Tras la repercusión que ha tenido su genial campaña de marketing, Smile llega a nuestros cines con grandes promesas y mucha expectación. ¿Será la mejor película de horror de 2022? ¿Estamos ante un nuevo clavo en el ataúd del horror hipermoderno?

Pasado jueves 29, preestreno en el cine Phenomena de Barcelona. El Festival de Sitges organiza una proyección exclusiva de Smile, la ópera prima de Parker Finn. Esta premiere supone un prólogo al festival de este año, cuyo inicio será el próximo 6 de octubre. Su director, Ángel Sala, presenta la proyección de Smile entre aplausos y gran expectación; estamos ante una de las películas de horror más esperadas de la temporada. Desafortunadamente, una cuestión de estrategia de lanzamiento ha impedido que la obra de Finn pueda verse en el mítico Auditori del Festival de Sitges.

Hija del cortometraje Laura Hasn’t Slept, Smile nos adentra en la psique de Rose Cotter, una psiquiatra cuya infancia le provocó un trauma del cual, a día de hoy, no ha conseguido zafarse. Su vida es monótona, pero una serie de sucesos perturbadores amenazarán su falsa tranquilidad.

Smile es la película de terror del año. Aunque pueda parecer una afirmación demasiado contundente para empezar mi defensa a la inmejorable ópera prima de Parker Finn, la obra en cuestión es autosuficiente como para sostenerla. El festival de perturbación, jumpscares y perspicacia que luce Smile durante sus casi dos horas de duración es de lo mejor que hemos visto los amantes del terror en los últimos años. Hablamos de un género un tanto defenestrado que ha encontrado en el cine de autor su mayor escudo (el cine de Aster, Eggers, Peele…) en detrimento de productos de mayor ligereza sin ínfulas trascendentales. Es en este último terreno donde Smile encuentra su lugar.

La aparente simpleza de Smile viene dada por su carácter festivo y desvergonzado. El baile de situaciones a cada cual más inverosímil (dentro de la lógica externa al cine) y el proceder de su protagonista (una estupenda Sosie Bacon) solo será disfrutado por aquellos que realmente gozan del cine de terror puro y duro. No esperéis guiones a prueba de balas y actuaciones de Oscar, porque Smile está en otro terreno de juego. Que estas líneas no den a entender que estamos ante una película simple, porque todo lo contrario. Su falsa apariencia oculta una gran reflexión sobre la salud mental, la falsedad de la sociedad y la estigmatización de la locura. Este mensaje llega con fuerza al espectador gracias a colocarnos en la mente de la protagonista. Ver el mundo de Smile a través de sus ojos es un gozo absoluto para la inquietud y la paranoia.

No hay que pasar por alto que estamos ante la ópera prima de Parker Finn, que apenas cuenta con dos cortometrajes a sus espaldas. Smile cuenta con una clara influencia de obras coetáneas tan célebres e idolatradas como Hereditary, Midsommar o It Follows. Por otro lado, sigue la estela de otros films como Candyman para retratar un mundo ajeno al nuestro a través de planos imposibles. De los títulos anteriormente nombrados, It Follows es la influencia más clara para Smile y su director. El hecho de mostrar una amenaza invisible que apenas se visualiza y puede hacerse pasar por tus seres queridos ya lo escenificó David Robert Mitchell en su celebrada obra maestra, pero no logró causar el pavor que Finn transmite en su ópera prima. Smile consigue convertir esa inquietud en terror gracias a jumpscares magistrales auspiciados por un control total y absoluto de los tempos narrativos.

No considero que el cine de horror haga mella en mi personalidad. Lo disfruto, pero no me perturba hasta el punto de que este condicione mis horas posteriores a abandonar la sala del cine. Smile ha acabado con esa situación: He llegado a sentirme perturbado. Esto son palabras mayores hablando de una obra de terror comercial, pero es una experiencia que hay que vivir para disfrutar con plenitud.

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En un año en que el cine de horror vive horas bajas (hasta Peele ha fallado con su accidentada Nope!), una película como Smile era más que necesaria. Cine de terror en su máxima expresión que consigue meterse en tu cabeza y no abandonarla. Teniendo en cuenta que el horror hipermoderno debe su éxito a perturbarte (fallidamente) durante su exhibición y que te olvides de ello a los cinco minutos, estamos ante una obra maestra incontestable del género. 

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