en una experiencia pasional, el amor por Maria Meyer (Pere­grina).

El libro contiene otros elementos autobiográficos más serenos; pero en la obra, dirigida por una fundamental idea fatalista, se interpretan románticamente los arcanos de la vida, de la naturaleza y del alma mediante visiones, presagios y casos extraños. El volumen de las Poesías (pri­mera edición, 1838, v.) es el mayor título de gloria de Mörike. Una línea perfectamente reconoscible enlaza en su lírica la sensi­bilidad fantástica de su juventud a un amor hacia las cosas purificado por el afecto, lo cual puede también ser resultado de la cre­ciente familiaridad con los clásicos. Espon­táneas algunas veces como cantos popula­res (Das verlassene Mägdlein, Agnes), sus poesías pueden alcanzar pronto cimas de alto lirismo (An einem Wintermorgen vor Sonnenaufgang, Gesang zu zweien in der Nacht, Um Mettemacht, An Hermann, etc.), como ocurrirá también más tarde (Die schöne Buche, Auf eine Christblume, Erinna an Sappho). En otras composiciones, triunfa el idilio con todos los matices, desde el nostálgico hasta el jocoso: ejemplo má­ximo es el Der alte Turmhahm; y variados aspectos adopta también el humorismo, que puede llenar también la composición fabuloso-mítica, como en el Cuento del hombre seguro (v.).

Poco a poco aumentó también el volumen de los relatos de Mörike, algunos relacionados con su tierra suaba. Sobresale entre todos el delicioso Viaje de Mozart a Praga (1866, v.), dedicado a su músico pre­dilecto. El exquisito humanista que era Mörike se manifestó también en la antología de himnos, odas, epigramas griegos y latinos y en las traducciones de Teócrito, Bión y Mosco. Habiendo abandonado en 1843 la pro­fesión sacerdotal, no encontró Mörike la paz deseada en los sucesivos lugares donde vi­vió con su hermana Clara — desde 1851, de un modo más estable, en Stuttgart—, donde enseñaba Literatura en un colegio femenino. Siendo vicario, había estado lar­go tiempo prometido con Luise Rau, a la que escribió las más bellas cartas de su rico epistolario. De edad avanzada, casó con Margarete von Speeth; el matrimonio, poco feliz, fue disuelto, aunque habían nacido dos hijas, poco antes de su muerte.

L. Vincenti