Este espinosaurio descubierto en La Rioja da pistas clave sobre su evolución

Este espinosaurio descubierto en La Rioja da pistas clave sobre su evolución

Un dinosaurio descubierto hace décadas en La Rioja ha sido descrito como una especie desconocida de espinosáuridos. Lo interesante es que muestra la transición evolutiva de la postura al caminar en esta familia.

Actualizado a

Riojavenatrix lacustris
Adrián Blázquez
Abel G.M.
Abel G.M.

Periodista especializado en historia, paleontología y mascotas

Desde su descubrimiento, los espinosáuridos han sido una de las familias de dinosaurios carnívoros que han recibido más atención por parte de la comunidad científica y el público, por su peculiar aspecto. Evolucionaron durante el período Jurásico a partir de un grupo más amplio de carnívoros, los megalosauroideos, y a lo largo de millones de años fueron convirtiéndose en animales semiacuáticos adaptados a entornos lacustres o costeros.

Uno de los cambios más importantes tuvo que ver con la postura que adoptaban. Los espinosáuridos fueron probablemente animales pescadores que se alimentaban en las orillas. Esto requería una postura corporal distinta de los cazadores terrestres, ya que tenían que inclinarse mucho, y motivó cambios en la anatomía de la pelvis.

Recientemente se ha descrito un nuevo espinosáurido descubierto en 1983 en La Rioja (España). Aunque se conservan muy pocos huesos, son precisamente los de las extremidades posteriores y la pelvis, y pertenecen a una especie de transición que permite observar estos cambios. El estudio de este espécimen ha sido realizado por investigadores de varias universidades españolas, que consideran este ejemplar como algo único en el mundo.

La cazadora lacustre de La Rioja

El nombre de este dinosaurio es Riojavenatrix lacustris, que significa “cazadora lacustre de La Rioja” (se cree que el ejemplar era una hembra) y vivió hace unos 120 millones de años, durante el Cretácico Inferior. Considerando que los espinosáuridos vivieron entre 155 y 84 millones de años atrás, se trata de una especie que se sitúa prácticamente en el ecuador de su historia evolutiva.

Los fósiles se descubrieron en 1983 en Igea, una localidad de La Rioja, y constan de unas pocas piezas: fragmentos de los miembros posteriores (fémur, tibia, fíbula, huesos del tobillo y falanges del pie), de la pelvis (pubis e isquion) y parte de una vértebra situada algo por delante de la pelvis. No se ha encontrado nada más, motivo por el cual ha sido muy complicado llegar a identificar a qué familia de dinosaurios pertenecían los huesos.

Erik Isamendi, autor principal del estudio de este dinosaurio (al que ha dedicado su tesis doctoral), sostiene que “presenta una combinación de caracteres anatómicos que lo hacen único y permite diferenciarlo de otros espinosáuridos”. Tanto tiempo le han dedicado a esta criatura que incluso le han puesto nombre propio: Britney.

En el mismo yacimiento se encontraron otros fósiles, que los investigadores consideran de gran interés paleontológico. Según Elena Cuesta, coautora del estudio, “estos descubrimientos plantean muchas y nuevas preguntas sobre la ecología de estos animales, es decir, sobre cómo convivieron estas especies entre sí. Y eso nos lleva a replantearnos futuros estudios más detallados sobre los espinosáuridos de los que, seguro, se obtendrán resultados importantes”.

Por qué es tan importante este dinosaurio

La importancia del Riojavenatrix lacustris radica en que los huesos encontrados, aunque sean pocos, permiten observar las primeras etapas de la transición entre el esqueleto propio de los megalosauroideos basales y el de los espinosáuridos, que se caracteriza por una postura inclinada hacia adelante; es decir, la base del cuello quedaba más abajo que la espalda y la cola, lo cual permitía a este dinosaurio alcanzar el agua más fácilmente con la cabeza y las garras.

En 2021, un estudio llegó a la conclusión de que los espinosáuridos se alimentaban de un modo similar a los pájaros pescadores, es decir, caminando por las orillas y cazando peces y otras presas en aguas poco profundas, de forma parecida a algunas aves como las cigüeñas y las garzas. Su hocico alargado hacía las veces de pico y tenían, igual que estas, un cuello flexible.

También es importante en el contexto paleontológico de La Rioja, donde recientemente se encontraron huellas de dinosaurios que habían cruzado a nado un río: se sabe, pues, que aunque los dinosaurios llevaban una vida principalmente terrestre, tenían un cierto contacto con el agua, para lo cual necesitaban adaptaciones específicas que sus antepasados no tenían.

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