El gánster, la estrella y Cheryl "la destripadora": el crimen que conmocionó a Hollywood

El 4 de abril de 1958, Cheryl Crane, hija de Lana Turner, asesinaba al amante de su madre, el gánster Johnny Stompanato.

Lana Turner en 1955 en 'Las lluvias de Ranchipur'.

© Cordon Press

Johnny con su aspecto chulesco de gánster de serie B y su aspecto peligroso fue un imán para la mujer que un día declaró: “Encuentro a los hombres terriblemente excitantes, y cualquier chica que diga que no es una doncella anémica, una prostituta o una santa.” Y Lana no era ninguna de las tres cosas.

Interior noche. Una mujer rubia, increíblemente bella, grita angustiada sobre el cuerpo de un hombre que reposa sobre un charco de sangre. Un niña llora. Lleva un cuchillo en la mano y está asustada. Es la noche de Viernes Santo y no hay nadie más en la casa.

Podría ser una secuencia de cualquier película de cine negro de los años cuarenta o cincuenta, pero no lo es, a pesar de que la protagonista de la acción es Lana Turner, bomba sexual de los cuarenta y estrella de clásicos como El cartero siempre llama dos veces y Cautivos del mal. ** Esta no es una secuencia de inicio, es una historia real.**

La niña que llora es su hija Cheryl Crane de catorce años, que ha vuelto a casa del internado para pasar las vacaciones de Pascua, y el tipo que yace en el suelo del boudoir rosa de la casa de estilo colonial que un día perteneció a Harpo Marx, es Johnny Stompanato , o Johnny Valentine como se hace llamar ahora o, como es conocido entre susurros, “Oscar”, un mote que se ha ganado por los 30 centímetros que mide cierta parte de su anatomía.

Johnny, el último amante de Lana Turner, es un gánster, más de apariencia que de curriculum. Tras codearse con el legendario Bugsy Siegel, el inventor de Las Vegas, pasó a formar parte de la cuadrilla de su lugarteniente Mickey Cohen, un peso pluma de gatillo fácil que después de ser sentenciado a muerte por medio Los Ángeles decidió incorporar a Stompanato, con quien compartía gusto por las estrellas de Hollywood y la ostentación, a su nómina de guardaespaldas.

Aunque años después en su autobiografía Mickey Cohen: In My Own Words confesaría que era más un objeto ornamental que un verdadero matón. "No había forma de que Johnny fuera guardaespaldas en absoluto", afirmaba. "Aunque era un héroe de guerra, cuando se trataba de violencia o actividades con armas fuera de una situación de guerra, Johnny se alejaba por completo ". ** Pero a Cohen le gustaba el atrezzo y la fanfarria y Johnny “parecía” la clase de matón que le correspondía a un mafioso.**

Precisamente de las connotaciones mafiosas que tenía cualquier apellido italiano en los años cuarenta es de lo que había huido siempre la familia de Johnny. Sus padres, un barbero y una costurera de Brooklyn, se habían mudado a Illinois, al pequeño y tranquilo pueblo de Woodstock, para criar a sus cuatro hijos alejados de los problemas de la gran ciudad.

Pero a Johnny le gustaban los problemas. A pesar de los esfuerzos de sus padres por ofrecerle un futuro matriculándolo en una prestigiosa escuela militar, él estaba más interesado por las mujeres que por los estudios y, gracias a su buena planta, ellas también estaban interesadas en él.

Cansado de la vida en Woodstock y sin un plan mejor, Johnny tomó el mismo camino que muchos jóvenes norteamericanos y después de alistarse se unió a la 1.ª División de Marines y puso rumbo al Pacífico. Tras su vuelta a casa con algunas medallas en el pecho, se casó y dejó embarazada a su esposa, pero antes de que su hijo empezase a gatear, Johnny ya estaba rumbo a una nueva aventura: la conquista de Hollywood.

Y ahí fue donde conoció a Cohen. Como su “guardaespaldas” se dedicaba a pequeños trapicheos, recados, blanqueo a pequeña escala y también a una actividad muy lucrativa en la que su físico jugó un gran papel: la extorsión sexual a estrellas de cine. Johnny seguía siendo irresistible para las mujeres y las estrellas de Hollywood, por mucho que refulgiesen en la pantalla, no diferían mucho de las chicas que suspiraban por él en Woodstock.

Su modus operandi, documentado por el escritor Ted Schwarz en Hollywood Confidential, era bastante sencillo. Johnny (o más bien Cohen) seleccionaba las víctimas, generalmente mujeres maduras y siempre casadas, las llamaba de manera anónima fingiendo estar obnubilado por ellas y cuando la relación se consolidaba aparecían unas fotos íntimas que serían entregadas a su marido si no había un pago por medio.

Si las mujeres no podían hacer frente a los pagos Johnny las conminaba a prostituirse y se encargaba de las gestiones correspondientes. Una joya.

Stompamato empezó a ser un habitual de los sitios de moda de Sunset Strip y perseguir estrellas, obviamente femeninas, adineradas y maduras, se convirtió en su principal objetivo. Cohen tenía razón: Johnny no era un gánster, pero era la idea que Hollywood tenía de un gánster y eso era mucho más importante en un universo que se había gestado en base a las apariencias. ** Tras algunas piezas menores, trató de cazar a Ava Gardner, pero se topó con Frank Sinatra y la verdadera Mafia.** Después probó suerte con Janeth Leigh, pero no pasó de un leve escarceo que ella cortó de raíz al descubrir su pasado como gánster. Y entonces apareció Lana. Y a ella le importaba un bledo su pasado, sólo su presente.

Era 1957 y Turner seguía siendo una rubia despampanante, pero ya tenía 37 años, una edad en la que en el Hollywood de los 50 (y en el de ahora) empezaba a limitarla a papeles de “madre de”. Su afición al alcohol y a los excesos habían hecho ya mella en su rostro y las llamadas de su agente cada vez ofrecían papeles menos jugosos. La Metro Goldwyn Mayer, el estudio en el que había triunfado durante dieciocho años, acababa de deshacerse de ella, justo cuando también se había terminado su matrimonio con el actor Lex Baker. Era el momento más vulnerable de su vida.

Tuner había tenido una infancia difícil, cuando tenía diez años alguien machacó el cráneo de su padre tras una timba de dados. Su madre y ella se trasladaron a Los Ángeles sin un dólar y vivieron penosamente, al menos hasta el día en que en uno de sus vagabundeos William R. Wilkerson, un publicista del Hollywood Reporter, se fijó en ella y la puso en contacto con Zeppo Marx, el hermano sin gracia de los Marx, quien por aquel entonces dirigía una agencia de talentos.

En 1937 Lana conseguía su primer papel en la gran pantalla, en el film de Mervin LeRoy Ellos no olvidarán. Era una escena breve en la que simplemente caminaba, pero sus formas (básicamente sus pechos) no pasaron desapercibidas.

A pesar de que su personaje era violado y asesinado minutos después el público no podía quitarse de la mente aquel desinhibido paseo (o sea, sus pechos) y la Metro, que por entonces fagocitaba todo el talento de la industria, supo explotar esa imagen. Durante una sesión de fotos promocional en la que Lana llevaba una blusa bajo el jersey, la publicista Emily Torhia le pidió que se la quitara, después le pidió que se quitara también el sujetador: ** había nacido “la chica del jersey”.** Y así fue conocida durante toda su carrera.

Las puertas de Hollywood se abrían ante ella y no tardaría en convertirse en una de las actrices mejor pagadas de la industria y en una de las diosas de la gran pantalla en los años cuarenta gracias a papeles rebosantes de sexualidad como la Cora de El cartero siempre llama dos veces.

Lana Tuner en 'El cartero siempre llama dos veces'

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Aunque si el cine era importante en su vida también lo eran los hombres. Sobre todo los hombres guapos como no tenía reparo en reconocer: “Seamos honestos, lo físico me atrae primero. Si después conoces la mente, el alma y el corazón del hombre, eso ya es la guinda del pastel.”

Lana pasó la década de los cuarenta encadenando éxitos, aunque a pesar de ello nunca ha logrado el reconocimiento como actriz del que sí gozaron otras compañeras de generación con una filmografía menos memorable, tal vez porque su físico era un árbol demasiado imponente para dejar ver el bosque de su talento. Y a la vez que encadenaba éxitos también encadenaba relaciones, generalmente tormentosas que solían acabar con la actriz en el hospital por algún "accidente doméstico".

Su primer matrimonio con el músico Artie Shaw tan sólo duró cuatro meses, se terminó el día que Shaw le lanzó un par de zapatos a la cabeza y le pidió que los lustrase. Tras Shaw llegaron el restaurador Stephen Crane, padre de su única hija Cheryl y con quien se casó apenas una semana después de conocerle, el heredero millonario Bob Topping, el actor Lex Barker, de quien se divorciaría alegando “crueldad mental” (y que después se casaría con Tita Cervera) , Fred May, Robert Eaton, y por último Ronald Dante. ** Dante, un hipnotizador de medio pelo, acabó robándole más de 100.000 dólares e ingresando en prisión por fraudes relacionados con la falsificación de diplomas y el “maquillaje permanente”** (sí, el Dr. Dante merece también merece que se cuente su historia) .

Pero además de sus siete maridos también hubo innumerables amantes: Frank Sinatra, Howard Huges, Errol Flynn, Fernando Lamas, Tyrone Power y hasta Luis Miguel Dominguín. Y entre todos ellos, exactamente entre el quinto y el sexto marido, apareció Johnny Stompamato, Johnny Valentine, “Oscar”.

Johnny con su aspecto chulesco de gánster de serie B y su actitud peligrosa fue un imán para la mujer que un día declaró: “Encuentro a los hombres terriblemente excitantes, y cualquier chica que diga que no es una doncella anémica, una prostituta o una santa.” Y Lana no era ninguna de las tres cosas.

En un tiempo en el que en Hollywood todo el mundo tenía algo que ocultar, Lana, que como todas las estrellas vivía aterrada por mantenerse alejada de la prensa amarilla, era famosa por ocultar cierto gusto por las relaciones peligrosas y más en concreto por los hombres violentos. Y Johnny no tardó en demostrar que lo era.

Ese año Lana viajó a Londres para rodar Brumas de inquietud con un por entonces desconocido Sean Connery. A pesar de que la actriz era diez años mayor no tardaron en surgir rumores de que la relación entre ambos había ido más allá del set, lo que enloqueció a Stompanato que tras amenazarla vía telefónica se presentó en Londres con una pistola y amenazó a Connery que después de desarmarlo lo lanzó al suelo de un puñetazo. Un golpe que probablemente fue más doloroso para su ego que para su mandíbula. Tras el incidente, el gánster fue invitado por Scotland Yard a abandonar la isla.

Cuando un par de años después Connery fue a Hollywood parar rodar su primera película americana recibió un mensaje de Mickey Cohen en su hotel: 'Sal de la ciudad o un contrato pondrá fin a tu vida'. Connery no hizo caso a las amenazas, pero por si acaso se buscó un nuevo alojamiento.

Tras el final del rodaje, Lana volvió a casa y se reencontró con Johnny. Él se vengó golpeándola e intentando asfixiarla con una almohada. Durante semanas Lana intentó romper con él.

La noche del 4 de abril de 1958, apenas una semana después de que ella perdiese el Oscar al que estaba nominada por Vidas borrascosas y de que tuvieran una brutal pelea tras la negativa de ella a que el gánster la acompañase a la gala, Lana le echó de casa. Johnny la insultó por beber demasiado y amenazó con cortarle la cara, su amenaza favorita, y agredir tanto a su madre como a su hija que en ese momento leía en la planta de abajo.

Lo que sucedió después forma parte de la crónica negra de Hollywood y fue narrado por la propia Cheryl en su autobiografía Una historia trágica de Hollywood :

"Después de que John llegase, me senté en mi habitación a escribir un trabajo mientras escuchaba sus amenazas crueles. Presa del pánico, bajé corriendo las escaleras y entré a la cocina, donde cogí uno de los cuchillos que mi madre había comprado ese día. Volví a subir las escaleras al dormitorio de mi madre y me quedé fuera de su puerta por unos momentos mientras Stompanato continuaba amenazando con desfigurarla. De repente, mamá abrió la puerta y John apareció por detrás, con el brazo levantado como para golpearla. Di un paso adelante y él corrió con el cuchillo en mis manos. Stompanato me miró y dijo: "Dios mío, Cheryl, ¿qué has hecho?" antes de caer al suelo. En un instante, él estaba muerto".

Durante el juicio Tuner declararía que realmente Stompanato no había estado a punto de golpearla, su brazo estaba levantado porque llevaba una chaqueta y una camisa en una percha.

Lana intentó taponar la herida con una toalla y luego llamó a su madre, que vivía cerca y le pidió que llamase a un médico. Después telefoneó a su abogado Jerry Geisler, mientras Cheryl llamaba a su padre Stephen. Le inyectaron adrenalina, pero cuando llegó la policía ya estaba muerto. En su muñeca, llevaba un brazalete de plata con una inscripción en español: "Papa Johnny, dulce amor mío, cuando uses esto recuerda que es un pedazo de mi corazón que siempre estará contigo. Con todo mi amor, Lanita “.

El suceso se convertía en la mayor sacudida que había sufrido Hollywood desde el escándalo de Fatty Arbauckle. Los periódicos se cebaron con los detalles más escabrosos del caso y bautizaron a Cheryl como “la destripadora”, Mickey Cohen vendió al Herald Examiner las cartas repletas de detalles íntimos que Lana escribió a Stompanato y que dejaban claro el peligroso cariz de su relación: ** "Necesito tus caricias, tan salvajes que me hacen daño. Es todo tan terrible, pero al mismo tiempo tan bello. Soy tuya y te necesito: MI HOMBRE".**

Lana Tuner declarando en el estrado durante el juicio por el asesinato de Johnny Stompanato.

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El juicio fue emitido en directo por la radio y grabado por las principales cadenas de televisión, un hecho por entonces extraordinario y cada día se formaban colas ante la sala. Durante las vistas Lana Turner lloró, suspiró y hasta se desvaneció levemente. Incluso los más críticos con la estrella afirmaron que aquella había sido su mejor interpretación.

El abogado de Cheryl la pintó como la más inocente de las criaturas : "Esta niña que hoy comparece ante la justicia está aún en la edad de leer a Louisa May Alcott. En el reformatorio donde está recluida desde hace varios días, su libro de lectura es Mujercitas, y es que ella es aún eso, una pequeña mujercita, no una mujer capaz de comprender la gravedad del acto que ha cometido.".

La verdad es que Cheryl ya habia tenido algunos problemas de conducta e incluso se había escapado del internado y frecuentado lugares poco habituales para una niña de catorce años, pero eso no importaba a nadie. Sin duda era mucho más interesante su gusto por la literatura juvenil.

La deliberación del jurado apenas duró 20 minutos, el veredicto: homicidio justificado.

Hoy Cheryl vive felizmente casada con la agente inmobiliaria Jocelyn LeRoy, con quien lleva cuarenta años de relación y a quien Lana consideraba como una hija más. Turner falleció de un cáncer de esófago en 1995. Tras el suceso su fama aumentó y cosechó un gran éxito gracias a su papel de madre abnegada en Imitación a la vida. La diva terminó su carrera dando relumbron a series de televisión como Falcon Crest y un año antes de morir recibióa el premio Donostia en el Festival de Cine de San Sebastian. Johnny Stompanato reposa en el cementerio de Woodstock, en una caja de pino barata comprada por Mickey Cohen.

La historia de aquella noche forma parte ya de la nebulosa que envuelve a Hollywood y su banalización es un elemento más de la cultura popular. Woody Allen construyó un remedo del suceso en Septiembre, con Mia Farrow en el papel de una hipotética Cheryl y Elaine Strich emulando a Lana Turner. Y en L.A. Confidential pudimos ver a Johnny y Lana haciéndose arrumacos en un local de moda, dejando claro que el maridaje estrellas y matones combinaba tan bien como la tónica y la ginebra.

Pero el final de la historia no dejó contento a todo el mundo. Se habló de que Stompanato habría intentado abusar de Cheryl, pero ella lo niega en su biografía, en la misma en la que acusa a Lex Baker y a Fernando Lamas, padre de Lorenzo Lamas, de violarla. Otros prefirieron creer que la joven, también enamorada de él, lo habría asesinado por celos. Y la mayoría que fue Lana quien realmente asesinó a Johnny y para evitar la cárcel y la mala prensa, habría obligado a su hija a asumir la culpa consciente de que la pena para ella al ser menor sería más indulgente. Incluso Mickey Cohen aprovechó para tratar de inculpar a Sean Connery.

La realidad es que alrededor de la historia hay demasiados interrogantes. ¿Cómo pudo una niña de catorce años pillar desprevenido a aquel grandullón? Vale, que no era el tipo más aguerrido de los bajos fondos, pero Cheryl era una niña escuálida y Johnny un tipo fornido y bregado en la calle. También está la tardanza de Turner en llamar a la policía, detalle en el que insistió la familia de Johnny que demandó a Cheryl con el fin de obtener dinero para la manutención del hijo de Johnny III, y el poco rigor de las pruebas forenses que parecía más orientado a lanzar un puñado de paladas rápidas sobre un matón que no le importaba demasiado a nadie.

60 años después sólo queda una testigo del crimen, Cheryl Crane que ya ha sido juzgada y absuelta y probablemente nunca cambie una coma de su declaración. Aunque en Hollywood siempre se puede esperar un final sorpresa. En el cincuenta aniversario del asesinato, el periodista Richard Babcock entrevistó al hijo de Johh, John Ibraim Stompanato III para el Chicago Magacine y este manifestó su deseo de sentarse algún día con Cheryl para que ella le contase "lo que está en el interior de su mente". También confesó haber visto toda la filmografía de Lana Turner y haber visitado la casa de North Bedford Drive. Aunque parezca remotamente posible, nos gusta pensar que algún día esa charla se producirá y ** ese podría ser el inicio de una extraña amistad y tal vez de una gran temporada de American Crime Story.**

Cheryl durante el juicio con su padre Stephen Crane.

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