Cecil B. DeMille

Cecil B. DeMille, que fue mucho más que el director de Sansón y Dalila (1949) y Los diez mandamientos (1956), necesita ser rescatado de su propia reputación.

La leyenda insiste en que inventó Hollywood cuando decidió rodar allí El Mestizo (1914) porque estaba lloviendo en el lugar originalmente elegido, Flagstaff (Arizona). Así pues, dirigió la primera película de Hollywood, fue uno de los pocos realizadores que podía vender un filme con su solo nombre, y en los años cincuenta seguía haciendo obras taquilleras y que ganaban premios. Pero es una lástima que su fama de montador impersonal de espectáculos épicos y de autócrata arquetípico de Hollywood impida que se reconozca su versatilidad y la variedad de sus producciones.

Pionero de los westerns, convirtió en estrella a Gloria Swanson y fue un maestro de los dramas de sociedad: aquellas vidriosas y sorprendentemente eróticas piezas de cámara que fueron tan características del principio del cine sonoro. A este género pertenecen auténticas obras maestras perdidas como Dinamita (1929) y Madame Satan (1930). También destacan películas con carga política como This day and age (1933) y Four frightened people (1934), una sátira sexual interpretada por Claudette Colbert sobre el comportamiento de la gente elegante en la naturaleza.

Ciertamente no se pueden olvidar sus epopeyas. Pero también ellas son un reflejo de su tiempo, desde la versión muda de Los diez mandamientos (1923), pasando por la modernísima Cleopatra (1934), hasta la nueva versión de Los diez mandamientos (1956) en cinemascope, la última innovación técnica que DeMille hizo suya. Esas majestuosas películas ya no son respetadas, pero seguro que los estudiosos del futuro las valorarán de otra forma.

- del texto de Mathew Coniam del libro "501 Directores de Cine" -





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