Dresde, donde la cultura está llena de maravillosas contradicciones

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Dresde, donde la cultura está llena de maravillosas contradicciones

Estas coordenadas artísticas, musicales y gastronómicas se adentran en el legado y la historia de la ciudad del Elba.

Con una Ciudad Vieja (Altstadt) que es joven, ya que fue reconstruida tras el bombardeo de la II Guerra Mundial, y una Ciudad Nueva (Neustadt) que es vieja, porque conserva un buen patrimonio barroco, Dresde ha sido un importante foco cultural en Europa desde hace más de 300 años. La Semperoper continúa la tradición operística iniciada cuando la ciudad se convirtió en la capital de la ópera italiana al margen de Italia, Farinelli y el resto de castratos pasaron por la ciudad, uno de sus regentes mostró un refinado gusto por la pintura, adquiriendo colecciones de gran valor que hoy podemos ver en los museos de la ciudad. Este recorrido entre partituras, estrellas y genios de la pintura va en busca de ese legado cultural.

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Gemäldegalerie. Icono del arte

Foto: Rafa Pérez

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Icono del arte

La imagen de los ángeles de Rafael es una de las más reproducidas de la historia del arte, habiendo saltando hace tiempo desde la pintura al mundo de la iconografía. Esos querubines, como apoyados en un alféizar, forman parte de un cuadro mucho más grande: la Madonna Sixtina, expuesto en la Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos (Gemäldegalerie Alte Meister). Esta es solo una de las obras maestras que podemos ver en sus paredes, Correggio, Tiziano, Giorgione, Vermeer, Rembrandt, van Eyck y Durero, entre otros artistas, completan el cartel de una de las pinacotecas más importantes de Europa. El otro gran museo de la ciudad es el Albertinum, que da cobijo a los Maestros Modernos y cuenta con una buena colección de impresionistas y románticos, con varias obras de Caspar David Friedrich, Monet, Degas, Gauguin o van Gogh.

Dresde. Postales del XIX

Foto: Getty Images

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Postales del XIX

El Príncipe Elector Federico Augusto II de Sajonia fue un gran amante de las artes, particularmente de la pintura. Fruto de su interés por la obra de Bernardo Bellotto, el Canaletto sobrino y joven, invitó al artista a Dresde y lo convirtió en pintor de corte. Bellotto dedicó catorce de sus famosas vedutas (vistas) a Dresde, las pinturas de estilo veneciano que caracterizaron su obra. Entre ellas El foso del Zwinger, Vista del Elba con el palacio, La Hofkirche católica y Dresde desde la ribera derecha del Elba con el puente de Augusto, vistas todas ellas que, con ligeros cambios, todavía podemos contemplar en la actualidad. Varias de esas obras están expuestas en la Gemäldegalerie. Hay un par de curiosidades alrededor de esta colección de vistas: el Conde Brühl, primer ministro con ínfulas de gobernante por el escaso interés que el verdadero regente mostró por las labores de estado, firmó el contrato con Bellotto con la condición de que hiciera para él una copia de cada cuadro y gracias al minucioso detalle de las pinturas, fueron utilizadas para la reconstrucción de la ciudad tras el bombardeo.

Codex Dresdensis. El cielo maya

Foto: Rafa Pérez

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El cielo maya

Diego de Landa, conversor de los mayas Inquisición mediante, dejó escrito en su libro Relación de las cosas de Yucatán: «Encontramos muchos libros con esas letras, y porque no contenían nada que no había sido libre de superstición y de los engaños del diablo, los quemamos todos y los indios lo lamentaron y sintieron mucho.» Esas letras, unos complejos jeroglíficos, eran los valiosos códices mayas. Solo tres libros lograron salvarse de las llamas, uno de ellos fue el Codex Dresdensis, 39 páginas que forman un completo manual astronómico. Está expuesto en la Biblioteca del Estado, en una sala que parece el interior de una cámara acorazada, y sus figuras representan calendarios rituales, predicciones, eclipses de sol y de luna, las fases de Venus y los lugares donde habitaba la divinidad de la lluvia.

Semperopera. Ópera romántica

Foto: Rafa Pérez

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Ópera romántica

Dresde fue una de las ciudades asociadas al nacimiento y evolución de la Escuela Romántica. Pese a una importante dolencia de la cadera y una ingestión accidental de ácido que le estropeó la voz, Carl Maria von Weber fue uno de los grandes protagonistas de ese movimiento. Weber creció en un ambiente musical y desde muy joven destacó como pianista, compositor y director. Con apenas 18 años se hizo cargo de la ópera de Breslau, llevando al primer violinista a dimitir para no sentir la vergüenza de ser dirigido por un niño. En 1817 fue llamado por el rey de Sajonia para fundar una casa de la ópera en Dresde que contrarrestara la hegemonía de la ópera italiana en la programación.

Weber consiguió que se tradujeran al alemán algunos importantes libretos. Fue conocido por su severidad en los ensayos, se hacía cargo de todos los aspectos de la producción, desde la escenografía y la representación hasta el reparto, los ensayos y la dirección. En su casa-museo se puede ver una colección de fotografías, documentos y anotaciones musicales, entre ellas las de la obra Der Freischütz, que convirtió a Weber en el fundador de la ópera romántica alemana. Esta fue la primera obra que sonó en la prestigiosa Semperoper tras su reconstrucción, hecho simbólico ya que también había sido la última que se representó antes del bombardeo del edificio. Una noche de concierto en la Semperoper, cuya filarmónica está entre las más prestigiosas del mundo, es una excelente manera de acabar un día en Dresde.

Lili Elbe. La chica danesa

Foto: Rafa Pérez

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La chica danesa

En 1825, Caspar David Friedrich pintó la entrada del cementerio de la Trinidad. Es un cuadro incompleto, pero no exento de la melancolía, el misterio y el romanticismo de toda la obra del artista alemán. Es además premonitorio porque Friedrich fue enterrado allí. En el mismo camposanto hay una lápida que pasa bastante discreta, la de Lili Elbe, la primera persona que se sometió a una operación de cambio de sexo. Tras una intervención en Berlín por parte de Magnus Hirschfeld, fundador de la primera organización por los derechos de los homosexuales, Lili siguió pasando por un quirófano de Dresde para conseguir el objetivo de ser madre. Falleció tras las complicaciones en el transplante de un útero. Antes de su muerte consiguió la documentación oficial en la que se registraba su nuevo nombre. Escogió ese apellido por el Elba, el río que pasa por la ciudad que vio nacer a Lili. Al referirse al breve periodo de tiempo en que pudo cumplir su sueño, Lili dijo: «Puede que 14 meses no sea mucho tiempo, pero a mí me han parecido una vida entera y feliz». La productora de la película La chica danesa, inspirada en su historia, financió la nueva lápida.

Lechería de Pfund

Foto: Rafa Pérez

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La lechería de Pfund

En el número 79 de la calle Bautzner está la tienda más hermosa de la ciudad, una antigua lechería cubierta por completo con azulejos pintados a mano. A finales del siglo XIX, el ganadero Paul Gustav Leander Pfund se propuso suministrar leche fresca a la ciudad, en la trastienda tenía media docena de vacas que eran ordeñadas a la vista de los clientes. Con el aumento de la demanda y de la producción, el negocio se trasladó a la actual ubicación, empezando a producir también leche condensada, kéfir, crema agria o jabón de leche y productos para el cuidado de la piel de los bebés. La lechería Pfund sobrevivió al bombardeo de Dresde y a la expropiación por parte del Estado, con la reunificación fue devuelta a un bisnieto del fundador que la restauró conservando casi la totalidad de los azulejos originales, obra de Villeroy & Boch en colaboración con artesanos locales. La lechería como tal ya no existe pero en Pfund siguen suministrando productos lácteos, destacando la gran variedad de quesos, con más de 120 referencias.

Biergarten Lingner. Bicicletas sí

Foto: Rafa Pérez

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Bicicletas sí

Dresde es una ciudad pensada para el peatón, la bicicleta, el transporte público y el vehículo privado, en este exacto orden. La cultura de la bicicleta tiene un importante papel en sus políticas de movilidad. Pedaleando por las principales calles de la ciudad no se oye un claxon de desaprobación hacia el ciclista ni se tiene la sensación de que te van a atropellar de un momento a otro. Una completa red de carriles permite llegar a cualquier lado. Entre los itinerarios más agradables está el que va desde el centro de Dresde hasta la localidad de Blasewitz y su puente de hierro, conocido como la Maravilla Azul. En Striesen, uno de los barrios de Blasewitz, se levantan hermosas villas construidas entre los años 1871 y 1914. El regreso por la ribera del Elba y su paisaje de viñedos en terraza es muy agradable, aún más si se hace una parada en el biergarten del palacio Lingner.

Callejón del Arte

Foto: Rafa Pérez

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El callejón del Arte

Una buena parte de la Ciudad Nueva vive totalmente ajena al recorrido con prisas del casco antiguo. Encuentra refugio en lugares como el Callejón el Arte, una sucesión de patios cuyos bajos están poblados por galerías de arte, alguna librería, tiendas de artesanía y atractivos cafés. Los patios son temáticos: en el de los Seres Fabulosos se ven representaciones fantásticas hechas con pedazos de azulejos; el de la Luz está decorado con espejos que crean falsas dimensiones y efectos ópticos en función de la luz que reciben; el de los Elementos tiene unas fachadas amarillas con láminas metálicas onduladas que reflejan el sol y otras azules con canalones y tuberías que reproducen música con la caída del agua; el de la Metamorfosis se transforma durante la noche gracias al efecto de unos proyectores; y el de los Animales tiene balcones que son como casas en los árboles y figuras de animales que remiten al continente africano.