Demetrio I Poliorcetes
307 a.C. - 300 a.C.. Bronce, 45 x 35 cmSala 072
Las medidas monumentales de la cabeza broncínea del Prado, que sugieren una estatua de aproximadamente 3,5 metros de altura, así como los rasgos individuales, hacen pensar más en un retrato que en una representación mitológica. La alta calidad del trabajo se aprecia particularmente en la magistral elaboración de la cabellera, cuyos densos bucles en forma de hoz están distribuidos vivamente y de forma variada sobre la cabeza; compárese la parte posterior y la parte rizada en la sien izquierda, donde las ondas están peinadas en parte hacia adelante, al mismo tiempo que suben o apuntan hacia atrás como lenguas. En particular, las puntas de los rizos encima de la frente están ejecutadas como elementos exentos. La cara amplia, que contrasta con la cabellera, se estrecha hacia abajo y conduce a un mentón robusto. La mitad izquierda de la cara es más ancha que la derecha, probablemente porque la cabeza estaba algo girada hacia la izquierda. Debajo de una frente convexa y unas cejas distendidas se hallan unos ojos grandes y muy abiertos (el ojo izquierdo está rehundido); la boca, de labios anchos, está ligeramente abierta. Mientras que la vista frontal de la cabeza representa los rasgos faciales ideales de un héroe y tanto en lo referente al estilo como al motivo es comparable con el Hércules Landsdowne y el Meleagro, ambos creados por Scopas hacia 340 a.C., en las vistas de perfil pueden apreciarse los rasgos de un retrato. La convexidad abombada de la frente, que afecta también a la raíz nasal, los ojos situados a bastante profundidad en la cara, el mentón anguloso y la región de la boca, separada por marcadas arrugas verticales, con el labio inferior situado algo más atrás, recuerda las acuñaciones de Alejandro Magno -aún más realistas- acuñados por Ptolomeo I de aproximadamente 300 a.C.; también la parte rizada por encima de la frente aparece como un rasgo individual. Dicho contraste entre una vista frontal ideal y una vista lateral con rasgos individuales se presenta de forma similar en tres retratos tempranos de los Diádocos, todos sin identificar, que a primera vista se parecen a las cabezas de las estatuas de efebos realizadas por Scopas pero que de perfil se manifiestan como retratos, debido a sus diademas de soberano y a sus facciones individuales. La identificación de los soberanos con diversos dioses y héroes, cuyo poder divino y características específicas ellos personifican -una idea difundida particularmente desde tiempos de Alejandro Magno en los países orientales de la región mediterránea-, es adoptada también por los sucesores de Alejandro, los Diádocos. Mientras que los tres Diádocos mencionados imitan al héroe cazador Meleagro, no sólo como modelo estilístico sino tal vez también como modelo heroico, la monumental cabeza de mármol, similar a la cabeza madrileña en su enorme plasticidad, retrata probablemente a Lysimachos representando a Hércules (Smith, 1988, cat. 4). Otro retrato de mármol en Copenhague, también al doble del tamaño natural, cuya parte posterior (añadida) no se ha conservado, casi puede ser calificado de repetición de la cabeza de Madrid en lo que se refiere a la organización de los rizos y al perfil, si bien el óvalo de la cara es más delgado; los cuernos de toro, que en parte se conservan, señalan que este soberano era identificado con Dioniso.
En los últimos años varios autores han sugerido una identificación de la cabeza de Madrid con Demetrius Poliorketes (Brown, 1995, p. 107, nota 114; Queyrel, 2003, p. 125, nota 172; Moreno, 1995, p. 223, núm. 19) a pesar de que le falte la diadema de soberano. Dos retratos de Demetrius, el herma de la Villa de los Papiros de Herculano, generalmente aceptado como tal (Lehmann, 1980, pp. 110-112; Frel-Pasquier, 1987, p. 82; Smith, 1988, cat. 4), y un retrato marmóreo monumental de Tarsos (Johansen, 1992, p. 70, núm. 26, inv. 571) comparten con el bronce de Madrid los mismos rasgos fisonómicos, el herma de Herculano los representa atenuados y normalizados según la retratística romana: una cara oblonga con un mentón pesado y prominente, una boca ligeramente abierta con un labio inferior ancho y un labio superior ondulado y más fino que sobresale al labio inferior, y finalmente una nariz larga y nada curvada, algo dañada en la cabeza de Madrid. Muy característico es una franja muy abombada de rizos por encima de la frente. Los rizos de las tres cabezas casi repiten los mismos motivos y su dramatic style recuerda (Brown, 1995, p. 64, con fig. 3a) al Alejandro de las monedas de Lysimachos. Dado que el Getty Bronze (Malibu, J. Paul Getty Museum, inv. no. 77.AB.30) identificado con Demetrius Poliorketes (Frel, 1987), tampoco lleva diadema, sino la corona de un atleta ganador, habría que preguntarse si los primeros retratos de soberanos después de Alejandro siempre llevaron la diadema, como más tarde será la norma. Posiblemente por el pelo ondulado que tanto recordaba al mismo Alejandro Magno, el retrato de Madrid no necesitaba otro atributo regio. Los dos mencionados retratos de Demetrius Poliorketes que llevan los cuernos de Dionisos Tauros, lo representan como la manifestación de este dios. La identificación de la cabeza de Madrid con Hephaistion (Moreno, 1993, pp. 102-104; 1995, pp. 222-223, núm. 19) fue con razón rechazada por Stewart (1993, pp. 453-455, núm. 4).
Probablemente el bronce de Madrid retrata a Demetrius Poliorketes (aprox. 336-283 a.C.) con casi 30 años, cuando en 307 a.C. Demetrius y su padre fueron proclamados reyes por los atenienses; Plutarco (Demetrius 10, 3) comenta que fue la primera vez que este título sacrosanto, reservado a Alejandro y sus descendientes, fue utilizado. Solo un año después, Demetrius y su padre Antigonos I, reciben la diadema como reyes de Asia (Texto extractado de Schröder, S. F. en: Power and Pathos. Bronze sculpture of the Hellenistic World, 2015, pp. 196-197; Catálogo de la escultura clásica, I, Museo Nacional del Prado, 1993, pp. 67-69).