David Torrejón me lleva a mi infancia en una novela

La quinta novela del escritor español David Torrejón se titula Memoria del descampado y apareció en 2024, editada excelentemente por La Discreta con la ilustración ad hoc de Isabel Pérez Jurado. Es un libro evocador y desasosegante, a decir del también escritor Alfredo Gómez Cerdá (que, por cierto, sale en él). A mí me pareció muy evocador, sin duda. Muchísimo. Me desasosegó poco, afortunadamente, que ya está la realidad para esas cosas. Para desasosegar.

 

“¿Acaso no somos fundamentalmente memoria, memoria de nosotros mismos, de nuestros aconteceres, de nuestras relaciones con las cosas y las personas que conocemos, de nuestros éxitos y fracasos? Si todo eso desaparece, ¿que nos queda? Nada”.

 


Evoco al leer a Torrejón los caramelos Saci, Pumby, el Seaview de Viaje al fondo del mar, Shere Khan en la selva, los cromos de Vida y Color, la canción eurovisiva Maman, maman que cantaba el niño Jean-Jacques...

La belleza natural de cierta literatura hecha con la transparencia perpleja de la memoria impregna este breve libro de la más simple excelencia, y nos aporta la diáfana certeza de estar leyendo una historia de fantasmas, sabiendo que, al fin y al cabo, eso es lo que leemos en las novelas: historias de fantasmas.

 

 

“He vuelto a soñar de nuevo con ese hombre mayor que piensa que las cosas que me pasan son sueños suyos. Es muy extraño”.

 

También evoco al leer Memoria del descampado, con la áspera suavidad del recuerdo salvaje y libre, la peli de Peter Pan, los patines Sancheski, los tebeos de Hazañas Bélicas, Miguel Strogoff, una cámara de fotos matasuegras (sí, de las que proyectaban la cara de un payaso al apretar su botón), Mickey Mouse y Superman…

Porque las historias se hacen más ciertas cada vez que las escuchamos. Al fin y al cabo, “los recuerdos son una cosa rara, nunca se sabe por qué recordamos unas cosas y no otras”.

… las dreas (aquellas batallas a pedradas), el Topo Gigio, la Casa de Fieras del Retiro (madrileño), los álbumes de cromos de Nestlé, las Selecciones del Reader’s Digest, las peleas con cerbatanas, los bolígrafos Bolín y leer la Vuelta al mundo en 80 días (yo no pude llorar leyendo Platero y yo porque nunca lo he leído) y hacerse uno su propio tirachinas y el quiosco donde comprar nuestros tebeos…

 

[…]

 

Gracias, David.

 

Este texto pertenece a mi artículo ‘Memoria del descampado (la simple excelencia de David Torrejón)’, publicado el 15 de abril de 2024 en Letras 21, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.

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