Crónica de un amor efímero (2022), de Emmanuel Mouret

Charlotte y Simon charlan en un bar. Son dos personas maduras, casadas o separadas, con hijos. Pero al parecer se han conocido días atrás y ha surgido una atracción. Acabarán acostándose en casa de Charlotte y dará comienzo una relación entre ellos, en la cual coincidirán cada dos semanas, tres semanas, un mes, etc. Ambos sostienen –sobre todo ella– que se ven porque lo pasan bien, porque se ríen, porque resulta bastante “cool” tener un amante y tal. Hasta ahí llega su compromiso.

Vacuo divertimento cinematográfico, escrito y dirigido por Emmanuel Mouret. Una vez más demuestra el cineasta galo que la frescura es una de las características de sus obras, pero tras las más enjundiosas Señorita J y Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, ahora entrega una película de menor fuste, cuyo historia parte de una mínima premisa –la incipiente relación entre Charlotte y Simon– y se va desarrollando monótonamente con escasos alicientes, eludiendo puntos de giro o momentos especialmente intensos salvo en el último tramo, de modo que la situación podría haberse alargado en el tiempo más y más, sin cortapisas.

Porque en Crónica de un amor efímero Mouret plantea un desarrollo basado únicamente en los diálogos entre los protagonistas, que si el amor es así, que si el sexo es asá, que si nos vamos de excursión, que si estamos bien, que si estamos mal, que si quedamos en una semana, que si hoy vamos a tu casa, que si quedamos en un hotel y bla, bla, bla. La historia tiene ritmillo, se acompaña con música agradable y el discursivo resultado va en la línea del cine frances de cine-club, más propio de los años 60 que de ahora. Pero si al menos las conversaciones denotaran hondura, la cosa podría funcionar al estilo de los "Cuentos morales" de Eric Rohmer, pero en Crónica de un amor efímero tan solo se habla de banalidades o, lo que es peor, de cosas importantes –matrimonio, infidelidad, amor, sexo– con una frivolidad supina, irreal, con un tono de comedia que aporta a la película una liviandad excesiva que no le ayuda. Se comprende, que así, tal y como surgen las relaciones igualmente se truncan o surgen otras. El reparto, en donde sólo aparecen prácticamente tres intérpretes –Sandrine Kiberlain, Vincent Macaigne y Georgia Scalliet–, hace un trabajo correcto aunque, como ya se ha apuntado, no sean muy verosímiles sus relaciones.