Duplicity - Película - 2009 - Crítica | Reparto | Estreno | Duración | Sinopsis | Premios - decine21.com
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Reparto

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Crítica Duplicity (2009)

Guerra de champús

Guerra de champús

Dos grandes multinacionales del mundo de la cosmética, Equikrom y Burkett & Randle, se encuentran en guerra. El mercado lo es todo y sus dirigentes saben que el primero que saque a la calle el producto estrella hundirá a la competencia. Ray y Claire son espías profesionales. Inesperadamente se encuentran cuando ella ha de entregar una importante información a la empresa Equikrom y el contacto de esa empresa resulta ser Ray. Ambos se conocieron años atrás, cuando trabajaban para sus respectivos gobiernos -él en el M-16 y ella en la CIA-, pero pronto se pasaron al sector privado y ahora los dos trabajan para la misma empresa. La única diferencia es que él lo hace normalmente y ella infiltrada en la compañía de la competencia, Burkett & Randle, con el objetivo de birlar cualquier información empresarial. Y ahora esa ‘bomba informativa’ es el anuncio de un nuevo producto que revolucionará el mundo de la estética...

Uno puede ser un excelente chef, pero si los ingredientes que utiliza son de baja calidad el plato que resulte siempre será decepcionante, por mucho condimento, aroma o presentación artística que le quiera dar. Y eso es lo que le ha sucedido a Tony Gilroy. Estamos ante un consumado guionista, cuyos trabajos para la fantástica 'Trilogía de Bourne' y más tarde para Michael Clayton, son ejemplos excelentes de su maestría para entrecruzar hilos narrativos y pergeñar intrincadas conspiraciones internacionales de la más moderna actualidad. También son filmes que revelan su preferencia por el mundo clásico de los espías, con una carga importante de nostalgia. Hay en Duplicity claras reminiscencias de los tiempos de la Guerra Fría, con sus agentes, topos, señuelos, falsas identidades, escuchas secretas, engaños y microfilms (ahora sustituidos por fórmulas químicas). Y, como en la película protagonizada por George Clooney, aquí las grandes potencias son reemplazadas por las multinacionales que hoy en día mueven el mundo. También explota el film el viejo tema del amor entre espías o agentes de ambos bandos, algo que hemos visto en numerosas películas de éxito, desde Con la muerte en los talones hasta Sr. y Sra. Smith. Sin embargo, aunque Gilroy intenta dar una forma dinámica a la trama, jugando con todos esos elementos, con una inspirada música de James Newton Howard y con un montaje muy ágil, visual y temporal, la verdad es que al final hay mucha parafernalia y poca ‘chicha’. Mucha alta cocina y mínimas calorías, para seguir con el símil. La historia apenas avanza durante la primera hora y media de película. Y eso es mucho. Demasiado.

El film juega juega continuamente la baza del engaño propio de las películas del subgénero del espionaje. El problema no es entonces la enmarañada red de contactos, diálogos, ambigüedades y planes de acción, diseñada para atrapar al espectador, invitándole al principio a preguntarse quién engaña a quién, y quién dice la verdad, algo a lo que acaba claudicando por puro aburrimiento. No, el problema es más bien que Gilroy no ofrece más que un vacío divertimento, una gran parodia de todo ese idealizado mundo de los espías antes mencionado. Y eso es llevar la broma demasiado lejos. Al final queda poco más que una improbable historia de amor, y un suspense que se podría llamar ‘anecdótico’. El atractivo de la película estriba entonces casi únicamente en el reparto. Y hay que reconocer que Julia Roberts y Clive Owen –que ya trabajaron juntos en la infame Closer- forman una buena pareja en pantalla, con un toque humorístico natural. Su reiterado juego de diálogos funciona y hay química entre ellos.

El diseño de las compañías

Las dos empresas enemigas habían de tener looks diferentes y claramente definidos. Para la gran corporación Bukett & Randle se eligieron colores limpios y claros, mientras que para Equikrom todo debía ser más sofisticado y oscuro. A este respecto, explica el diseñador de producción Kevin Thompson: “Se empieza con una idea básica, rudimentaria incluso. Por ejemplo, Burkett & Randle será blanco y minimalista, su logo será azul. Equikrom será rojo, muy vanguardista, con texturas y gama de grises, sin nada de blanco o azul. Y así fue, aunque no siempre ocurre. Esta vez el logo de Burkett & Randle es azul, y el de Equikrom, rojo”.

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