Cyrano (2021), de Joe Wright

Nueva adaptación de “Cyrano de Bergerac”, famosa obra escrita por Edmond Rostand en 1897 y que ha conocido memorables traslaciones cinematográficas, como las protagonizadas por José Ferrer en 1950 o Gérard Depardieu en 1990. El texto, ya convertido en clásico, se presta sin embargo a ser trabajado también de modos diferentes y más originales, como el que recientemente dio lugar a la original Cartas a Roxane, inspirada en la creación de la obra teatral, o ésta que nos ocupa, una versión musical que adapta a su vez el musical escrito por Erica Schmidt, estrenado en 2019 y protagonizado igualmente por el actor Peter Dinklage, a la sazón esposo de Schmidt desde 2005.

Aunque con ligeras variaciones la historia mantiene las constantes originales. Gira en torno a la bella Roxane, que es objeto de deseo de tres hombres, aunque ella sólo tiene ojos para Christian, que acaba de entrar en el ejército. Éste tiene un físico admirable, pero carece de talento para las palabras. Cyrano, por el contrario, además de un magnífico espadachín, es un maestro de la elocuencia, con un don impresionante para componer versos de amor. Sin embargo es un enano y siente que para él Roxane, a quien conoce desde la infancia, es sencillamente inalcanzable. La solución para ambos sera que Christian envíe como suyas las cartas escritas por Cyrano. Y entre medias la joven será pretendida por el envidioso Conde de Guiche.

Lo más llamativo de este Cyrano es, claro está, que la característica física del protagonista no es una nariz superlativa –“ese monumento ¿a qué hora se visita?”, decía un verso del original–, sino que ahora se trata de un enano, que es fácil hazmerreír para los demás. La actualización a los tiempos de lo políticamente correcto convierte también a Christian en un negro, mientras que Roxane es la excepción, pues sigue siendo una adorable joven, rubia y candorosa. En cuanto al guión de Erica Schmidt, aunque mantiene completamente el espíritu de Rostand, es diferente en textos y diálogos –es inevitable echar en falta versos como “y al finalizar... os hiero”–, donde lo más llamativo son las canciones a lo largo de toda la película, con letras de Matt Berninger y Carin Berninger, provenientes del musical del off Broadway.

Visualmente Cyrano es una película excelente, con la perfección estilística de Joe Wright (Expiación), que brilla en momentos especiales, como la larga secuencia inicial en el teatro o ésa que recoge la primera escritura de las cartas, con un montaje bellísimo de música e imágenes. El diseño de producción de Sarah Greenwood es exquisito, aunque algunos pasajes como los de la guerra resultan también algo teatrales y poco realistas. Y mención especial merece la hermosísima música compuesta por Aaron Dessner y Bryce Dessner. Quizá el espectador no salga tarareando las melodías pero tiene momentos espectaculares y algunos temas son preciosos, como “Madly”, “Someone to Say”, “Every Letter” o “I Need More”. Entre el reparto destacan sobre todo Peter Dinklage y Haley Bennett, pero esta última sobresale además en las composiciones musicales con una voz admirable. Más desdibujados resultan Ben Mendelsohn como el conde y sobre todo Kelvin Harrison Jr. como Christian.