Colmena
Alberto Ramírez Rivera
El mundo está lleno de retrasados mentales e idiotas que, si bien es cierto, cargan con su propia locura e idiotez, también lo es que cuando asumen un puesto de elección popular ponen en peligro la estabilidad de una nación.
Tal situación podemos calificarla de grave porque esos sujetos actúan con odio y resentimiento hacia la sociedad que, incluso, los llevó al poder.
Derivado de ello, esa aversión y ese rencor podemos encontrarlos enquistados en gobiernos, congresos y partidos políticos.
En todas las épocas, los jefes de Estado, sobre todo populistas, han mantenido en instituciones a mujeres y hombres con dichas actitudes, quienes además suelen ser traidores, analfabetas, groseros, corrientes, mentirosos, viles, inhumanos y embusteros.
También explotadores, ladrones, conflictivos, apátridas, mediocres, ignorantes, cínicos, inútiles, tramposos, lacras, ineptos, frívolos, asesinos, corruptos, represores y deshonestos.
En la actualidad, esos gobernantes son aliados de grupos de criminales, delincuentes y narcotraficantes, los cuales derrochan fortunas para financiar las campañas electorales de políticos.
Vayamos a los tiempos remotos donde hubo locos en el poder, entre los cuales podemos mencionar a los más famosos emperadores romanos, que van desde Calígula hasta Tiberio, Nerón y Heliogábalo.
En la Edad Media, en Inglaterra, destacaron el sádico e inestable Juan Sin Tierra, el desdichado Eduardo II, Ricardo II y el rey “santo” Enrique VI. Otra lista la encabezan muchos monarcas españoles.
Y, una más, los rusos Iván el Terrible y Pedro el Grande; el decadente Juan Gastón, último de los Medici; Enrique VIII y el chiflado Jorge IV de Inglaterra; Cristián VII de Dinamarca, excéntrico y violento, y el gran Luis II de Baviera.
Patéticos, locos, neuróticos son los dirigentes políticos elegidos del siglo XX, como Stalin, Wilson, Churchill, Hitler, Mussolini, Mackenzie King.
Vivian Green, en su obra La Locura en el Poder, asume la tesis de que “no sólo existe una relación fundamental entre la salud y la política, sino que la conducta política puede ser exteriorización de los problemas personales y los trastornos de la personalidad”.
Hay la paradoja que aqueja a los reyes locos; es decir, la dificultad de reconciliar la locura que perturba el equilibrio mental con la acción de gobernar, de la que son responsables por su investidura.
Es importante decir que, contrario a lo que sucede en la actualidad, en otras épocas, sobre todo la de los reyes, ya había acciones de la sociedad en contra de los orates en el gobierno.
Hubo reyes que por su desequilibrio mental fueron obligados a renunciar de la investidura que les daba responsabilidades. Se designaba a un regente o viceregente para gobernar en su lugar.
Entre ellos, Federico Guillermo IV de Prusia, el rey Otto de Baviera, la emperatriz Zawditu de Etiopía, y el emperador japonés Taisho (Yoshihito).
Otros no fueron imposibilitados en su ejercicio de autoridad por diversas razones, sobre todo políticas, pese al enorme daño en sus facultades mentales, como Carlos VI de Francia y Cristián VII de Dinamarca.
En cuanto a los gobernantes cretinos, lelos o idiotas que les fue confiado el destino de una nación, el libro El Regreso del Idiota, publicado en 2007 y prologado por el escritor Mario Vargas Llosa, se refiere a los nacionalistas y populistas de América Latina.
Entre ellos Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Néstor Kirchner y Rafael Correa. Quienes escribieron la obra advierten del peligro que representaba el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Nos dan los elementos necesarios para reconocer a los políticos demagogos, y advierten de la conveniencia de alejarse del radicalismo inoperante y caduco.
Este libro, escrito por Plinio Apuleyo, Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa representa una vacuna contra la idiotez.
En México no nos vacunamos y, desafortunadamente, desde 2018 ya sufrimos los embates. Reza un proverbio popular: “ante advertencia no hay engaño”.
Demasiado Tarde. El tabasqueño ha logrado destruir a nuestro país y aún le falta. ¿Cómo? Todo mundo lo sabe y huelga detallarlo.
Un libro por demás interesante que advirtió en ese entonces de situaciones desapercibidas entre los mexicanos y que, hoy, se manifiestan con la adversa situación política, económica y social que vive nuestro país.
¿Quién iba a imaginar que alguien en poco tiempo fuera capaz de echar a perder una nación con Constitución, tradición, costumbres, historia, cultura y educación, producto de luchas libertarias de verdaderos hombres y mujeres de acción?
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook y Twitter, o visitar nuestra pagina oficial.